Yepar: “Para que una obra cobre vida, debe salir y viajar”
La artista colombiana Yepar compartió su experiencia en Europa, su visión sobre el arte y sus reflexiones sobre la migración y la conexión con la naturaleza a través de su instalación “Efecto Mariposa”.
Vive en París en la Rue 59 Rivoli, ¿cómo describiría ese lugar?
Es un edificio que fue creado en 1999 y que estuvo abandonado durante casi 10 años. La Alcaldía de París decidió adquirirlo y dejarlo a disposición de los artistas que lo habitaron. El sitio ahora está abierto para el público. Queda en una calle histórica. Alrededor hay muchísimas tiendas de lujo. Nosotros contrastamos un poquito con esa noción de lujo, porque somos una street art.
¿Cuál ha sido su experiencia mostrando su trabajo allí?
Es bastante particular. Por lo general, los artistas no tienen este tipo de confrontación con el público todo el tiempo. Mi taller se encuentra abierto, entonces circulan personas que pueden interrumpir y hacer preguntas en cualquier momento. Este es un lugar que también está expuesto a las críticas positivas y negativas, y a todo lo que va pasando en la ciudad. Por ejemplo, ahora con los Juegos Olímpicos el público es diferente. Y todo esto es enriquecedor. Me ha hecho avanzar muchísimo. Creo que deberían existir sitios como este en todas partes del mundo para que los artistas puedan tener esa convivencia con la gente, que no haya tanta distancia entre el público y el artista.
Una de sus instalaciones, que además expuso en la fachada en el lugar donde trabaja, se llamó “Efecto mariposa”. ¿De qué se trataba esta obra?
Hay una mariposa específica que cruza las fronteras entre Canadá y México, y esta mariposa se ha convertido en un símbolo de migración. La idea detrás de mi instalación fue mostrar cómo esta mariposa atraviesa las fronteras sin problemas y reflexionar sobre cómo sería beneficioso que los seres humanos también pudieran desplazarse libremente, sin tantas dificultades. Vengo del exilio, y eso me ha impactado profundamente como artista.
En su trabajo ha hablado sobre la “fragilidad de la naturaleza”, “el vínculo con el mundo vegetal”, ¿qué cree que le ha enseñado la naturaleza a la humanidad?
Estamos viviendo una lección de la naturaleza con respecto a los cambios climáticos. En París lo hemos sentido particularmente fuerte este año: prácticamente no hubo primavera, pasamos del invierno directamente al verano. Creo que la naturaleza nos está dando una lección, y es importante que empecemos a cuestionar nuestros gestos cotidianos hacia ella. Esto es lo que impulsa mi trabajo. Casi todos los materiales que utilizo son reciclados, ligeros, que se adaptan a la naturaleza.
¿Cómo lleva a cabo su proceso creativo? ¿Tiene algún ritual o hábito?
Es un proceso de búsqueda y realización casi meditativo. Para mí es como una escritura. Si trabajo con la instalación o la pintura, utilizo diferentes técnicas. A veces trabajo sobre papel, especialmente durante viajes o en parques, y luego integro esas experiencias en mis obras.
¿Cuáles son sus impresiones de trabajar en París respecto a lo que se vive en Colombia?
Es diferente. En Francia tenemos la ventaja de muchas aperturas a la cultura y un gran apoyo del gobierno en este ámbito. Creo que sería beneficioso que en Colombia se invirtiera más en la cultura, tanto por parte del gobierno como de la gente en general. Me fui de Colombia hace mucho tiempo y, aunque sé que ha cambiado desde entonces, el hecho de estar en París, una de las ciudades más visitadas del mundo, tiene ventajas y desventajas. Aquí el mundo viene a mí, pero a veces extraño mi país. Hay cosas allá que no existen aquí, como esa “realidad mágica” y la conexión con la naturaleza. En París estamos muy desconectados de la naturaleza.
¿Qué consejo le daría a un artista que recién está empezando su camino?
Le aconsejaría enfocarse tanto en la parte artística como en la comercial. Es crucial formarse artísticamente, ya que la mayoría de los artistas tienen una riqueza innata para crear, pero también es necesario aprender la parte comercial, que desafortunadamente no es nuestro fuerte. Los artistas tenemos que aprender de otros campos del conocimiento. Es importante aprender de medios científicos o arquitectónicos, por ejemplo. Es esencial saber realizar una pintura o una obra de arte, pero también es crucial saber qué hacer después con esa obra. Dejarla guardada en un cajón no sirve de nada. Para que una obra cobre vida debe salir y viajar; solo en la mirada del espectador toma forma.
¿Cuáles son sus próximos proyectos?
Estoy preparando una exposición en otras ciudades y en una galería en Lens. Quiero hacer una instalación más escultural, lo que requerirá muchos medios y tiempo. Me gusta crear obras que permitan al espectador tener una experiencia directa con el trabajo que están presenciando.
Vive en París en la Rue 59 Rivoli, ¿cómo describiría ese lugar?
Es un edificio que fue creado en 1999 y que estuvo abandonado durante casi 10 años. La Alcaldía de París decidió adquirirlo y dejarlo a disposición de los artistas que lo habitaron. El sitio ahora está abierto para el público. Queda en una calle histórica. Alrededor hay muchísimas tiendas de lujo. Nosotros contrastamos un poquito con esa noción de lujo, porque somos una street art.
¿Cuál ha sido su experiencia mostrando su trabajo allí?
Es bastante particular. Por lo general, los artistas no tienen este tipo de confrontación con el público todo el tiempo. Mi taller se encuentra abierto, entonces circulan personas que pueden interrumpir y hacer preguntas en cualquier momento. Este es un lugar que también está expuesto a las críticas positivas y negativas, y a todo lo que va pasando en la ciudad. Por ejemplo, ahora con los Juegos Olímpicos el público es diferente. Y todo esto es enriquecedor. Me ha hecho avanzar muchísimo. Creo que deberían existir sitios como este en todas partes del mundo para que los artistas puedan tener esa convivencia con la gente, que no haya tanta distancia entre el público y el artista.
Una de sus instalaciones, que además expuso en la fachada en el lugar donde trabaja, se llamó “Efecto mariposa”. ¿De qué se trataba esta obra?
Hay una mariposa específica que cruza las fronteras entre Canadá y México, y esta mariposa se ha convertido en un símbolo de migración. La idea detrás de mi instalación fue mostrar cómo esta mariposa atraviesa las fronteras sin problemas y reflexionar sobre cómo sería beneficioso que los seres humanos también pudieran desplazarse libremente, sin tantas dificultades. Vengo del exilio, y eso me ha impactado profundamente como artista.
En su trabajo ha hablado sobre la “fragilidad de la naturaleza”, “el vínculo con el mundo vegetal”, ¿qué cree que le ha enseñado la naturaleza a la humanidad?
Estamos viviendo una lección de la naturaleza con respecto a los cambios climáticos. En París lo hemos sentido particularmente fuerte este año: prácticamente no hubo primavera, pasamos del invierno directamente al verano. Creo que la naturaleza nos está dando una lección, y es importante que empecemos a cuestionar nuestros gestos cotidianos hacia ella. Esto es lo que impulsa mi trabajo. Casi todos los materiales que utilizo son reciclados, ligeros, que se adaptan a la naturaleza.
¿Cómo lleva a cabo su proceso creativo? ¿Tiene algún ritual o hábito?
Es un proceso de búsqueda y realización casi meditativo. Para mí es como una escritura. Si trabajo con la instalación o la pintura, utilizo diferentes técnicas. A veces trabajo sobre papel, especialmente durante viajes o en parques, y luego integro esas experiencias en mis obras.
¿Cuáles son sus impresiones de trabajar en París respecto a lo que se vive en Colombia?
Es diferente. En Francia tenemos la ventaja de muchas aperturas a la cultura y un gran apoyo del gobierno en este ámbito. Creo que sería beneficioso que en Colombia se invirtiera más en la cultura, tanto por parte del gobierno como de la gente en general. Me fui de Colombia hace mucho tiempo y, aunque sé que ha cambiado desde entonces, el hecho de estar en París, una de las ciudades más visitadas del mundo, tiene ventajas y desventajas. Aquí el mundo viene a mí, pero a veces extraño mi país. Hay cosas allá que no existen aquí, como esa “realidad mágica” y la conexión con la naturaleza. En París estamos muy desconectados de la naturaleza.
¿Qué consejo le daría a un artista que recién está empezando su camino?
Le aconsejaría enfocarse tanto en la parte artística como en la comercial. Es crucial formarse artísticamente, ya que la mayoría de los artistas tienen una riqueza innata para crear, pero también es necesario aprender la parte comercial, que desafortunadamente no es nuestro fuerte. Los artistas tenemos que aprender de otros campos del conocimiento. Es importante aprender de medios científicos o arquitectónicos, por ejemplo. Es esencial saber realizar una pintura o una obra de arte, pero también es crucial saber qué hacer después con esa obra. Dejarla guardada en un cajón no sirve de nada. Para que una obra cobre vida debe salir y viajar; solo en la mirada del espectador toma forma.
¿Cuáles son sus próximos proyectos?
Estoy preparando una exposición en otras ciudades y en una galería en Lens. Quiero hacer una instalación más escultural, lo que requerirá muchos medios y tiempo. Me gusta crear obras que permitan al espectador tener una experiencia directa con el trabajo que están presenciando.