La tarea de resguardar el patrimonio cultural en Argentina
Toneladas de fósiles, huevos de dinosaurio, más de 10.000 objetos arqueológicos y otros 3.000 bienes culturales como monedas, libros, cuadros o esculturas, forman parte del material recuperado por la Policía Federal Argentina (PFA), que trabaja en cooperación internacional contra el expolio cultural, un delito que anualmente mueve en el mundo miles de millones de dólares.
Julieta Barrera - EFE
En un hermético depósito de Buenos Aires, más de 10 millones de dólares en bienes culturales -objetos egipcios milenarios, jarrones de la dinastía Ming y cientos de cuadros- son resguardados a la espera de que la Justicia ordene la restitución a sus legítimos propietarios.
No son los únicos bienes allí acopiados: más de 500 obras falsificadas de artistas como Xul Solar, Antonio Berni, Benito Quinquela Martín, Florencio Molina Campos y hasta Salvador Dalí se guardan como prueba hasta la resolución de las causas.
Todos estos objetos son producto de pesquisas efectuadas por el departamento de Protección de Patrimonio Cultural, una unidad multidisciplinaria con 20 años de experiencia, conformada por investigadores de la fuerza y la colaboración permanente de expertos en arqueología, paleontología y arte.
“Durante este lapso hemos podido recuperar muchísima cantidad de obras, tanto de particulares como de instituciones o de otros Estados”, comenta el comisario Marcelo El Haibe, director general de Coordinación Internacional PFA-Interpol a cargo del departamento.
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Acciones
Concentrar en un único registro los datos de todos los bienes culturales sustraídos en el país fue el primer logro de la unidad: “Empezamos con 61 obras y hoy tenemos más de 5.000″, señala el comisario.
“Esta base de datos abierta al público en general, permitió acceder a información sensible a partir de la que se iniciaron muchas investigaciones con resultados altamente positivos”, indica.
Argentina ha podido restituir, entre otros bienes, más de 3.000 piezas arqueológicas a Perú; “San Jerónimo”, un cuadro histórico del siglo XVI al museo de Bellas Artes de Paraguay, y dos mapamundis de Ptolomeo a la Biblioteca Nacional de España.
De su propio patrimonio expoliado logró recuperar, entre otras, tres de las 16 obras de autores internacionales, robadas en 1980 del Museo Nacional de Bellas Artes en Buenos Aires, y un cuadro atribuido a Esteban Murillo, que volvió al museo Estévez de Rosario (centro).
Perfil delincuencial
Entre los ladrones de bienes culturales están los ocasionales y los profesionales. Los primeros toman las obras como parte de un botín general, y muchas veces los bienes terminan en mercados de pulgas. Los profesionales eligen qué obras sustraer y las dejan “enfriar” antes de intentar colocarlas en el mercado.
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Con respecto a los falsificadores, hay “cuentapropistas” y organizaciones más complejas. Estos últimos suelen hacer una división de las tareas. Algunos se dedican a la realización de la obra, otros a la falsificación de los certificados de autenticidad y finalmente están los que las colocan en el mercado.
Sobre los compradores de bienes ilegales, por su perfil, El Haibe afirma: “el que compra un bien trata de mostrarlo y si lo muestra a sus amigos, conocidos o invitados, ellos pueden ser el medio para que se conozca la noticia y la policía actúe”.
Yacimientos
La ley argentina no permite la comercialización de objetos arqueológicos o paleontológicos. Sin embargo, los yacimientos fósiles de la Patagonia, por su riqueza material y el valor económico de las piezas en el mercado, constituyen uno de los mayores atractivos para los saqueadores.
En 2006, casi cuatro toneladas de fósiles, entre los que había huevos de dinosaurio, aparecieron en una feria de Estados Unidos para su venta. Habían sido robados de un yacimiento en Neuquén (sur), y exportados como minerales.
“Pudimos obtener esa información a través de una denuncia. Nos comunicamos con nuestros colegas de Estados Unidos, que rápidamente intervinieron y se pudo comprobar que todos esos fósiles provenían de Argentina”, dice el comisario.
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Devueltos en 2008, hoy se encuentran en el museo de Ciencias Naturales “Bernardino Rivadavia”.
El Haibe subraya que pese a los convenios internacionales, algunos países tienen mejor predisposición que otros para la devolución de los bienes, y recuerda que a pesar de los sucesivos reclamos, Alemania nunca restituyó los fósiles sustraídos por un científico de esa nacionalidad, que se los llevó al país europeo.
“Las leyes pueden estar, pero si no hay mejor predisposición de los países no funciona la restitución”, manifiesta.
Evolución conceptual
“El tráfico ilícito de bienes culturales se dio desde la antigüedad, no es algo nuevo en el mundo”, subraya.
“Muchos coleccionistas privados creen ser los protectores de la cultura, y por tanto saquean con la convicción de que están protegiendo la historia.Tal vez podía sostenerse en el siglo XIX, XX, pero no hoy. Ahora todos los países, todas las naciones están muy preparadas para proteger sus propios bienes culturales”, concluye.
En un hermético depósito de Buenos Aires, más de 10 millones de dólares en bienes culturales -objetos egipcios milenarios, jarrones de la dinastía Ming y cientos de cuadros- son resguardados a la espera de que la Justicia ordene la restitución a sus legítimos propietarios.
No son los únicos bienes allí acopiados: más de 500 obras falsificadas de artistas como Xul Solar, Antonio Berni, Benito Quinquela Martín, Florencio Molina Campos y hasta Salvador Dalí se guardan como prueba hasta la resolución de las causas.
Todos estos objetos son producto de pesquisas efectuadas por el departamento de Protección de Patrimonio Cultural, una unidad multidisciplinaria con 20 años de experiencia, conformada por investigadores de la fuerza y la colaboración permanente de expertos en arqueología, paleontología y arte.
“Durante este lapso hemos podido recuperar muchísima cantidad de obras, tanto de particulares como de instituciones o de otros Estados”, comenta el comisario Marcelo El Haibe, director general de Coordinación Internacional PFA-Interpol a cargo del departamento.
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Acciones
Concentrar en un único registro los datos de todos los bienes culturales sustraídos en el país fue el primer logro de la unidad: “Empezamos con 61 obras y hoy tenemos más de 5.000″, señala el comisario.
“Esta base de datos abierta al público en general, permitió acceder a información sensible a partir de la que se iniciaron muchas investigaciones con resultados altamente positivos”, indica.
Argentina ha podido restituir, entre otros bienes, más de 3.000 piezas arqueológicas a Perú; “San Jerónimo”, un cuadro histórico del siglo XVI al museo de Bellas Artes de Paraguay, y dos mapamundis de Ptolomeo a la Biblioteca Nacional de España.
De su propio patrimonio expoliado logró recuperar, entre otras, tres de las 16 obras de autores internacionales, robadas en 1980 del Museo Nacional de Bellas Artes en Buenos Aires, y un cuadro atribuido a Esteban Murillo, que volvió al museo Estévez de Rosario (centro).
Perfil delincuencial
Entre los ladrones de bienes culturales están los ocasionales y los profesionales. Los primeros toman las obras como parte de un botín general, y muchas veces los bienes terminan en mercados de pulgas. Los profesionales eligen qué obras sustraer y las dejan “enfriar” antes de intentar colocarlas en el mercado.
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Con respecto a los falsificadores, hay “cuentapropistas” y organizaciones más complejas. Estos últimos suelen hacer una división de las tareas. Algunos se dedican a la realización de la obra, otros a la falsificación de los certificados de autenticidad y finalmente están los que las colocan en el mercado.
Sobre los compradores de bienes ilegales, por su perfil, El Haibe afirma: “el que compra un bien trata de mostrarlo y si lo muestra a sus amigos, conocidos o invitados, ellos pueden ser el medio para que se conozca la noticia y la policía actúe”.
Yacimientos
La ley argentina no permite la comercialización de objetos arqueológicos o paleontológicos. Sin embargo, los yacimientos fósiles de la Patagonia, por su riqueza material y el valor económico de las piezas en el mercado, constituyen uno de los mayores atractivos para los saqueadores.
En 2006, casi cuatro toneladas de fósiles, entre los que había huevos de dinosaurio, aparecieron en una feria de Estados Unidos para su venta. Habían sido robados de un yacimiento en Neuquén (sur), y exportados como minerales.
“Pudimos obtener esa información a través de una denuncia. Nos comunicamos con nuestros colegas de Estados Unidos, que rápidamente intervinieron y se pudo comprobar que todos esos fósiles provenían de Argentina”, dice el comisario.
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El Haibe subraya que pese a los convenios internacionales, algunos países tienen mejor predisposición que otros para la devolución de los bienes, y recuerda que a pesar de los sucesivos reclamos, Alemania nunca restituyó los fósiles sustraídos por un científico de esa nacionalidad, que se los llevó al país europeo.
“Las leyes pueden estar, pero si no hay mejor predisposición de los países no funciona la restitución”, manifiesta.
Evolución conceptual
“El tráfico ilícito de bienes culturales se dio desde la antigüedad, no es algo nuevo en el mundo”, subraya.
“Muchos coleccionistas privados creen ser los protectores de la cultura, y por tanto saquean con la convicción de que están protegiendo la historia.Tal vez podía sostenerse en el siglo XIX, XX, pero no hoy. Ahora todos los países, todas las naciones están muy preparadas para proteger sus propios bienes culturales”, concluye.