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La tierra de los deseos sin fin, una crítica a Futura

La película italiana “Futura” hace parte de la programación del Bogota International Film Festival que finaliza el próximo 15 de octubre. Segunda entrega.

Pablo Parra
12 de octubre de 2021 - 08:09 p. m.
Película Futura, dirigida por Pietro Marcello, Francesco Munzi and Alice Rohrwacher.
Película Futura, dirigida por Pietro Marcello, Francesco Munzi and Alice Rohrwacher.
Foto: Cortesía
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Mujeres jóvenes, aún lejos de la adultez sin embargo ya liberadas del paganismo de la infancia, disfrutan de una tarde calurosa a orillas de un lago. Una de ellas saca del agua a un pato que parece un recién emancipado del ala de su madre; todo es risa y diversión.

El juego se agota rápidamente. Deciden volverlo al agua; un empujón; otro más y está nadando de vuelta hacia una inmensidad que irá conociendo entre golpes y pataleos. Es el momento para que una voz femenina nos coja en frío, preguntando a la película que a la vez pregunta al espectador, ¿Qué es ser joven? ¿Somos el futuro que nos prometimos cuando lo éramos? ¿Le recae a nuestro entorno cierta responsabilidad de que lo logremos o no?

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Armados con los elementos primordiales para contar una historia cinematográfica: una cámara y un micrófono, e inspirados en los trabajos de investigación social para la televisión italiana de los 60′s y 70s a cargo de directores de renombre como Soldati y Comencini, inclusive imbricando en el montaje de la cinta al Passolini

de 1965 y su película “Encuesta sobre el amor”, en una suerte de vaso comunicante a nivel temático, tres de los directores italianos más talentosos de los últimos años —Pietro Marcello, Alice Rohrwacher y Francesco Munzi— emprenderían un viaje por varias ciudades italianas en febrero de 2020 con el ánimo de recopilar, de sustraer de lo real, la respuesta a la no fácil cuestión: ¿Qué te ves haciendo en el futuro? a grupos aislados de jóvenes que comienzan a responder con diversas singularidades de la vida, «quiero dinero; un empleo; una familia; un par de hijos; y mientras tanto ser feliz; acaso exitoso; y que no me falte el amor».

Sin embargo, Futura, película coral en clave documental, no esperaba que una pandemia implosionara las primeras respuestas de estos jóvenes que después, y ya en aquel presente de la contingencia, metamorfosearon, según los directores, en el diario de un estado mental infecto. Allí la película cava un pozo más profundo, acaso llevando al espectador a vivir un electrizante recorrido emocional y un descenso todavía más frenético a la más pura y dura realidad de un retrato humano que nos desasosiega y nos inquieta a partes iguales.

Los directores optan por soltar los amarres de la narración para dejarla al servicio de las voces y las miradas que nos recorren en cuerpo y alma. Cine al servicio de la historia. Planos que en su composición son tan cercanos que nos descubren la máscara ilusoria de la esperanza que aguarda un cambio del sistema social, en este caso el italiano, pero que podría ser en la práctica fácilmente intercambiado y replicable en cualquier país del mundo; estados que a pie de represión, tal como lo vemos en la secuencia de la redada al colegio Armando Díaz de 2001 en Génova, donde un grupo de jóvenes serían expulsados a fuerza de golpes y sangre mientras protestaban contra las políticas del porvenir de la cumbre del G8 realizada en inmediaciones de este lugar, que se concreta un nuevo rito de pasaje, en el que en palabras de Rohrwacher configuran la transición “del foro social a la red social, un hecho traumático que dejó una huella en la generación anterior y que, tristemente, vinculó la idea de rebelión con la de violencia”.

Con todo y esto, Futura es el espejo de una generación que quedará allí, enmarcado en un archivo para el futuro; un archivo fílmico que se irá preguntando si el sistema podrá al fin pensar en lo público mientras seguimos pidiéndole al mundo los mismos deseos y las mismas cosas, dentro del marco de un futuro que le es inevitable olvidarse del pasado. ¿Podremos escaparle al mundo de lo cíclico? Es entonces cuando un niño nos mira a cámara y escapa de la cercanía de su lente en una suerte de futuro del futuro que corre hacia un horizonte sin punto de fuga. Pero su mamá lo alcanza antes de que llegue a los autos que pasan rápidamente por la carretera. Comienza de nuevo entonces el juego de la esperanza.

Por Pablo Parra

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