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Cuando Whitney Houston murió todos tenían la sensación de haberla conocido. Es esa falsa sensación que te proporciona el hecho de haber crecido con su voz y presencia, de escucharla en la radio, en el hilo musical de un centro comercial, o viéndola por enésima vez en El Guardaespaldas con el I-will-always-love-you en bucle.
Pero no. No llegamos a conocer profundamente a esa cantante que batió records de venta, convirtiéndose en todo un fenómeno musical. El documental Whitney, dirigido por el oscarizado Kevin Macdonald, y presentado en el Festival de Cannes fuera de concurso, lo corrobora. No sabíamos casi nada de ella.
“Para contar una historia, tienes que conocerla, y esta había que contarla por completo, de una manera honesta para que la gente pudiera entender mejor su vida”, toma la palabra Pat Houston, cuñada, amiga y manager de Whitney durante muchos años.
En Whitney se cuenta que a la cantante le llamaban en su casa Nippy. La más pequeña, y única chica, con dos hermanos mayores, creció en un ambiente bastante protegido, de clase media. En este documental se trata pues de entender la personalidad autodestructiva y la adicción a las drogas de esta mujer que fue y sigue siendo adorada en todo el planeta,
Kevin Macdonald logró condensar en dos horas la vida de la intérprete, hija de cantante, que empezó a dar sus primeros pasos en la iglesia del barrio y más tarde en el coro de los conciertos de su madre. Macdonald pone frente a la cámara a sus hermanos mayores, a sus tías, a su mamá Cissy, a algunos amigos, a su viudo, a colaboradores y exparejas.
La misión del oscarizado director, consistió en investigar a fondo, halar hilos sueltos y atar cabos, a pesar de que la familia Houston estuvo siempre muy dispuesta a colaborar en el desarrollo de este documental.
“Era necesario contar la verdad, y este era el momento oportuno para hacerlo”, prosigue Pat, también productora ejecutiva, “desde la muerte de Whitney han sucedido muchas cosas, se generaron muchos rumores, aunque es probable que no se pueda detener toda la negatividad”.
En la playa del Hotel Majestic en Cannes, Pat Houston, casada con Gary, uno de los hermanos de Whitney, cuenta que durante los 26 años que lleva siendo parte de esa familia ha sido testigo de muchas cosas.
“Durante mucho tiempo, estando aún viva, Whitney tuvo que lidiar con muchas cosas”, rememora Pat, “pero ella era una profesional, un ícono musical que disfrutaba de lo que le rodeaba, aunque siempre fue recelosa de su vida privada”.
La adicción a las drogas fue lo más evidente. El deterioro físico, la pérdida parcial de la voz, la violencia doméstica, convirtieron a Whitney en un juguete roto, una triste figura.
“Cuando quieres salir de una adicción, tienes que empezar por ti misma”, comenta Pat Houston, “siempre estuvo con ella alguien de la familia para ayudarla, pero ella necesitaba entender primero que antes se tenía que ayudar ella misma para que algo pudiera ocurrir”.
Dar con “la verdad” no fue una tan fácil. Macdonald realizó innumerables entrevistas para luego decantarse por aquellas personas que más aportaban a este retrato de la súper estrella de la canción. En las manos del director cayeron imágenes reveladoras de la intimidad del círculo familiar que jamás se habían visto; y trae a colación una en especial a través de la cual se refleja “la relación extraordinaria entre Cissy y Whitney”.
En este largo proceso de producción, cuenta Macdonald que empezó a unir piezas, basadas más bien en impresiones y en una corazonada.
“Después de meses viendo imágenes de Whitney, sentí que había algo más”, relata el realizador, “aparte de cómo ella se mostraba delante de una cámara, tenía la sensación de que no se sentía a gusto en su propia piel, de que su imagen carecía de cualquier vestigio de sensualidad a pesar de ser una mujer hermosa; todo eso me hizo pensar que sufría algún tipo de trauma. Mucho más tarde, hablando con su hermano Gary, me enteré que tanto él como su hermana habían sufrido abusos sexuales por parte de un familiar muy cercano”.
Cuenta Pat que en el seno familiar se desconocían estos episodios de abusos, “estoy segura de que Whitney quería a su prima (la autora de las agresiones), y me imagino que siendo niña se vio en la disyuntiva de cómo me puedes querer si me haces daño”, dilucida Houston, “ y nadie sale indemne de algo así”.
Si bien para la familia fue doloroso ver el documental, Pat Houston afirma que sintió alivio al verlo por primera vez. “Ahora sé que Whitney está realmente en paz”.