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                                                                                                                                La voz de Pablo Montoya en italiano

                                                                                                                                Fragmento del ensayo “Elogio del silencio”, que acompaña la traducción italiana de Ximena Rodríguez Bradford, en la edición ilustrada de Tríptico de la infamia.

                                                                                                                                Fabio Rodríguez Amaya *

                                                                                                                                “Montoya urde con inteligencia una trama narrativa imperceptible y polifónica”, dice el profesor Fabio Rodríguez Amaya. /Archivo
                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                Las leen y estudian bajo la etiqueta de novelas históricas. Cierto sólo en parte porque, ante todo, son novelas –sin adjetivo–, de las mejores y más responsables escritas en Colombia en las dos primeras décadas del siglo xxi, junto con las de Luis Fayad, Roberto Burgos, Julio Olaciregui, Consuelo Triviño, Tomás González, Ricardo Cano y Julio Paredes. Y, además, son novelas cultas permeadas por la poesía en cuyo trasunto, lo histórico y la historia son sólo uno de los expedientes para pensar un País: Colombia, que es al tiempo un Continente y también Occidente, núcleo en esta trilogía de especulación y materia ficcional sobre los seres y las geografías, las sociedades y las culturas que los constituyen.

                                                                                                                                Read more!

                                                                                                                                La esencia de las tres narraciones, al igual que la pintura y la poesía, se enraíza en la imagen, germina en el numen, se expande en la palabra, genera una ca[ní]bal Imago mundi y deviene una cosmogonía. De este modo configura una unidad virtual y no declarada, donde los protagonistas encarnan arquetipos, en la estricta definición de ideas fundacionales, imágenes primordiales, modelos de entendimiento y de voluntad humanos.

                                                                                                                                Montoya traduce el conocimiento en fabulación, y lo asienta en un terso implante armónico, donde la música trasiega en texto narrativo rítmico y ritmado, cuya esencia material son la palabra exacta y el verbo medular. Los núcleos temáticos se intersecan, expanden y contraen, en un sistema de vasos comunicantes que proliferan en el rigor de su circularidad para escrutar momentos decisivos de Occidente.

                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                Read more!

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                                                                                                                                Montoya urde con inteligencia una trama narrativa imperceptible y polifónica. Su fin último es desvelar –sin ideologismos o denuestos–, las aberraciones del Poder –de cualquier bandera y régimen; denunciar la perversión de sus gestores y acólitos; testimoniar cómo éste asfixia cualquier revolución y reprime con la fuerza bruta. Sobre todo desde la firma de las cartas constitucionales que “democratizan” la Felicidad como una concesión, cuando se trata de un derecho inalienable de la especie humana.

                                                                                                                                Sin subterfugios, con la exactitud del poema y deviene característica su escritura, Montoya exhibe un conocimiento ponderado de Colombia, Latinoamérica y Europa. La ligereza del discurso narrativo, como auspicia Italo Calvino, ahonda el grito de dolor, reclama justicia en estos tiempos de xenofobias y racismos, guerras y saqueos, vulgaridad y desencanto. La trilogía alcanza la excelencia del arte testimonial y, al no ceder al mero regodeo narrativo, se aventura más allá de una esquemática visión para ser, al tiempo, novelística de ideas y de reflexión, rara de estos tiempos pedestres.

                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                * Profesor de Lengua y Literatura Hispanoamericana de la Universidad de Bérgamo.

                                                                                                                                “Montoya urde con inteligencia una trama narrativa imperceptible y polifónica”, dice el profesor Fabio Rodríguez Amaya. /Archivo
                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                Las leen y estudian bajo la etiqueta de novelas históricas. Cierto sólo en parte porque, ante todo, son novelas –sin adjetivo–, de las mejores y más responsables escritas en Colombia en las dos primeras décadas del siglo xxi, junto con las de Luis Fayad, Roberto Burgos, Julio Olaciregui, Consuelo Triviño, Tomás González, Ricardo Cano y Julio Paredes. Y, además, son novelas cultas permeadas por la poesía en cuyo trasunto, lo histórico y la historia son sólo uno de los expedientes para pensar un País: Colombia, que es al tiempo un Continente y también Occidente, núcleo en esta trilogía de especulación y materia ficcional sobre los seres y las geografías, las sociedades y las culturas que los constituyen.

                                                                                                                                Read more!

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                                                                                                                                Montoya traduce el conocimiento en fabulación, y lo asienta en un terso implante armónico, donde la música trasiega en texto narrativo rítmico y ritmado, cuya esencia material son la palabra exacta y el verbo medular. Los núcleos temáticos se intersecan, expanden y contraen, en un sistema de vasos comunicantes que proliferan en el rigor de su circularidad para escrutar momentos decisivos de Occidente.

                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                Read more!

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                                                                                                                                Montoya urde con inteligencia una trama narrativa imperceptible y polifónica. Su fin último es desvelar –sin ideologismos o denuestos–, las aberraciones del Poder –de cualquier bandera y régimen; denunciar la perversión de sus gestores y acólitos; testimoniar cómo éste asfixia cualquier revolución y reprime con la fuerza bruta. Sobre todo desde la firma de las cartas constitucionales que “democratizan” la Felicidad como una concesión, cuando se trata de un derecho inalienable de la especie humana.

                                                                                                                                Sin subterfugios, con la exactitud del poema y deviene característica su escritura, Montoya exhibe un conocimiento ponderado de Colombia, Latinoamérica y Europa. La ligereza del discurso narrativo, como auspicia Italo Calvino, ahonda el grito de dolor, reclama justicia en estos tiempos de xenofobias y racismos, guerras y saqueos, vulgaridad y desencanto. La trilogía alcanza la excelencia del arte testimonial y, al no ceder al mero regodeo narrativo, se aventura más allá de una esquemática visión para ser, al tiempo, novelística de ideas y de reflexión, rara de estos tiempos pedestres.

                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                * Profesor de Lengua y Literatura Hispanoamericana de la Universidad de Bérgamo.

                                                                                                                                Por Fabio Rodríguez Amaya *

                                                                                                                                Ver todas las noticias
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