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Son los días de los últimos movimientos del presidente Iván Duque. Lleva años hablando de economía naranja: primero explicándola y luego implementándola. Ha publicado libros, dado conferencias y hasta ha creado instituciones con enfoque en este asunto. También han surgido eventos. Este es el caso del GFACCT, el Gran Foro de Arte, Cultura, Creatividad y Tecnología.
Desde las primeras programaciones se prometió la presencia del presidente en la inauguración. Se decía que su intervención se daría a las 8 de la mañana. Unas horas antes de que se iniciara el primer conversatorio, dejó de aparecer en la lista. A las 11 de la mañana del pasado 21 de julio, unas personas comenzaron a correr alrededor de la tarima del Orquideorama del Jardín Botánico. Luego un helicóptero que sobrevoló varias veces comenzó a hacer ruido, demasiado ruido para un grupo de personas tratando de escuchar a alguien hablar. Al público le pidieron “amablemente” que desocupara para hacer ajustes logísticos. Al rato, unos soldados rodearon el lugar. “Sí, viene”, dijo un asistente.
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Hace meses, un exsoldado que participó en los operativos de seguridad del expresidente Uribe contó que existía el batallón Guardia Presidencial dentro del Ejército, y que allí mismo estaba la Casa Militar, que a su vez contenía un grupo de personas encargadas de la seguridad del presidente cuando se movía fuera de la Casa de Nariño. Que había anillos de seguridad y que los protocolos consistían en que un montón de agentes llegaban varios días antes para “hacer inteligencia”. Que antes de que el presidente llegara, debían hacer reconocimiento aéreo y que tenía que asegurar varias cuadras a la redonda. Entre más cerca del presidente estaban, más sofisticados o preparados eran los expertos en su cuidado. Cuando el soldado que contó su historia cuidó a Uribe, había algo llamado “Plan poderoso”, que era el que llevaban a cabo cuado él entraba a algún sitio. Tal vez fue el mismo para el presidente Duque esta vez.
Unas 10 personas caminaban adelante de él. No era seguridad, era gente buscando verlo o acercársele. Luego lo vimos rodeado por cinco hombres y una mujer. Según el exsoldado, ellos forman parte de la jefatura para la protección presidencial, y son “lo mejor de lo mejor”. Cubrieron cada ángulo del presidente. Había uno detrás de él, pero dándole la espalda o, mejor dicho, cuidándole la espalda.
El presidente saludó a unos cuantos y se sentó.
Su turno en tarima lo usó para hablar de las “siete íes”. Comenzó contando que hace exactamente 12 años estaba en Madrid haciendo una presentación en un foro de industrias creativas y culturales. Que, con un grupo de expertos, tenía que reflexionar sobre el futuro de las industrias creativas y que las presentaciones eran bastante complejas. Que fue justamente por esa complejidad que se les ocurrió mostrar, “integral y holísticamente”, la simplificación de conceptos sobre la economía naranja. De allí surgió esta idea de, por medio de siete palabras que comienzan por la letra i, explicar cómo es que este modelo de desarrollo transforma el sector cultural y creativo: información, instituciones, infraestructura, industria, integración, inclusión e inspiración.
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Duque también recordó que en 2013 publicó el libro La economía naranja, una oportunidad infinita, con su “buen amigo” Felipe Buitrago, quien fue viceministro de Economía Naranja y ministro de Cultura. Y explicó que la obsesión de los dos haciendo este libro fue la de llevar esas “siete íes” a una dimensión práctica. Años después, ese concepto se materializó en la Ley Naranja, que fue aprobada en el Congreso. Ese marco normativo fue el que llevó a cabo durante su gobierno.
Lo que siguió fue un balance de lo que, a través de algunas de esas palabras, su gobierno consiguió por medio de la economía naranja:
En el caso de la “i” de la información, contó que el Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE) y su equipo se plantearon la pregunta de cómo tener una cuenta satélite de cultura que se extendiera a todo el concepto de la economía naranja. Hablaron del patrimonio ancestral, convencional, artes escénicas, artes plásticas, digitales, los medios y creaciones funcionales. Contó que entendieron que si sumaban esos sectores, tendrían información más precisa sobre cuántas personas trabajaban en el sector, cuántas empresas existían, cómo lograrían potenciarlas y dónde, qué y cuándo exportarían. “Ese es uno de los primeros logros de las siete íes: durante este gobierno se creó la cuenta satélite de cultura y economía naranja, además de que logramos hacer un reporte anual sobre esta información crucial para la toma de decisiones”, dijo el presidente.
Siguió con la “i” de instituciones. Según Duque, se crearon algunas para hacer de la economía naranja una protagonista de desarrollo en Colombia: el Consejo Nacional de Economía Naranja, Viceministerio de la Creatividad y la Economía Naranja y Co Crea: “Con el nacimiento de estas entidades logramos asignar la mayor cantidad de recursos en la historia de nuestro país para impulsar la cultura de las industrias creativas. En las últimas convocatorias ya hemos tenido solicitudes y demandas de recursos que superan los US$250 millones”, señaló el presidente.
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Siguió la “i” de la infraestructura para el desarrollo cultural, y allí mencionó al nuevo Centro Nacional de las Artes, inaugurado hace dos meses en Bogotá. Según Duque, la mayor inversión en infraestructura cultural en la historia de Colombia. Contó que se invirtieron más de $160 mil millones. También habló de los ADN que se crearon para traer inversión privada e impactar culturalmente en “el capital humano”. Hoy, Colombia suma 92 áreas de desarrollo naranja.
Habló de la serie Pálpito, producida por colombianos, y se refirió a la “i” de la integración, incluyendo la película Encanto y reconociendo la participación de algunos colombianos. Sobre la “i” de inclusión, se refirió al Sena y las certificaciones que permitieron que algunos colombianos trabajaran en campos que antes no tenían cómo oficializar. Sobre la “i” de la inspiración, afirmó que era marcada porque los creadores conocieran el talento, las políticas, los emprendedores, los fondos y las nuevas tecnologías, para que pudieran juntarlas con el criterio y la visión del 4.0. “Entendamos que futura creatividad y cuarta revolución industrial son hermanas y tienen que dialogar. Este foro es mundial y queremos que Medellín se convierta, para este sector, en lo que Davos significa para el Foro Económico Mundial”.
El presidente cerró su intervención con una noticia: “Hoy, dos años después de haber enfrentado el embate más duro de esta pandemia, podemos decir con orgullo que se recuperaron el 100 % de los empleos de la economía naranja en el país”.