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Alejandro Ramírez Lambarry es mexicano, doctor en literatura hispanoamericana por la Universidad de París IV Sorbona y, actualmente, se desempeña como profesor-investigador del Departamento de Filosofía y Letras de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla. Ha publicado La voz animal en la literatura hispanoamericana (2015) y el libro de cuentos Testamento de la carne y el espíritu (2005). Ramírez Lambarry ha ejercido la crítica literaria y cultivado el ensayo, ha obtenido becas del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes (Fonca) y residencias artísticas. Aunque Las aventuras de un lanzador de enanos es su primera novela, es claro que ha dedicado su vida al análisis literario y al arte de narrar, y demuestra esta maestría en su primera obra de largo aliento.
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La prosa del autor mexicano es ágil, precisa y fluye a un ritmo vertiginoso, pero sabe detenerse para brindarnos momentos de epifanía: la vida es un sueño que lucha por sostenerse, una búsqueda perpetua de identidad. Este es el camino recorrido por Tomás Altarde, inmigrante mexicano en Estados Unidos, todero, un hombre que representa una cifra más persiguiendo el sueño americano. Trabaja como celador. Conoce el deporte de lanzamiento de enanos por azar, mientras se choca con un anuncio en una revista porno que ha dejado su compañero de turno.
La trama sobre la que se cimenta esta novela es la historia de un absurdo: un deporte cuyo propósito es lanzar enanos. El narrador-personaje empieza a practicarlo de manera amateur. Al principio, él mismo se ve envuelto en la duda. Teme lastimar al enano que intenta lanzar, lo que hace que su lanzamiento sea mediocre. Sin embargo, pronto logra superar este sentimiento inicial y cristaliza en su interior una pasión desbordada. Este deporte se convierte en su forma de sustento. Ejerce el lanzamiento de enanos en los bares, de manera clandestina. Desde esta perspectiva, lanzar enanos es una práctica marginal, algo que no es bien visto.
El narrador deja Estados Unidos y se muda a México. Acompaña la narración con reflexiones sobre el deporte, nos explica en qué consiste y cómo funciona. Altarde busca convencernos de que lanzar enanos es tan válido como perseguir una pelota a lo largo de un campo de fútbol o correr alrededor de una pista. La emoción de la competencia es la misma. El absurdo de nuestras propias formas de la realidad se asemeja a las relatadas por el narrador y creadas por el autor.
De este modo, Las aventuras de un lanzador de enanos se convierte en un mecanismo simbólico que reflexiona sobre aspectos claves de nuestra cosmogonía, de la manera en que elaboramos las verdades que sustentan nuestras vidas.
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La novela está narrada en primera persona, con un registro acorde con el personaje principal. Entonces, no nos encontramos con una novela que supedita los personajes a la trama. Al contrario, el tono de Altarde nos marca un ritmo, una posición socioeconómica y nos ubica en un lugar de la realidad. Él deja México para competir profesionalmente. Pero antes conoce a Aarón, su compañero en el deporte, su enano, una extensión de él: “A Aarón lo tengo grabado en las manos, sé cuál es la curva perfecta para ganarle distancia al vuelo, sé dónde presionar para darle buena dirección”.
Hay una relación especial entre el lanzador y su enano, nos cuenta Tomás. Ambos deben trabajar en sincronía para conseguir el lanzamiento perfecto. Pero la novela no solo trata de la historia de este dúo. Ramírez Lambarry va más lejos construyendo un libro no convencional, con una trama arriesgada, para mostrarnos de qué están compuestas las luchas humanas; cómo se forja el amor y la pasión, incluso si estas luchas parecen absurdas a los ojos de otros. Lanzar enanos es una metáfora perfecta de aquel paisaje que bosqueja nuestro interior y que nos marca un camino que a veces recorremos o que podemos abandonar por miedo.
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