Las barras bravas en las dictaduras del Cono Sur (I)
Presentamos la primera parte de una serie de anécdotas sobre algunas dictaduras del Cono Sur y su relación con el fútbol. En 1989, la Universidad de Chile descendió, mientras su barra coreaba: “Y va a caer y va a caer”.
María Paula Lizarazo
“El juego se ha convertido en espectáculo, con pocos protagonistas y muchos espectadores, fútbol para mirar, y el espectáculo se ha convertido en uno de los negocios más lucrativos del mundo, que no se organiza para jugar sino para impedir que se juegue. La tecnocracia del deporte profesional ha ido imponiendo un fútbol de pura velocidad y mucha fuerza, que renuncia a la alegría, atrofia la fantasía y prohíbe la osadía. Por suerte todavía aparece en las canchas, aunque sea muy de vez en cuando, algún descarado carasucia que sale del libreto y comete el disparate de gambetear a todo el equipo rival, y al juez, y al público de las tribunas, por el puro goce del cuerpo que se lanza a la prohibida aventura de la libertad”.
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“El juego se ha convertido en espectáculo, con pocos protagonistas y muchos espectadores, fútbol para mirar, y el espectáculo se ha convertido en uno de los negocios más lucrativos del mundo, que no se organiza para jugar sino para impedir que se juegue. La tecnocracia del deporte profesional ha ido imponiendo un fútbol de pura velocidad y mucha fuerza, que renuncia a la alegría, atrofia la fantasía y prohíbe la osadía. Por suerte todavía aparece en las canchas, aunque sea muy de vez en cuando, algún descarado carasucia que sale del libreto y comete el disparate de gambetear a todo el equipo rival, y al juez, y al público de las tribunas, por el puro goce del cuerpo que se lanza a la prohibida aventura de la libertad”.
Eduardo Galeano
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Durante este mes de protestas en Colombia, barras como los Comandos Azules, la Blue Rain, el Barón Rojo, la Guardia Albirroja Sur, Frente Radical, La Rexistenxia y Los del Sur, han estado manifestándose en las calles, en donde han transformado sus arengas futboleras en reclamos sociales. Tras más de un año de estadios sin público en el país, las calles han sido el escenario en el que las camisetas, los colores y los escudos han vuelto a toparse entre las multitudes. Si echamos la vista atrás, estas conjunciones de protesta social y barriadas en diferentes momentos en países de América Latina, tienen de antecedente algunos episodios como las últimas dictaduras del Cono Sur. Uno de los casos en los que el fútbol fue afectado por una dictadura militar, pero, también cómplice de esta, fue en Chile, en el período de Augusto Pinochet.
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En el año 2019, las barras de la Universidad de Chile, Los de Abajo y Los de Abajo Antifacistas, propusieron un recorrido de la memoria en el Estadio Nacional de Chile para posibilitar un espacio de reivindicación ante los sucesos ocurridos en ese recinto durante la primera etapa de la dictadura de Augusto Pinochet. En ese año, algunos integrantes de la barra respondieron en entrevista para un medio chileno que: “como hinchada antifascista llevamos más de 18 años luchando, en las calles y la galería, que son nuestras trincheras. Siempre se ha peleado por la verdad de lo ocurrido tras la dictadura militar. Fuimos la primera barra en cantar contra la dictadura ‘Y va caer’, como consigna hacia Pinochet. Siempre hemos estado luchando contra el silencio, por la justicia y contra esta ‘democracia’ que perpetúa el legado de la dictadura. ¿Cómo podemos llamarle democracia si aún no sabemos dónde están nuestros compañeros y familiares?”.
El recorrido está enfocado en la historia del club y de ambas barras, que crearon estos caminos de memoria dentro del Estadio para que los nuevos integrantes de las barras se identifiquen y se reconozcan en la historia del mismo, en la crisis económica que vivió su club durante la dictadura y en casos como el del partido de Chile contra la URSS, que se negaba a jugar en el Estadio Nacional, y por lo que integrantes de la FIFA, que tenía de presidente a Stanley Rous, viajaron a Chile para corroborar que nada pasaba allí. Finalmente, Chile jugó solo ese partido.
Cuando Pinochet subió al poder por el Golpe de Estado a Salvador Allende aquel 11 de septiembre del 73, la barra de la U se autodenominaba El Imperio Azul. Su líder era el “Maricón” Martínez y él, junto a otros integrantes de la barra, disfrutaba tertulias con dirigentes del Club que, tras el Golpe, habían sido puestos allí.
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Pasados los años y sobreviviendo a las crisis económicas que el Club tenía, a partir del 88, algunos hinchas que no querían pertenecer a la barra ni seguir sus cánticos semi europeos, se empezaron a ubicar debajo de El Imperio Azul. Eliminaron la caja y dejaron al bombo sonando en solitario, buscando acelerar los cánticos para que detonaran una impresión más agresiva en la cancha. Al año siguiente, en el 89, la Universidad de Chile descendió.
La U era el equipo que tenía la mayor deuda económica de todos los clubes del país. El único refuerzo que tuvo para el 88 fue el volante zurdo Jorge Pérez. En los octavos de final de junio de ese año, la Universidad fue eliminado de la Copa Chile. Y previo al inicio del siguiente torneo, Alberto Quintano, el director técnico, renunció por problemas con la dirigencia. Manuel Pelligrini, que dirigía las inferiores, firmó con el equipo el 7 de julio y comenzó la temporada con un empate 1-1 frente a Palestino, el equipo que, junto a la Unión Española, tuvo mayores retribuciones económicas desde el 74.
En agosto, Pelligrini viajó a un curso de un mes a Inglaterra y en su lugar asumió el ex arquero Carlos Urzúa: en los cuatro partidos sin Pelligrini, la U tuvo un empate y tres derrotas. Al regreso de Pelligrini, volvieron a ganar contra Colo Colo en el Estadio Nacional, con un 3-0. El equipo azul llegó a la denominada “tarde más triste”, la última fecha, con un punto por encima del descenso.
Era el 15 de enero de 1989. Se enfrentaban ante Cobresal en el Nacional. En otros estadios, Unión Española y O’Higgins ganaron, para desgracia de la U. Algunos hablaban de que el club se acabaría, otros mencionaban que aquella tarde apareció entre las sombras el Hombre Maletín, otros aseguraban que los jugadores de Unión Española se drogaron para ganar y que la Universidad descendiera.
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Desde esa tarde triste de verano, aquel grupo de hinchas ajenos a El Imperio Azul, que venían creciendo desde el 88 en la parte de debajo de las gradas, siguió a su club a todas partes y contra todos los pronósticos, cantando para la U y cantando, también, en las marchas junto al partido comunista: “Y va a caer y va a caer”. En el 88, Pinochet prometió 300 millones de pesos chilenos para terminar las obras del Estadio Monumental de Colo Colo. Y sin mayor información sobre qué pasó con esos recursos, mientras unos cantaban “Y va a caer”, un estadio terminaba de erigirse.