La juventud y las mujeres le dan la vuelta a Jazz al Parque
El festival regresa para ofrecerle al público bogotano una apuesta por sonidos diversos, tanto en su relación con el género como con su representación geográfica.
Hugo Santiago Caro
Después de tres años y dos días desde su última edición, el turno de regreso para los festivales públicos es para Jazz al Parque, una edición que durante varios días de septiembre sintonizará a la capital del país con el circuito de festivales de este género que se llevan a cabo en toda Latinoamérica durante el mes (Medellín, Barranquilla, Cali y Pasto, así como Quito (Ecuador), donde también celebran sus certámenes en esta temporada).
El regreso después de un período mediado por la pandemia, en el que Jazz al Parque supo llevar el espectáculo a los bogotanos por medio de iniciativas como recitales virtuales y conciertos itinerantes en las diferentes localidades de Bogotá, representa la vuelta de los grandes invitados internacionales al festival, que en 2021 celebró 25 años de existencia.
“Luego de la ausencia por casi tres años de Jazz al Parque, haremos un festival con una programación innovadora y audaz que demostrará que el jazz no es para una minoría, por el contrario, es un lenguaje universal y diverso que reúne a todos los públicos”, afirmó Mauricio Galeano director (e) de Idartes.
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Dentro de las figuras de renombre aparecen el joven pianista indonesio Joey Alexander, quien con 19 años ya cuenta con seis álbumes de estudio y promocionará el más reciente, Origin, en Bogotá y el saxofonista puertorriqueño David Sánchez, que al igual que el guitarrista brasileño Guinga aparece en el cartel tanto en Bogotá como en Ecuador Jazz 2022 en Quito (15 al 25 de septiembre). Una muestra de la gestión para articular a Jazz al Parque con la temporada septembrina de jazz.
Sin embargo, el festival deja mensajes claros con su curaduría en cuanto a los parámetros bajo los que se rige y las ausencias o posibles presencias. Un ejemplo de esto es que, en la misma semana de Jazz al Parque, los exmiembros de Irakere Chucho Valdés y Paquito D’Rivera, insignias del jazz afrocubano, estarán presentándose en el Teatro Jorge Eliécer Gaitán en una gira que los llevará a encabezar los carteles de Barranquijazz, Ajazzgo, en Cali, y Medejazz, en Medellín.
“Aquí, en el jazz, no todo está escrito, no todos son los mismos con las mismas. No siempre la gente mayor y con más trayectoria es la que está haciendo las cosas más interesantes”, afirma Daniella Cura, curadora del festival. Esta posición obedece a un parámetro claro de Jazz al Parque en su historia: la selección de “maestros emergentes”, como lo define Simón Calle, docente universitario y coautor del libro Jazz al Parque 25 años.
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“La carrera de una estrella del jazz se va describiendo como una curva en ascenso que después se aplana. Esto tiene que ver con la exploración musical y el desarrollo de un sonido propio. En esta búsqueda muchos músicos transforman el género o imponen un estilo, y es cuando se les empieza a considerar maestros del jazz. Poder escuchar a un músico o ver la obra de cualquier artista en su momento de exploración y consolidación es ser parte de la historia”, afirma Calle en la publicación.
Bajo la figura de maestros emergentes han venido en años recientes al festival artistas con apuestas novedosas, como la ganadora del Grammy en 2011 Esperanza Spalding, con su proyecto Emily's D+Evolution, y la baterista Terri Lyne Carrington. “Ahora estaría mucho más difícil traerlas”, afirma Cura.
Unido a ese criterio de maestras emergentes, el cartel de Jazz al Parque 2022 lo encabezan dos mujeres que recién pasan el umbral de los 30 años: iLe, nombre artístico de Ileana Mercedes Cabra, cantautora puertorriqueña, y Julieta Rada, de Uruguay. Una apuesta por abrir Jazz al Parque a otras corrientes poco tradicionales en el género. “Es muy importante integrar a otros géneros y otros lenguajes que están fusionados y representados en el jazz o hasta fuera de él, y por eso son tan importantes las apuestas como la de iLe y la de Julieta Rada”, cuenta Cura.
La apuesta por la juventud y la representación femenina también se encarna en la Big Band femenina, que convocó a 93 músicas de Bogotá para ocupar 18 plazas en el ensamble que dirigirá la barranquillera Esther Rojas. Una reunión que debutará el 15 de septiembre, en la antesala de los dos días de festival, en el Centro Cultural del Gimnasio Moderno.
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“Estaba muy pendiente abrir ese espacio para las mujeres, enfocado directamente a las mujeres. No siempre son los mismos cuatro escribiendo sobre los mismos seis o los mismos ocho programando los mismos 16. La convocatoria de propuestas distritales y la convocatoria de la Big Band lo deja bastante claro, son un montón de mujeres que no todas se conocían entre sí”, relata la curadora del festival sobre el proceso de creación de este ensamble.
Otra de las corrientes claras en la curaduría es tratar de abarcar talentos de la mayor parte del mundo posible. Desde Puerto Rico vienen iLe y Sánchez, Alexander representa a Indonesia (aunque viva en Estados Unidos) y Suramérica hace presencia con Julieta Rada (Uruguay) y Guinga (Brasil).
Lo mismo pasa con la selección de artistas nacionales: Papayebrass llega a Bogotá desde Santo Tomás (Atlántico), Fatua Trío es una agrupación nariñense y Laura Valbuena, aunque radicada en Austria, llega con su ensamble Entre Nos Quintett representando a su natal Ubaté (Cundinamarca). Cabe destacar que Valbuena, de 27 años, se presentará también en Medejazz, en un intento por abarcar los sonidos de todo el territorio nacional, así como del mundo.
Así como la Big Band, que puede ser la muestra insignia del festival, la convocatoria distrital de estímulos dejó con mejor desempeño a Andrés Corredor Chroma Trío, El Tote, Ensamble Macondo, Last Dreamers, Ramé, Santiago Sandoval y Sergio Páramo Quartet. Agrupaciones que estarán entregando a la ciudad lo mejor de su propio talento y dejarán ver el lenguaje que habla el jazz en Bogotá.
Para estos artistas distritales, el festival ofrecerá también herramientas que son parte de su ciclo académico y están enmarcadas en el Bogotá Music Market (BOmm). Una de ellas es un conversatorio con Carlos Chirino, director del Laboratorio de Música y Cambio Social de la Universidad de Nueva York. “Con los músicos de jazz hay una gran falencia en la educación musical, les enseñan a ser buenos músicos y nada más. No les enseñan cómo organizar su propuesta, cómo mover su propuesta, cómo abrirse horizontes profesionales, cómo adquirir herramientas en la industria de la música, y esa es la charla que vamos a tener”, cuenta Cura.
Juventud, representación femenina y una amplitud territorial en sus invitados que recoge sonidos y lenguajes completamente diversos refuerzan el espacio de celebración que ha tenido por 26 años el jazz en Bogotá. Al mismo tiempo se evidencia la intención de lograr con los componentes académicos y comerciales suscitar diálogos entre los actores distritales del género con los mercados que lo rodean, entre la movida de la capital con el jazz de todo el continente.
Una curaduría no deja de ser una labor subjetiva, pero sin duda la del festival de este 2022 tiene una visión clara que no olvida de dónde viene Jazz al Parque con conceptos como los maestros emergentes, entre otros, y lo pone al servicio de nuevas formas de vivir el festival. Si el mundo es otro después de la pandemia por covid-19, el Festival regresa al parque El Country para mostrar que otro Jazz al Parque es posible.
Después de tres años y dos días desde su última edición, el turno de regreso para los festivales públicos es para Jazz al Parque, una edición que durante varios días de septiembre sintonizará a la capital del país con el circuito de festivales de este género que se llevan a cabo en toda Latinoamérica durante el mes (Medellín, Barranquilla, Cali y Pasto, así como Quito (Ecuador), donde también celebran sus certámenes en esta temporada).
El regreso después de un período mediado por la pandemia, en el que Jazz al Parque supo llevar el espectáculo a los bogotanos por medio de iniciativas como recitales virtuales y conciertos itinerantes en las diferentes localidades de Bogotá, representa la vuelta de los grandes invitados internacionales al festival, que en 2021 celebró 25 años de existencia.
“Luego de la ausencia por casi tres años de Jazz al Parque, haremos un festival con una programación innovadora y audaz que demostrará que el jazz no es para una minoría, por el contrario, es un lenguaje universal y diverso que reúne a todos los públicos”, afirmó Mauricio Galeano director (e) de Idartes.
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Dentro de las figuras de renombre aparecen el joven pianista indonesio Joey Alexander, quien con 19 años ya cuenta con seis álbumes de estudio y promocionará el más reciente, Origin, en Bogotá y el saxofonista puertorriqueño David Sánchez, que al igual que el guitarrista brasileño Guinga aparece en el cartel tanto en Bogotá como en Ecuador Jazz 2022 en Quito (15 al 25 de septiembre). Una muestra de la gestión para articular a Jazz al Parque con la temporada septembrina de jazz.
Sin embargo, el festival deja mensajes claros con su curaduría en cuanto a los parámetros bajo los que se rige y las ausencias o posibles presencias. Un ejemplo de esto es que, en la misma semana de Jazz al Parque, los exmiembros de Irakere Chucho Valdés y Paquito D’Rivera, insignias del jazz afrocubano, estarán presentándose en el Teatro Jorge Eliécer Gaitán en una gira que los llevará a encabezar los carteles de Barranquijazz, Ajazzgo, en Cali, y Medejazz, en Medellín.
“Aquí, en el jazz, no todo está escrito, no todos son los mismos con las mismas. No siempre la gente mayor y con más trayectoria es la que está haciendo las cosas más interesantes”, afirma Daniella Cura, curadora del festival. Esta posición obedece a un parámetro claro de Jazz al Parque en su historia: la selección de “maestros emergentes”, como lo define Simón Calle, docente universitario y coautor del libro Jazz al Parque 25 años.
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“La carrera de una estrella del jazz se va describiendo como una curva en ascenso que después se aplana. Esto tiene que ver con la exploración musical y el desarrollo de un sonido propio. En esta búsqueda muchos músicos transforman el género o imponen un estilo, y es cuando se les empieza a considerar maestros del jazz. Poder escuchar a un músico o ver la obra de cualquier artista en su momento de exploración y consolidación es ser parte de la historia”, afirma Calle en la publicación.
Bajo la figura de maestros emergentes han venido en años recientes al festival artistas con apuestas novedosas, como la ganadora del Grammy en 2011 Esperanza Spalding, con su proyecto Emily's D+Evolution, y la baterista Terri Lyne Carrington. “Ahora estaría mucho más difícil traerlas”, afirma Cura.
Unido a ese criterio de maestras emergentes, el cartel de Jazz al Parque 2022 lo encabezan dos mujeres que recién pasan el umbral de los 30 años: iLe, nombre artístico de Ileana Mercedes Cabra, cantautora puertorriqueña, y Julieta Rada, de Uruguay. Una apuesta por abrir Jazz al Parque a otras corrientes poco tradicionales en el género. “Es muy importante integrar a otros géneros y otros lenguajes que están fusionados y representados en el jazz o hasta fuera de él, y por eso son tan importantes las apuestas como la de iLe y la de Julieta Rada”, cuenta Cura.
La apuesta por la juventud y la representación femenina también se encarna en la Big Band femenina, que convocó a 93 músicas de Bogotá para ocupar 18 plazas en el ensamble que dirigirá la barranquillera Esther Rojas. Una reunión que debutará el 15 de septiembre, en la antesala de los dos días de festival, en el Centro Cultural del Gimnasio Moderno.
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“Estaba muy pendiente abrir ese espacio para las mujeres, enfocado directamente a las mujeres. No siempre son los mismos cuatro escribiendo sobre los mismos seis o los mismos ocho programando los mismos 16. La convocatoria de propuestas distritales y la convocatoria de la Big Band lo deja bastante claro, son un montón de mujeres que no todas se conocían entre sí”, relata la curadora del festival sobre el proceso de creación de este ensamble.
Otra de las corrientes claras en la curaduría es tratar de abarcar talentos de la mayor parte del mundo posible. Desde Puerto Rico vienen iLe y Sánchez, Alexander representa a Indonesia (aunque viva en Estados Unidos) y Suramérica hace presencia con Julieta Rada (Uruguay) y Guinga (Brasil).
Lo mismo pasa con la selección de artistas nacionales: Papayebrass llega a Bogotá desde Santo Tomás (Atlántico), Fatua Trío es una agrupación nariñense y Laura Valbuena, aunque radicada en Austria, llega con su ensamble Entre Nos Quintett representando a su natal Ubaté (Cundinamarca). Cabe destacar que Valbuena, de 27 años, se presentará también en Medejazz, en un intento por abarcar los sonidos de todo el territorio nacional, así como del mundo.
Así como la Big Band, que puede ser la muestra insignia del festival, la convocatoria distrital de estímulos dejó con mejor desempeño a Andrés Corredor Chroma Trío, El Tote, Ensamble Macondo, Last Dreamers, Ramé, Santiago Sandoval y Sergio Páramo Quartet. Agrupaciones que estarán entregando a la ciudad lo mejor de su propio talento y dejarán ver el lenguaje que habla el jazz en Bogotá.
Para estos artistas distritales, el festival ofrecerá también herramientas que son parte de su ciclo académico y están enmarcadas en el Bogotá Music Market (BOmm). Una de ellas es un conversatorio con Carlos Chirino, director del Laboratorio de Música y Cambio Social de la Universidad de Nueva York. “Con los músicos de jazz hay una gran falencia en la educación musical, les enseñan a ser buenos músicos y nada más. No les enseñan cómo organizar su propuesta, cómo mover su propuesta, cómo abrirse horizontes profesionales, cómo adquirir herramientas en la industria de la música, y esa es la charla que vamos a tener”, cuenta Cura.
Juventud, representación femenina y una amplitud territorial en sus invitados que recoge sonidos y lenguajes completamente diversos refuerzan el espacio de celebración que ha tenido por 26 años el jazz en Bogotá. Al mismo tiempo se evidencia la intención de lograr con los componentes académicos y comerciales suscitar diálogos entre los actores distritales del género con los mercados que lo rodean, entre la movida de la capital con el jazz de todo el continente.
Una curaduría no deja de ser una labor subjetiva, pero sin duda la del festival de este 2022 tiene una visión clara que no olvida de dónde viene Jazz al Parque con conceptos como los maestros emergentes, entre otros, y lo pone al servicio de nuevas formas de vivir el festival. Si el mundo es otro después de la pandemia por covid-19, el Festival regresa al parque El Country para mostrar que otro Jazz al Parque es posible.