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Los 38 premios entregados en diez categorías ayer a los mejores trabajos periodísticos, en el marco de los Premios Simón Bolívar, mostraron diferentes temáticas que fueron resaltadas por el jurado de este año, que estuvo compuesto por: Luz Amalia Camacho, Patricia Gómez, Ignacio Mantilla, Carmen Millán, León Darío Peláez y Fernando Ramírez y Héctor Abad Faciolince, este último como presidente. El autor antioqueño, que dijo que era mejor recibir que entregar premios, afirmó que “no hay palabras suficientes, no alcanzan las cámaras, no hay antenas ni radios que basten para contar lo que pasa en un año de este país intenso, extenso, excesivo, exagerado”.
Sin embargo, el escritor y columnista resaltó que “el periodismo colombiano este año ha hecho bien su tarea”. Las palabras del presidente del jurado resaltaron los deberes del “buen periodismo” y la responsabilidad que tiene, ya que para él “el periodismo serio despeja, indaga, escarba, va al lugar de los hechos, analiza, sopesa y dice: ¡miren, miren!, esto es lo que podemos sostener y publicar porque lo hemos pasado por el tamiz del cuidado, por el cruce de fuentes, con sustento de pruebas documentales”. Aquí se abre una discusión que se ha dado durante años con respecto al estado de este oficio.
En los discursos pronunciados tanto por Héctor Abad Faciolince, como por el presidente Gustavo Petro, así como por Fidel Cano, director de este diario y ganador del premio a la Vida y Obra de un Periodista, y el invitado especial Daniel Inneraity, se hizo una reflexión sobre el papel que juega el periodismo dentro de la sociedad y la importancia del oficio en el momento que vivimos.
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La inmediatez, las redes sociales y el término “satisfacción de las audiencias”, que mencionó el director de este medio, son palabras que abundan en el discurso sobre el periodismo y que, probablemente, no dejarán de aparecer frente a nuestros ojos. Cano advirtió que apuntar a las tendencias y dejar de lado el “encontrar historias, líneas de investigación, reunirse con fuentes”, hará de los periodistas actores prescindibles en una sociedad, sobre todo en un mundo que cada vez va más rápido -esto en parte por las redes-, y no parece mostrar signos de detenerse o ralentizarse, lo que hace que se pierda “el por qué del periodismo”.
“Tratar de hacer del mundo algo inteligible” fue la consigna bajo la cual el filósofo Daniel Innerarity encontró un punto en común entre su área de conocimiento y la que se premió ayer. Para el filósofo estamos ante una crisis con dimensiones no transitorias que el mundo no puede ver como algo pasajero. “No estamos en medio de una crisis (ni siquiera de varias, como suele asegurarse, por ejemplo, con el término “sindemia”); no vivimos en una sociedad en la que hay contagios, sino en una sociedad contagiosa; estamos en un mundo epidémico y no tanto en un mundo en el que irrumpen de vez en cuando las epidemias, de inestabilidad financiera sistémica más que de crisis económicas ocasionales. Creo no exagerar si afirmo que no estamos preparados para vivir y gobernar un mundo en el que no hay crisis, sino que es crítico”.
Si la crisis a la que Innerarity se refiere no es pasajera, podría hablarse entonces de las crisis que han permeado el mundo periodístico y aquellas situaciones que divierten poco a Fidel Cano. Estas podrían considerarse como parte de ese acontecimiento global de dimensiones no transitorias. Pero no todo el panorama es oscuro, porque si las palabras de Innerarity cuando afirmó que “las crisis nos están recordando la necesidad de pensar en una nueva manera de hacer política que sea más receptiva para las formas inéditas que tendrá que adoptar una sociedad que se hace cada vez más imprevisible”, se toman al pie de la letra, hay una esperanza en la creatividad y receptividad que se pueden adoptar desde el periodismo.
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El poder como actor clave hizo una aparición en la ceremonia. De las primeras cosas que las facultades de comunicación suelen enseñar a sus alumnos es que “el periodismo es el cuarto poder”, pero ese concepto es también el objeto de esta disciplina que, en palabras de Faciolince, “tiene que denunciarse con más ahínco: el abuso de poder, la intimidación o la persecución del poder. Para el periodismo independiente no hay nada peor que la persecución, el miedo y la obligación de repetir a ciegas una verdad oficial, así esta esté reñida con la realidad”.
Este fue un concepto presente en el discurso del presidente Gustavo Petro, para quien los periodistas y políticos comparten un rasgo fundamental: el ser comunicadores sociales, más allá de la naturaleza comunicativa humana. Para el presidente fue importante resaltar la libertad de expresión como lugar común en el discurso y que últimamente ha sido un tema de discusión frente a los límites de esa libertad y las consecuencias para quienes cruzan esas fronteras.
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El mandatario también incluyó en su discurso la palabra “poder”, afirmando que “la prensa debe proteger a la sociedad del Estado, del poder, y ser independiente de ese poder. Es una limitante del poder”. Llegados a este punto, la lupa está puesta sobre las empresas y conglomerados económicos, pues en palabras del presidente “el poder ya no está en el estado (...) está en la economía”. Cuestionar esa cúpula que sostiene a la sociedad implica plantear preguntas frente a las maneras en las que el periodismo se ejerce actualmente y, tocando en un debate eterno, cómo se puede ejercer un periodismo independiente del poder que está tanto en la economía, como en el auge de las redes sociales.
La edición 47 del Premio Nacional de Periodismo Simón Bolívar dejó más que el reconocimiento al esfuerzo y dedicación de los periodistas premiados, una reflexión sobre las puertas que se abren para un debate mayor que es necesario tener frente a las preocupaciones y crisis constantes en las que tanto el oficio como el mundo están sumidos.
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