Las disputas sobre la restauración de una pirámide en Egipto
Desde que el Consejo Supremo de Antigüedades anunció su plan para restaurar la pirámide de Micerino, llovieron críticas que alegan que el proyecto no cumple con los estándares científicos que requiere el monumento.
Andrea Jaramillo Caro
Bajo el sol ardiente y entre las dunas de arena, las pirámides de Giza se han convertido en el símbolo de una civilización antigua y una sociedad que trabaja por su salvaguarda. Durante siglos, los egipcios han velado por la seguridad de los vestigios de sus ancestros que, a pesar de años de saqueos al interior de las tumbas de sus antiguos faraones, se han mantenido en pie. Sin embargo, el más reciente esfuerzo de conservación de uno de estos monumentos atrajo críticas por parte de expertos arqueólogos y egiptólogos.
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Bajo el sol ardiente y entre las dunas de arena, las pirámides de Giza se han convertido en el símbolo de una civilización antigua y una sociedad que trabaja por su salvaguarda. Durante siglos, los egipcios han velado por la seguridad de los vestigios de sus ancestros que, a pesar de años de saqueos al interior de las tumbas de sus antiguos faraones, se han mantenido en pie. Sin embargo, el más reciente esfuerzo de conservación de uno de estos monumentos atrajo críticas por parte de expertos arqueólogos y egiptólogos.
El pasado 25 de enero, el secretario general del Consejo Supremo de Antigüedades, el Dr. Mostafa Waziry, publicó en Facebook un video en el que presentó al público, en medio de trabajadores que excavaban un lado de la pirámide de Micerino, la nueva gesta por la restauración de este monumento, la cual ha sido llamada “un regalo de Egipto al mundo”.
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La pirámide, que en un principio medía 65.5 metros de altura y que ahora se eleva hasta los 61 metros, fue abierta en 1837 por los egiptólogos británicos Howard Vyse y John Shae Perring. El sarcófago de basalto, donde reposaban los restos del faraón Micerino, fue extraído de la pirámide y embarcado en el navío “Beatriz”, el cual se hundió, junto con el monarca egipcio, en octubre de 1838. “En la entrada de la pirámide hay una inscripción que se cree que data de la dinastía XXVI. Registra que Menkaure murió el día veintitrés del cuarto mes del verano y que construyó la pirámide”, escribió el egiptólogo Zahi Hawass en 2005.
Con el proyecto de restauración, la fachada de la pirámide más pequeña del complejo de Giza sería revestida con bloques de granito, devolviéndole su imagen original. El monumento, que fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 2015, fue construido durante el tercer milenio a.C. La piedra caliza con la que fue edificado y el granito que lo recubría sucumbieron al paso del tiempo, por lo que el secretario general detalló que el material de la restauración sería el mismo que utilizaron los obreros que construyeron el mausoleo del faraón Micerino, pues saldría de la base de la pirámide.
El video a través del cual Waziry anunció el plan, que tendría una duración de tres años, causó controversia, pues, además de que parece que ya se han adelantado excavaciones, expertos aseguran que es una violación a los estándares arqueológicos a los cuales se ha comprometido el país.
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Una de las voces más críticas frente a la apuesta de restauración es la de Monica Hanna, decana de la Facultad de Arqueología y Patrimonio Cultural de la Academia Árabe de Ciencia, Tecnología y Transporte Marítimo de Egipto. En una publicación compartida en Facebook, la egiptóloga condenó la realización de este proyecto financiado por Japón, con la participación del arqueólogo japonés, Sakuji Yoshimur.
En su texto, Hanna argumentó que se ha comprobado que “los bloques de granito al lado de la Pirámide de Micerino no están pulidos, porque los antiguos egipcios solo los pulían hasta convertirlos en mampostería de sillar cuando colocaban las hileras de revestimiento de la pirámide. Por lo tanto, estos bloques son fragmentos que no cayeron de la pirámide misma, sino que fueron dejados por los trabajadores de la pirámide como asuntos pendientes”. Esto significa que al no estar pulidos, los bloques de granito no solo no representan la imagen original de la pirámide, sino que ponen en riesgo toda la estructura. Según la egiptóloga, “el objetivo del uso de granito era cubrir la pirámide, y las piedras utilizadas en la construcción de la pirámide aún no habían sido expuestas a procesos de erosión y diversos factores de daño”. Enfatizó en que los bloques de piedra caliza han sufrido daños durante los últimos 4000 años a raíz de la erosión, por lo que su composición física ha cambiado y se han vuelto vulnerables. Por ende, “no hay evidencia que confirme que los bloques de piedra caliza marchitos puedan resistir un nuevo revestimiento con piedras de granito”.
Hanna considera que “cualquier intento de revestir y refinar los bloques alrededor de la pirámide es una interferencia flagrante con el trabajo de los antiguos egipcios, que aún necesitaban completar esta pirámide, y afectaría la integridad y autenticidad del monumento”.
A la voz de la egiptóloga se unió el doctor Ahmed Badran, profesor de egiptología de la Universidad de El Cairo, quien declaró a la BBC: “Ni siquiera estamos completamente seguros de que la pirámide llegó a cubrirse completamente con una capa de granito en los tiempos antiguos. Esta ha sido la forma de la pirámide durante siglos, por lo que no tiene sentido cambiarla ahora”.
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Adicionalmente, la Carta de Venecia, adoptada en 1965 por los miembros del Consejo Internacional de Monumentos (ICOMOS, por sus siglas en inglés), estipula en el artículo 9 que “el proceso de restauración es una operación altamente especializada. Su objetivo es preservar y revelar el valor estético e histórico del monumento y se basa en el respeto al material original y a los documentos auténticos. Debe detenerse en el punto donde empiezan las conjeturas y, en este caso, además, cualquier trabajo suplementario que sea indispensable debe ser distinto de la composición arquitectónica y debe llevar un sello contemporáneo. La restauración en todo caso deberá ir precedida y seguida de un estudio arqueológico e histórico del monumento”.
Estos argumentos hicieron que el Ministerio de Turismo y Antigüedades examinara el proyecto con la creación de un comité especializado “para revisar el proyecto de restauración arquitectónica de la pirámide de Menkaure en la meseta de Giza”. El ministro Ahmed Issa designó al reconocido egiptólogo Zahi Hawass como presidente de la comisión que, junto a arqueólogos e ingenieros expertos de Estados Unidos, República Checa y Alemania, evaluará “la propuesta de proyecto conjunto entre el Consejo Supremo de Antigüedades (SCA) y la misión de la Universidad de Waseda en Japón, que ha presentado el proyecto de restauración arquitectónica de la Pirámide de Menkaure en la meseta de Giza”.
De acuerdo con el comunicado difundido a través de Facebook, tras la inspección, el comité emitirá un reporte científico detallado en el que compartirán los descubrimientos y procedimientos que se deberán tomar junto a la UNESCO. “El comité presentará este informe para la aprobación del Ministro de Turismo y Antigüedades antes de comenzar cualquier trabajo relacionado con el proyecto en la Pirámide de Menkaure y sus alrededores en el terreno”.
Este tipo de documento es algo que Hanna reclama en su texto, pues argumenta que “el método científico es el único enfoque aceptable para un proyecto científico antes de que se convierta en promocional o impulsado por los medios. Al Secretario General le habría ido mejor si hubiera publicado el estudio completo del proyecto en una revista arqueológica internacional revisada por pares”.
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