La colección Quimbaya y su pedido de repatriación, un debate más allá del brillo del oro
El 31 de mayo se llevó a cabo en el Museo del Oro de Armenia el simposio “Rescatando nuestro origen Quimbaya”, donde diferentes expertos y autoridades se reunieron para discutir las implicaciones del reclamo emitido por el gobierno colombiano el pasado 9 de mayo pidiendo la devolución de la colección Quimbaya que se encuentra en España.
Andrea Jaramillo Caro
A lo largo de cuatro conversatorios, en los que participaron invitados nacionales e internacionales, se discutieron temas alrededor de la repatriación, la historia de la colección Quimbaya y su importancia para Colombia. El ministro de las Culturas, Juan David Correa, la directora del Instituto Colombiano de Antropología e Historia (ICANH), Alhena Caicedo, la directora de Asuntos Culturales del Ministerio de Relaciones Exteriores, Catalina Ceballos Carriazo, el politólogo y autor de ‘The Return of Cultural Heritage to Latin America’, Pierre Losson, la exdirectora del Museo del Oro, Clemencia Plazas, entre otro fueron alguno de los invitados a este evento en el que quisieron comenzar a tener las “conversaciones difíciles” alrededor de esta colección.
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A lo largo de cuatro conversatorios, en los que participaron invitados nacionales e internacionales, se discutieron temas alrededor de la repatriación, la historia de la colección Quimbaya y su importancia para Colombia. El ministro de las Culturas, Juan David Correa, la directora del Instituto Colombiano de Antropología e Historia (ICANH), Alhena Caicedo, la directora de Asuntos Culturales del Ministerio de Relaciones Exteriores, Catalina Ceballos Carriazo, el politólogo y autor de ‘The Return of Cultural Heritage to Latin America’, Pierre Losson, la exdirectora del Museo del Oro, Clemencia Plazas, entre otro fueron alguno de los invitados a este evento en el que quisieron comenzar a tener las “conversaciones difíciles” alrededor de esta colección.
Las 122 piezas que componen la colección que hoy Colombia reclama fueron entregadas a la reina española María Cristina de Habsburgo en 1893, como un regalo que le hizo el entonces presidente Carlos Holguín Mallarino por su ayuda en una disputa con Venezuela. La historia de estos objetos fue explorada durante el simposio y, para Caicedo, la decisión de Holguín puede ser interpretada como una suerte de contrato de contra vía. “Cuando uno da un regalo, siempre está esperando algo a cambio”, aseguró la directora del ICANH, aunque también aclaró que “hay que tener en cuenta el contexto y las razones que tenía ese presidente que tomó la decisión de donar el tesoro”.
Parte de las discusiones se centraron alrededor de cómo referirse a esos objetos. La palabra “tesoro” implica un valor material que se le da a estas piezas por el material en el que fueron hechas. “Creo que desafortunadamente todavía el oro encandila porque la gente piensa en oro y luego de haber trabajado 33 años en el Museo del Oro, puedo decir que nos tocaba trabajar mucho en que la gente no pensara solo en el valor material del oro. Pienso que eso no es lo más importante, para nada. Lo más importante es que es un conjunto extraordinario, estética y técnicamente, En ese sentido hay muchas cosas que todavía hay que elucidar como cuáles son las etapas iniciales de este trabajo”, aseguró Clemencia Plazas, exdirectora del Museo del Oro. Esta visión de cómo el brillo del oro puede ser cegador es compartida por Caicedo, quien afirmó que: “Para nosotros sigue siendo igual de valioso porque son pestillos arqueológicos que hablan de la historia de Colombia”.
La directora del ICANH resaltó en entrevista para El Espectador que aunque esta iniciativa no es nada nuevo, la magnitud de esta solicitud radica en que “la actitud de la diplomacia que está intentando traer estas piezas de vuelta pueda ser también un referente actualmente”. Caicedo aseguró que este tipo de apuestas debe siempre tener buena disposición diplomática y creatividad, pues “no se trata de generar a partir de estas políticas de descolonización una querella o maltratar las relaciones exteriores de los países, sino de intentar gestionarlas a partir de proponer otro tipo de relacionamiento donde la historia, el patrimonio, la memoria y la cultura sean protagonistas y que eso pueda llevar a consensos que nos permitan pasar ciertas páginas y plantearse las cosas en otros términos”.
Para Plazas, el hecho de que en este momento se estén dando este tipo de conversaciones implica un avance, pues “en el pasado los gobiernos no tenían mayor interés por una razón u otra de meterse en esta discusión. Esto no representa solo un bien arqueológico, sino que representa la multiculturalidad del país y es hora de empezar con nuestra descolonización”, dijo a este diario.
Por su parte, Adriana Molano, viceministra de los Patrimonios, las Memorias y la Gobernanza Cultural, afirmó que la colección Quimbaya “es una de las obras de orfebrería más emblemáticas. Estos diálogos buscan facilitar la integración social de esta con el fin de darle significado. Tenemos la oportunidad de reflexionar sobre la función social de la colección para lograr una gestión que se integre con la dinámica de los procesos territoriales en el marco de la justicia y la soberanía cultural”.
La carta enviada a España se enmarca dentro del movimiento de descolonización de varios museos que se ha iniciado en occidente y también dentro de los pedidos que diferentes naciones han hecho a gobiernos e instituciones por la repatriación de sus bienes culturales. Entre los casos que han resonado como los mármoles del Partenón, el penacho de Moctezuma o el busto de Nefertiti, el de Colombia también se ha unido a esta lista. Para Pierre Losson, politólogo e investigador, estos casos de repatriación sientan un precedente ético y moral, más que jurídico. “Estamos viendo a colecciones, a objetos, para los cuales no hay realmente un fundamento jurídico para devolverlos. Lo que aquí que lo han demostrado frente a la colección Quimbaya es que ese regalo a España se hizo al no respetar la ley colombiana de la época. Sin embargo, lo que tenemos que ver es que no está del todo claro si eso realmente le obliga a España a devolver la colección porque a lo mejor no se hizo de acuerdo con la ley colombiana, pero en España tienen que respetar sus leyes, no las colombianas. Los tres casos que mencionados, tampoco están cubiertos por las normas internacionales, como el convenio de la UNESCO de 1970. El hecho de que no hay realmente un sustento legal para esos procesos hace que yo no crea que se vaya a sentar un precedente. Cada uno de esos son circunstancias históricas únicas, por lo cual yo no veo mucho que la resolución de un caso vaya a crear un precedente que pueda ayudar necesariamente a resolver los otros casos. No veo esto como una cuestión legal, sino ética”.
Más allá de lo que el pedido de devolución representa para los colombianos, también implica un avance para Colombia en el panorama internacional de la repatriación de bienes culturales. Tanto Losson como Plazas estuvieron de acuerdo en que en España hay un retraso en materia de descolonización, frente a países como Alemania, Inglaterra y Francia. “En Inglaterra la descolonización es un tema que viene dándose hace décadas y ellos están devolviendo piezas también por dignidad propia y por limpiar ese pasado expolio”, aseguró Plazas.
Losson, por su parte, afirmó que: “hay que dejar de pensar en una devolución, una restitución, como el fin de un proceso. Esa devolución tiene que ser el inicio de algo más, porque si no, temo que el impacto no sea tan fuerte. Si van a sacar esa colección del Museo de América y la van a traer, tal vez, al Museo del Oro de Armenia, y se exhibe, va a hacer ruido en el momento que llegue. Pero realmente en diez días, veinte años más, ¿eso tendrá algún impacto? No lo sé. Si lo vemos como algo más constructivo para, por un lado, en Colombia hacer ese esfuerzo de pensar nuestro patrimonio, valorarlo, educar a los jóvenes sobre este patrimonio, y, por otro lado, establecer nuevas relaciones entre Colombia y España, que puede ser en términos de intercambios científicos y otras acciones que se pueden reforzar a la luz de esta devolución, creo que esa tendrá un impacto mucho más fuerte. Esa es una dimensión que es más interesante que solamente tomar un objeto y desplazarlo”.
Mientras que esperan una respuesta de España, Caicedo comentó sobre los planes que imagina en caso de que retorne la colección, sumados al anuncio que hizo el ministro Correa de la creación de un fondo de $1.200 millones para el ICANH para el estudio de la cultura Quimbaya. La directora de este instituto aseguró que Colombia está en mora de hacer más investigación arqueológica en la región, pero más allá de eso serán cruciales las “apuestas museográficas y estrategias de divulgación del patrimonio arqueológico. Tenemos que adecuar la institucionalidad, generar mejores condiciones de infraestructura y conservación, pero estamos dispuestos a hacerlo. Esto no es una cuestión de desconocimiento, es más, es una cuestión de conciencia y de saber la importancia que tiene que esto vuelva. Tiene que ver con la importancia de reconocer la responsabilidad que tenemos para cuidarla, protegerla, divulgarla e investigarla”.