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Mario Benedetti (1920-2009), quien vivió parte de su exilio en la capital de España, donó en 2006 a la UA, con la que mantenía un estrecho vínculo, esta biblioteca que alberga, dentro de su abundante material, obras de escritores coetáneos, muchos de ellos amigos suyos: Juan Gelman, Gonzalo Rojas, Roberto Fernández, José Luis Sampedro, Gabriel García Márquez, Julio Cortázar o Mario Vargas Llosa, entre otros.
De la lectura de esos y otros autores extraía frases e ideas que le habían llamado la atención o expresaba su opinión sobre el contenido y las escribía en pequeños papeles que luego metía entre las páginas de los libros una vez leídos, según explican, la directora y la secretaria académica del CeMaB, las profesoras de la UA Beatriz Aracil Varón y Mónica Ruiz Bañuls, respectivamente.
Estas anotaciones, que ahora están siendo catalogadas y digitalizadas para que sean objeto de investigación, desvelan “el Benedetti lector-crítico de la obra de otros autores”, sobre todo de ese “grupo de amigos que escribían con unas inquietudes semejantes y que estaban explorando una forma de escritura que a un lector externo le puede parecer muy sencilla, pero que en el fondo tenía un trabajo enorme de reflexión y depuración”, subraya Aracil Varón.
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Como botón de muestra, exponen Aracil Varón y Ruiz Bañuls, hay anotaciones de Benedetti sobre el libro Si dulcemente, de Juan Gelman, conservadas dentro del ejemplar. Además de esos apuntes, en los que destacaba qué versos le interesaban especialmente, introdujo en sus páginas dos recortes de periódico sobre esta obra: una reseña redactada por el propio poeta uruguayo y un artículo ajeno publicado en un diario de la época.
Comprometido con su época
Su honda visión reflexiva se plasma igualmente en otros de los volúmenes que forman parte de su biblioteca madrileña, la del exilio, como, por ejemplo, los apuntes encontrados en dos libros de Gonzalo Rojas, uno de sus “muy queridos” autores, Las hermosas. Poesía de amor y Materia de testamento; los guardados en Poesía, hoy, de Gabriel Celaya, representativo de un estilo poético como “arma de combate”.
También, los hallados en La encrucijada salvadoreña, de Claribel Alegría, en los que incorpora la muerte del arzobispo de San Salvador Óscar Arnulfo Romero, asesinado en 1980 mientras celebraba misa.
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Incluso sus inquietudes, de amplio espectro y diversidad temática, se centran también en una de sus grandes aficiones, el fútbol, ya que han aparecido anotaciones escritas por Benedetti sobre el libro Los silencios del larguero, de José Ramón de la Morena, dentro del ejemplar de su biblioteca.
Todos los breves manuscritos recopilados por CeMaB reflejan “el Benedetti lector” que después volcaba parte de las reflexiones surgidas tras la lectura de los libros en su propia creación literaria y, al mismo tiempo, nos hablan de los intereses literarios y culturales del momento y de él mismo, un poeta perfeccionista con su obra al máximo y un intelectual comprometido con su época: defensor de la libertad de expresión, apoyó la revolución cubana de Fidel Castro como parte de una utopía política y cultural.
El CeMaB está realizando ahora la catalogación y digitalización de todas estas anotaciones del autor uruguayo sobre las obras de estos literatos que forman parte de su “viva” biblioteca con el objetivo de que sirvan de material de estudio para investigadoras e investigadores de España y otros países, una tarea que podría estar terminada en un año y medio.
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