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¿Por qué decidió fundar Sanio?
Lo que busca Sanio es ver a la persona de manera integral. A veces, cuando se divide a la persona en diferentes órganos o funciones, no se logra abarcar todas sus necesidades. Aquí nos enfocamos en recuperar la salud y no solo en controlar los síntomas. Nuestro objetivo es, partiendo de la normalidad fisiológica, devolver a las personas el bienestar y ayudarla a convertirse en una versión cada vez mejor de sí misma, tanto en lo físico como en lo espiritual y en lo mental.
¿Por qué eligió la medicina alternativa como su especialidad?
La medicina siempre me gustó y me parecía muy interesante poder ayudar a las personas desde la ciencia. Con el tiempo me formé como médico en la Universidad de La Sabana. Allí recibí una formación muy valiosa en cuanto a ver al ser humano de manera integral, teniendo en cuenta su aspecto humano, mental, emocional e incluso espiritual. Luego decidí hacer otra especialidad y me formé como médico laboral. Trabajé en diversas áreas, lo que me permitió probar diferentes aspectos de la medicina. A través de todas estas experiencias me di cuenta de que existía un vacío importante en cuanto a cómo las personas podían seguir mejorando y no solo quedarse estancadas mediante el control de síntomas a través de una prescripción farmacológica.
¿Considera que hay una resistencia de parte de los profesionales a estas alternativas de concebir y hacer la medicina?
Creo que cada vez más personas conocen los beneficios de la medicina alternativa. Pienso que entre los colegas existen dos corrientes: por un lado, los profesionales con una visión más tradicional y, por otro, aquellos que integran terapias ancestrales y alternativas en su práctica. Hoy vemos que muchas especialidades, como las clínicas del dolor o diversas instituciones de salud prepagada, están incorporando la medicina alternativa. Incluso algunos especialistas, como los de ortopedia o ginecología, están adquiriendo conocimientos en esta área para aplicarlos dentro de su especialidad. No se trata de abandonar el procedimiento convencional ni de depender únicamente de la medicina alternativa, sino de verlas como enfoques complementarios.
Hablemos de la importancia de las energías cuando se trata de una terapia como el reiki, por ejemplo.
Considero que todos somos energía. La medicina occidental también se basa en esa energía que tienen los pacientes, tanto para el diagnóstico como en los tratamientos. Por ejemplo, un electrocardiograma o un electroencefalograma miden o amplifican la energía de ciertos órganos y tejidos para observar cómo se encuentran. Pero, al mismo tiempo, la relación médico-paciente, no solo en la medicina alternativa, sino en cualquier tipo de intervención terapéutica, es muy importante. Hay que considerar que cualquier tipo de procedimiento tiene un factor llamado “efecto placebo”: aunque estés dando un medicamento, si la persona confía en él o en la intervención, eso influye positivamente.
Con lo que dice, quisiéramos saber qué cosas ha descubierto del cuerpo humano que lo hayan asombrado y que quizá no seamos conscientes de ello...
En mi tesis de grado de la maestría investigué el aporte de la acupuntura en el manejo del estrés. Una condición médica que afecta desde lo cardiovascular hasta lo neurológico y puede deteriorar las facultades mentales superiores a largo plazo, entre otros efectos. Es muy importante lo que uno piensa, ya que es una energía fundamental. Si estamos constantemente preocupados o angustiados, probablemente enfrentemos inconvenientes relacionados con el cortisol, lo que afecta al sistema inmune y al sistema endocrinológico. Vemos cómo las personas empiezan a tener alteraciones en la tiroides, en sus ciclos menstruales o en su desempeño sexual. Todo está relacionado, lo que demuestra cómo los pensamientos saludables pueden mejorar nuestra salud y, en algunos casos, incluso prolongar nuestra vida. Igual es importante reconocer que estamos todos conectados: el hecho de que alguien se preocupe por ti o de que tú te preocupes por alguien más es una energía compartida. Está comprobado que las personas que viven solas tienen menor esperanza de vida. Por ejemplo, cuando una madre se preocupa por su hijo enfermo, el acto de cuidarlo genera un intercambio energético, y esa energía tiene un efecto sanador.
Y en esa relación que se teje con el paciente, ¿cuáles son sus “no negociables”?
Lo primero es que el paciente debe ser quien tome la decisión de tratarse. A veces los familiares insisten tanto, que las personas acaba viniendo, pero si no está listo para comprometerse consigo mismo, prefiero no aceptar el caso. Esto se debe a que, sin la disposición de la persona para ser tratada y poner de su parte, la interacción no será efectiva. Además, respeto la autonomía del paciente para decidir qué tratamiento seguir. Cuando alguien está listo, cansado de su enfermedad o sufrimiento, buscará la medicina alternativa por decisión propia, y ese es el momento adecuado para iniciar el proceso. En ese caso me quedo con la persona, sin recriminarle ni preguntarle por qué no lo hizo antes, sino explorando las razones detrás de su procrastinación. A veces la ansiedad o el miedo pueden hacer que alguien no esté listo para comenzar.
¿Qué agradece de su profesión?
Para mí la consulta es algo muy bonito, porque puedo interactuar con los pacientes a nivel personal. Hablamos de sus familias, nos reímos, a veces nos hacemos bromas. Es un espacio distendido que me enriquece, ya que me permite conocer mejor al ser humano que tengo frente a mí. He desarrollado amistades duraderas y he aprendido mucho de las personas y sus familias. Este camino me ha permitido crecer como ser humano, pues conocer a los demás me ha ayudado a descubrir cosas sobre mí mismo y a desarrollarme en muchos aspectos. Cada experiencia y cada persona me han enriquecido profundamente.