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“Las poetas de la Generación del 27 encontraron la libertad en su obra”

Compositora, pianista, poeta, periodista, Sheila Blanco publicó unos meses atrás un disco que rinde homenaje a las poetas que pertenecieron a la Generación del 27. Estuvo en Bogotá y en Medellín presentando su disco. Entrevista sobre sus influencias y su trayectoria artística.

Juan David Zuloaga- juandavidzuloaga@yahoo.com -@D_Zuloaga
21 de octubre de 2023 - 02:00 p. m.
“Todos tenemos un sentido propio de la estética. Intento ofrecer esa belleza y me encanta 
pensar que conecta con otras personas”, dice Sheila Blanco sobre la acogida de su obra.
“Todos tenemos un sentido propio de la estética. Intento ofrecer esa belleza y me encanta pensar que conecta con otras personas”, dice Sheila Blanco sobre la acogida de su obra.
Foto: Diego García
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Una de sus influencias musicales más notables es la de los grandes compositores de la tradición occidental. ¿De dónde viene ese amor por la música clásica?

Mis papás nos apuntaron, a mis hermanas y a mí, a aprender música en el conservatorio. A ellos les habría encantado estudiarla, los dos aman la música. Mi mamá canta muy bien y mi papá es melómano y coleccionista de discos, siempre hubo una pared de la casa para todo el equipo de sonido que mi papá tenía para escuchar la música, y al entrar en el conservatorio te rodeas de música clásica. Yo estudié durante un montón de años piano, estudié luego canto lírico. Es una suerte que desde pequeña escuchase esta música porque cuando no tienes un universo intelectual muy vasto te mueve la emoción y la música clásica es una música muy emotiva y muy conmovedora. Siempre cuento que antes de saber que Bach había compuesto la Badinerie, que pertenece a una suite francesa, yo amaba esa música; esa obra, concretamente, formaba parte de un programa de televisión que se llamaba Musiquísimos. Era la entradilla del programa y entonces a mí se me quedó sin saber quién era Johann Sebastian Bach; sólo sabía que me emocionaba profundamente esa música. Fue una suerte poder convivir con ello.

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La música, entonces, fue para mí una compañera más. Cuando eres niña y en tu vida están esas manifestaciones artísticas, ellas entran de una manera mucho más natural y menos intelectualizada, y aprendes a conectar con la verdadera emoción de ese arte. Si eso lo extendiésemos a todas las artes y los niños conviviesen con la pintura, con la escultura, con la poesía, con todas las artes de esa manera tan sumamente visceral, emocional, más que intelectual o académica —la intelectualidad que venga después—, me parecería muy bueno para los otros, para el ser humano.

Su disco más reciente se titula Cantando a las poetas del 27, y es una compilación de poemas de las mujeres que pertenecieron a ese movimiento literario a la vez que un homenaje a ellas. ¿Cómo nace la idea de hacer este disco?

Nace de una profunda emoción e ilusión al conocer que existían mujeres en esa generación, de preguntarme cómo era posible que no nos las contaran cuando tienes catorce, quince años y estudias a la Generación del 27 y de querer compartir esa emoción con todo el mundo. Y antes de decir ‘¿Sabes que existen mujeres en la Generación del 27?’ o ‘Tienes que leer, tienes que estudiar’, preferí decir: ‘Te las voy a cantar’, porque para mí la música tiene ese poder de hacer todo mucho más accesible. Es una emoción que conecta directamente; creo que más que la poesía en papel. Hay gente que preferirá leer el poema, pero musicalizarlo… ‘convertir un poema en canción es como un milagro’, dice Amancio Prada, y ese milagro llega más a las personas. Y lo creo porque la música es mi herramienta, la voz es mi herramienta; entonces era mi manera más honesta de poder contar esa emoción.

Dentro del disco se aprecian distintos géneros musicales. ¿Cómo fue el proceso de composición de la música para cada uno de estos poemas?

Yo no sabía cómo se le ponía música a un poema, pero me gustaba entender el sentido, el ritmo interno de un poema, el ritmo interno de las palabras, y luego, claro, dejarte llevar por la emoción que hay, por las emociones de los versos, por lo que te está intentando transmitir ese verso. Mayte Martín, que también musicalizó a un poeta, dice que la música ya está, que tú sólo tienes que encontrarla. Y hay algo de eso en mi proceso. Recuerdo que declamaba mucho, y con la grabadora prendida improvisaba intentando encontrar esas melodías que pudieran ser coherentes con el poema, con los versos; casi como si se tratara de un trance. Después de tener la melodía, que es la protagonista junto con el poema, me sentaba al piano para encontrar la armonía: buscaba esos acordes y cómo estructurar el poema, porque en realidad un poema no es una canción propiamente dicha; en algunas ocasiones canto el poema de arriba a abajo —no hay estribillo, no hay una estructura de canción—, en otros sí decidí que alguna parte podría contener un poco más el sentido de todo el poema y lo convertí en un estribillo, pero todo ello de manera muy intuitiva. Me ha ayudado mucho el haber escuchado mucha poesía musicalizada de otros trovadores.

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¿Qué le dictaba el género musical para cada uno de los poemas?

El contenido del poema. El contenido para mí es lo que te da el estilo, la velocidad, la intensidad… He estado muy centrada en el poema y ese poema se extiende también a la poeta, la vida de la poeta y el contexto en el que escribe este poema. Por eso para mí es muy importante la parte documental. No es sólo musicalizar un poema, es musicalizar un poema y musicalizar también un momento y un alma que está escribiendo, que es el alma de esta escritora, de esta poeta, y por qué lo escribe; todo eso le da mucho más sentido a la música.

¿En qué modo se aprecia la influencia de la música clásica en este disco y en sus composiciones en general?

Yo creo que es totalmente clásica: mi técnica pianística viene de ahí. La armonización, por ejemplo, es una armonía tonal funcional; me salgo muy poquitas veces de ese estilo, hay algún acorde con tensión… pero realmente la armonía de este disco viene del mundo clásico y mi técnica pianística también. Es una música popular en una sencillez clásica, en una rotundidad clásica. Creo que para este trabajo tenía una coherencia total que se hiciera dentro del dominio de la música clásica.

Usted misma compuso uno de los poemas que hacen parte del disco. ¿Qué relación encuentra entre la música y la poesía?

Creo que hay una relación total. La música, para el ser humano, expresa muchas veces conceptos muy poéticos, porque cuando uno intenta verbalizar sus emociones a veces hay conceptos que en prosa no tienen tanto sentido, pero la poesía permite expresarlos. Hay un campo como de ensoñación, más onírico: el de la poesía, esa mezcla de dos conceptos que nunca pensarías que pueden ir juntos, como decía Federico García Lorca. Y la poesía tiene ritmo, tiene una musicalidad. A mí me parece que tienen una relación muy estrecha. Quizás sea una de las relaciones más amables de dos artes, pues la lírica y la música están íntimamente relacionadas y además son un disfrute cuando vienen juntas; es una unión milagrosa.

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¿Cuáles son sus influencias poéticas?

Yo empecé enamorada de Federico García Lorca. Tiene algo que sientes que no encuentras en otros autores: hay una pulsión… hay como un corazón latiendo en sus versos. Es una poesía que parece recién escrita, como si estuvieras viendo ahora mismo a esa persona. Después, a los 17 o 18 años, leí mucho a la generación beat. Recuerdo que de repente cayó en mis manos Burroughs, Bukowski, On the Road de Kerouac, y he pasado por épocas de leer más a clásicos, de leer el Arcipreste de Hita, Quevedo, Bécquer, ir un poco a los cancioneros… también buscar mujeres: Rosalía de Castro, Carolina Coronado. Y ahora mismo estoy leyendo mucha poesía latinoamericana, me interesa mucho. También la poesía femenina porque tengo como esa inclinación de rescate. De poetas españolas fuera de la Generación del 27, Ángela Figuera Aymerich... Hay poetas que me emocionan profundamente y yo creo que merece la pena, además, siempre que te dan un nombre, intentar bucear e intentar encontrar esas emociones que te conectan con un autor. Leo todo lo que cae en mis manos.

¿Diría que en este disco tiene una preeminencia lo musical o lo poético? Es decir, ¿se trata de poesía cantada o de música con letras de poemas?

Poesía cantada. Por cómo nació: yo respeto muchísimo tanto el ritmo interno del verso como no cambiar acentos de las palabras, por ejemplo, porque la palabra mandaba, el verso mandaba.

¿De las poetas que hacen parte de la generación del 27 —Carmen Conde, Ernestina de Champourcín, Concha Méndez, Josefina Romo Arregui, Pilar de Valderrama, Elisabeth Mulder, Dolores Catarinéu, Margarita Ferreras— cuál es su preferida y por qué?

Me cuesta mucho quedarme con una pues todas llegaron en un momento concreto. Yo me enamoré de su trabajo, de un poema… Me sorprendió mucho cuando conocí más extensamente la obra de Elizabeth Mulder porque realmente es una mujer muy polifacética que todo lo que hizo lo hizo muy bien, entonces es inexplicable que no haya llegado a nuestros días. Cuando he ido conociendo las razones por las que no ha llegado todavía me parece más desolador: en primer lugar, por ser mujer, y en segundo lugar porque ella escribía en castellano en una sociedad catalana; ella era de la alta burguesía catalana y al parecer se le castigó un poco en los círculos intelectuales por no escribir en catalán; ¡no tiene ningún sentido, porque ella escribe tan bien y es una mujer tan inteligente!… Concha Méndez es la valentía personificada, esa mujer vivía en su mundo, tenía un mundo maravilloso, un mundo interior alucinante. Ella cuenta cómo le brotaban los poemas cortando cebollas, en su vida diaria; de repente en ese momento, casi de meditación, momento zen, de estar cortando una cebolla le brotaba la inspiración, es conmovedor… ¡Y yo la entiendo muchísimo porque a mí me pasa!: estás en la ducha, estás conduciendo y la creatividad brota en aquel momento en el que el cerebro está como en un spa. Carmen Conde además tiene una calidad humana inmensa. He conocido gente que la conoció en persona y te cuenta que era una mujer de una generosidad extraordinaria. Ernestina de Champourcín fue una mujer muy maltratada porque no se le dio todo el crédito y la atención que merecía… ¡una poeta enorme! Todavía las amo y las admiro más porque ellas vivieron con el lastre de su desconocimiento. Ellas convivieron con eso, ¡con lo buenas que eran!

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¿Cuáles son las características que, en lo vital o en lo formal, unen a estas mujeres que pertenecieron a la Generación del 27? ¿Y qué las une y qué las diferencia de los poetas hombres de esta generación?

Creo que tenían una valentía admirable y un ‘voy a escribir lo que me apetece y voy a decir lo que quiero’; incluso te diría que en la poesía encontraban la manera de desahogarse, de expresarse y de ser ellas mismas, mucho más que en la vida diaria, porque en el día a día su realidad, su sociedad las trataba de manera diferente por ser mujeres y ellas encontraron la libertad en su obra.

La diferencia con los hombres: entre ellas hubo relaciones de amistad. Carmen Conde y Ernestina de Champourcín eran muy amigas, por ejemplo, pero las mujeres vivían en un entorno en el que por sus condiciones de mujeres de su casa y de estar en el ámbito privado ellas no gozaban de esos espacios públicos de camaradería; existía, sí, pero era casi clandestina porque las mujeres apenas se podían reunir para hablar de sus cosas. Y sin embargo ellos, ah, bueno, la Generación del 27 nace por una fotografía, por un aniversario… ellos tenían el beneplácito de la camaradería y de compartir y de contarse y de influencias de amigos y de irse de fiesta, y ellas intentaban entrar ahí, pero había un componente de esa compostura que a ellas se les exigía y a ellos no. Te falta eso: te falta una foto de todas alrededor de una mesa levantando una copa, eso es lo que ellas no tenían. Están, pero si están, están con ellos. Pero no ese espacio de mujeres pasándoselo bien, olvidándose del decoro, porque a ellos no se les exigía; olvidándose de la compostura, porque a ellos no se les exigía; siendo ambiciosas, siendo canallas, porque ellos podían serlo, y ellas no, eso me falta. Pero está claro que ellas tenían las mismas ganas de ser así.

En el disco hay también un poema de Rosalía de Castro —Negra sombra—, una poeta que no hace parte de la Generación del 27. ¿Por qué decide incluirlo?

Lo incluí por dos motivos: uno es por pensar y reflexionar en voz alta sobre los referentes que tenemos como mujeres. Vivimos en un mundo en el que seguimos siendo víctimas de una educación en la que los referentes masculinos desbordan todo lo que aprendemos y lo que estudiamos y apenas hay referentes femeninos, y es tremendamente injusto. Pero hay algunas excepciones, y Rosalía de Castro era una de ellas. Rosalía estaba allí, era un referente y quería incluirla porque me parecía bonito pensar que esta mujer para ellas fue un referente. En Galicia, Rosalía de Castro es la persona más importante de las letras gallegas; esta mujer es incontestable. Y por otro lado está su poema Negra sombra, uno de sus poemas más populares, que musicalizó un coetáneo suyo, Xoán Montes Capón; está ese concepto de las cosas ensombrecidas, ‘el negra sombra que me asombras’. Ese asombrar que significa oscurecer, tapar, no le da la luz, no crece nada, es estéril. Y esto es lo que ha pasado con estas poetas. Es el mismo concepto: han estado totalmente tapadas, ensombrecidas y no han crecido en nosotras y nosotros, no sabemos quiénes son, no las hemos leído. Y me pareció muy bonito poder quitarles con este proyecto esa sombra; que les dé la luz, y que la gente las conozca y que después de los conciertos se vayan a casa —que quizás el mayor sentido que tiene este proyecto es ponerlo en vivo y cantarlo en vivo y que la gente lo escuche— pensando ‘ah, cuando vaya a hablar de la Generación del 27 pensaré también en ellas, y pensaré en un futuro conjunto’.

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¿Se quedó alguna poeta o algún poema fuera del disco?

Sí, sí, se quedaron varias. Hay una poeta catalana que se llama Susana March; tiene una trilogía titulada Poemas al niño, que habla sobre las emociones, las sensaciones de esta mujer cuando estaba embarazada. Una temática absolutamente, puramente, genuinamente femenina, que nunca podremos encontrar en un poeta. Ella habla de las emociones del sentir algo que se te agarra por dentro, de las raíces; ese carrusel emocional y hormonal que viven las mujeres embarazadas. Pero la conocí cuando estaba a punto de salir el disco.

Se me quedó también Lucía Sánchez Saornil, que es una poeta políticamente muy activa. La conocí posteriormente, aunque tengo en el tintero un poema precioso que habla sobre los besos. También tengo una poeta que conocí durante el tiempo de realización del disco, pero no encontré un poema con esa chispa que necesitaba: es la poeta canaria por excelencia, Josefina de la Torre. Josefina tiene también una obra extensa, de manera que tengo pendiente una segunda introspección a su obra. Sobre todo estas tres. Seguro que hay muchas más; hay muchísimas poetas en esa generación, con más obra, con menos obra, pero son numerosísimas.

¿Cuál es el mayor valor literario y el mayor valor musical del disco?

Creo que el hecho de que la gente pueda posicionar en su mapa literario y mental una generación femenina. Para mí la responsabilidad de elegir un poema y elegir una poeta era muy grande. Intenté que esto fuera simplemente una pequeña semilla e incluso también que inspirara a otras personas, otros cantautores o de cualquier otra disciplina para que empezara su propia investigación, su propio camino y fuera descubriendo a otras poetas o a las mismas con otros poemas. Creo que ese es el valor. De alguna manera esto es una antología personal. Es una propuesta muy personal y muy humilde por mi parte, esto está ahí para quien lo quiera disfrutar.

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Parece que hay cierta nostalgia en las composiciones, tanto musicales como poéticas, del disco. ¿Qué es la nostalgia?

La nostalgia forma parte de mí. Soy una persona que vive mucho en el verso de Jorge Manrique: ‘cualquier tiempo pasado fue mejor’. No siento así siempre, pero hay algo de mí que hace que mi pensamiento se incline hacia el pasado. Más que nostalgia yo lo vivo un poco como saudade: ‘qué lindo haberlo vivido, qué triste que ya pasó’. Es esa mezcla. Sí, supongo que es verdad que impregna el disco, es muy emotivo y como que no da respiro… Hay una cosa que pienso muchas veces: ¿qué habría pasado si no hubieran matado a Lorca?, ¿qué habría pasado si no hubiera habido golpe de Estado en España y hubiera seguido la República?, ¿qué habría pasado si todas estas mujeres hubieran tenido su espacio para vivir sus carreras de la misma manera que la vivieron los hombres, o hubieran tenido por lo menos el mismo crédito? Porque sí, Alberti también se exilió; sí, los hombres también padecieron la guerra, pero de manera diferente. Entonces yo vivo mucho en el ‘¿Qué habría pasado?’. Y me digo mucho lo de no juzgar con ojos del presente el pasado, pero fabulo mucho con el qué habría pasado. ¿Qué habría pasado si no hubieran expulsado a los árabes y a los judíos de España a finales del siglo XV? Yo pienso en esas utopías de lo que habría pasado si se hubieran tomado otras decisiones... Habrían podido pasar otras cosas, a lo mejor horribles o peores, o no.

¿Qué papel juega la belleza en sus creaciones musicales y poéticas?

Todos tenemos un sentido propio de la estética. Intento ofrecer esa belleza desde mí y me encanta pensar que conecta con otros sentidos de la estética de otras personas. Hay muchos sentidos de la belleza y yo intento buscar ese sentido de lo bello. Me parece que lo bello a veces no es sólo lo visual, algo que te parece estético en lo sensorial, en lo auditivo; tiene que ver también con esa mezcla de emociones que están en el recital: la recuperación, la reivindicación, la divulgación, eso también le da un sentido bello al poema musicalizado y al recital. Me gusta pensar en otras vertientes que también le dan sentido a la belleza.

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En algunas ocasiones usted ha hablado de un ‘sentimiento mágico de la vida’. ¿De qué se trata?

Sí. Hay una armonía que está encima de nosotros a la que todos tendemos. Hay una armonía vital. Y creo que todos estamos en este momento y en este lugar por algo. Porque tendemos a una armonía. Ella, a veces, es disonante. Disonante porque se tienen que ajustar cosas, y la vida te demuestra que hay una magia y hay una conexión que está por encima de nosotros y que las cosas pasan porque se han dado así las circunstancias, las causalidades, pero que si tú realmente desde ti creas, crees, tienes una pasión, una motivación, un foco, algo que te hace feliz… eso tiene muchísimo poder y muchísima energía, y eso cuenta para esa armonía interestelar que está por encima de nosotros. Y esto me lo ha demostrado este proyecto con creces; proyecto que yo acometí con todo mi amor, con toda mi pasión, que sentí que tenía que hacerlo; y siento que ha dado y se está dando un camino que tenía que ser, me han pasado cosas alucinantes que siento que no son fruto de la casualidad, que tenían que ser; hay un ajuste que está por encima de todo.

Por Juan David Zuloaga- juandavidzuloaga@yahoo.com -@D_Zuloaga

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Francisco(82596)21 de octubre de 2023 - 04:11 p. m.
Qué grato encontrarse hoy en el periódico con esta artista a la que conocí de refilón tarareando partituras de Bach con voz preciosa y ritmo perfecto. Qué hermoso que dé a conocer a ese grupo de mujeres contemporáneas de los grandes poetas del 27 y de tantos méritos como ellos. Normal que no tuvieran en su momento la importancia de los poetas, salvo tal vez la esposa de Alberti, María Teresa León, a quien sin embargo casi no permitieron sobresalir. Que siga ese trabajo y que sigan los éxitos.
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