“Las posturas del papa Francisco también son profundamente filosóficas”: Olenka Piotrowska
La escritora colombo-polaca, quien recientemente publicó su libro titulado “Humanismo austral, filosofía latinoamericana y el pensamiento del papa Francisco”, habló para El Espectador sobre la relación entre filosofía y teología.
Andrea Jaramillo Caro
¿Por qué juntar y analizar conceptos filosóficos como el humanismo austral con el pensamiento del papa Francisco?
En mi desarrollo teórico-conceptual del humanismo austral, el papa Francisco representa los ideales que me parecen fundamentales en este momento. Es decir, cuando vemos que el mundo está enfrentando dos guerras, considero que es imprescindible fomentar la comprensión humana en el discurso filosófico dentro del marco de la fe y la razón. Creo que los discursos entre la filosofía y la teología convergen en diferentes dimensiones, tanto en la moral como en el conocimiento y la estética, dentro del tiempo que estamos viviendo y que debemos afrontar.
¿De dónde salió el concepto de humanismo austral?
Es un concepto que desarrollé a partir de los análisis que, como filósofa, construí desde los planteamientos y las posturas teóricas del papa Francisco en lo político, económico, social y teológico, analizando sus tres encíclicas. En mi opinión, estos son los textos más valiosos e importantes de cada santo padre. Lumen Fidei fue el primero y da continuidad a un texto que comenzó a escribir Benedicto XVI, que habla sobre cómo la luz de la fe ilumina la razón. Laudato SI' es la encíclica ecológica que habla sobre la crisis climática a la que nos enfrentamos, y Fratelli Tutti, que vino después de la pandemia, traduce “todos en fraternidad”. Al hacer el ejercicio del análisis conceptual de estos textos desde la mirada filosófica, y comprendiendo sus dimensiones teológicas, desarrollé el concepto.
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¿Por qué considera que las encíclicas son los textos más importantes de un sumo pontífice?
Porque en estas es donde está el crisol de sus pensamientos frente al desarrollo y su mirada de la humanidad. Es decir, esto no es un discurso específico de una carta apostólica para un grupo, sino que está dirigido al mundo y se origina desde su posición como papa y con su mirada más global.
Desde el punto de vista filosófico, ¿cómo cree que los mensajes que envía el papa a través de sus encíclicas pueden ser recibidos por la humanidad, más allá de los católicos?
No tengo duda de que los mensajes del papa son mundiales, por eso es que él es la persona que representa en su mayor escala a los católicos. Pero, además de esto, también es un jefe de Estado. Por esto sus posiciones son políticas, económicas y habla en sus discursos de la otredad. Él es una persona que se identifica con el pueblo, pero no solo desde una visión teológica. Sus posturas son también profundamente filosóficas. Como filósofa y católica, considero que en este momento, más que nunca, se necesitan estas luces humanas para que podamos enfrentar y superar las crisis existenciales que vivimos.
¿Qué fue lo primero que le llamó la atención del campo de la teología?
En mi ejercicio de construir y profundizar conceptos filosóficos pensé que uno no debe confundir la subsistencia con la comprensión humana, porque aunque son dimensiones complementarias, no necesariamente son igualitarias. Ahí vi que en la filosofía y la teología hay una línea que converge, pero es muy delgada. No son lo mismo. Estas dos ramas han crecido juntas, pero en su construcción son muy diferentes por sus enfoques y sus modelos no siempre coinciden. Una se dirige a la razón, la otra a lo moral, pero se entrelazan de una forma muy íntima por sus búsquedas y métodos, y porque ambas intentan llegar a la verdad de la existencia humana y tratan de averiguarlo desde el ser y el estar. Por esta razón fue que, mientras buscaba argumentos en mi construcción filosófica, me di cuenta de que me alineaba con esas visiones teológicas.
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Mencionó “Lumen Fidei”, ¿es esta su encíclica preferida?
Esta es en la que encontré que obtenía la respuesta que, como filósofa, me ayudó a asumir las luces del razonamiento, junto a la espiritualidad. Considero que así como uno debe cultivar la razón, igualmente se debe hacer con lo espiritual. En la modernidad hay una lucha racionalista por querer tener a un lado el espíritu, pero considero que eso no nos ha ayudado. Sobre esto pienso que la razón por la razón carece de sentido y, de la misma forma, la fe por la fe. Por eso hablo tanto de “Lumen Fidei”. En realidad, no tengo una encíclica favorita, pero creo que cada una va respondiendo a la anterior como forjando una narrativa.
¿Cómo cree que se puede fomentar la reflexión alrededor de estos temas?
Esto es un trabajo que no termina, y es algo por lo que debo seguir analizando y escribiendo. Considero que esta sería la primera piedra del edificio, un texto como el que publiqué debería salir a la luz y no quedarse en las bibliotecas. El papa Francisco, en su primer año de pontificado, decía que la Iglesia católica debía dejar de ser autorreferencial y salir al encuentro, eso es algo que debe hacer y ejercer hoy la filosofía. Porque no solamente se trata de que esta vaya en una evolución desde un núcleo propiamente académico, sino al contrario, como hacían los socráticos y presocráticos que salían a hablar con el pueblo. La academia para la filosofía es fundamental, pero no debería quedarse ahí.
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¿Por qué juntar y analizar conceptos filosóficos como el humanismo austral con el pensamiento del papa Francisco?
En mi desarrollo teórico-conceptual del humanismo austral, el papa Francisco representa los ideales que me parecen fundamentales en este momento. Es decir, cuando vemos que el mundo está enfrentando dos guerras, considero que es imprescindible fomentar la comprensión humana en el discurso filosófico dentro del marco de la fe y la razón. Creo que los discursos entre la filosofía y la teología convergen en diferentes dimensiones, tanto en la moral como en el conocimiento y la estética, dentro del tiempo que estamos viviendo y que debemos afrontar.
¿De dónde salió el concepto de humanismo austral?
Es un concepto que desarrollé a partir de los análisis que, como filósofa, construí desde los planteamientos y las posturas teóricas del papa Francisco en lo político, económico, social y teológico, analizando sus tres encíclicas. En mi opinión, estos son los textos más valiosos e importantes de cada santo padre. Lumen Fidei fue el primero y da continuidad a un texto que comenzó a escribir Benedicto XVI, que habla sobre cómo la luz de la fe ilumina la razón. Laudato SI' es la encíclica ecológica que habla sobre la crisis climática a la que nos enfrentamos, y Fratelli Tutti, que vino después de la pandemia, traduce “todos en fraternidad”. Al hacer el ejercicio del análisis conceptual de estos textos desde la mirada filosófica, y comprendiendo sus dimensiones teológicas, desarrollé el concepto.
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¿Por qué considera que las encíclicas son los textos más importantes de un sumo pontífice?
Porque en estas es donde está el crisol de sus pensamientos frente al desarrollo y su mirada de la humanidad. Es decir, esto no es un discurso específico de una carta apostólica para un grupo, sino que está dirigido al mundo y se origina desde su posición como papa y con su mirada más global.
Desde el punto de vista filosófico, ¿cómo cree que los mensajes que envía el papa a través de sus encíclicas pueden ser recibidos por la humanidad, más allá de los católicos?
No tengo duda de que los mensajes del papa son mundiales, por eso es que él es la persona que representa en su mayor escala a los católicos. Pero, además de esto, también es un jefe de Estado. Por esto sus posiciones son políticas, económicas y habla en sus discursos de la otredad. Él es una persona que se identifica con el pueblo, pero no solo desde una visión teológica. Sus posturas son también profundamente filosóficas. Como filósofa y católica, considero que en este momento, más que nunca, se necesitan estas luces humanas para que podamos enfrentar y superar las crisis existenciales que vivimos.
¿Qué fue lo primero que le llamó la atención del campo de la teología?
En mi ejercicio de construir y profundizar conceptos filosóficos pensé que uno no debe confundir la subsistencia con la comprensión humana, porque aunque son dimensiones complementarias, no necesariamente son igualitarias. Ahí vi que en la filosofía y la teología hay una línea que converge, pero es muy delgada. No son lo mismo. Estas dos ramas han crecido juntas, pero en su construcción son muy diferentes por sus enfoques y sus modelos no siempre coinciden. Una se dirige a la razón, la otra a lo moral, pero se entrelazan de una forma muy íntima por sus búsquedas y métodos, y porque ambas intentan llegar a la verdad de la existencia humana y tratan de averiguarlo desde el ser y el estar. Por esta razón fue que, mientras buscaba argumentos en mi construcción filosófica, me di cuenta de que me alineaba con esas visiones teológicas.
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Mencionó “Lumen Fidei”, ¿es esta su encíclica preferida?
Esta es en la que encontré que obtenía la respuesta que, como filósofa, me ayudó a asumir las luces del razonamiento, junto a la espiritualidad. Considero que así como uno debe cultivar la razón, igualmente se debe hacer con lo espiritual. En la modernidad hay una lucha racionalista por querer tener a un lado el espíritu, pero considero que eso no nos ha ayudado. Sobre esto pienso que la razón por la razón carece de sentido y, de la misma forma, la fe por la fe. Por eso hablo tanto de “Lumen Fidei”. En realidad, no tengo una encíclica favorita, pero creo que cada una va respondiendo a la anterior como forjando una narrativa.
¿Cómo cree que se puede fomentar la reflexión alrededor de estos temas?
Esto es un trabajo que no termina, y es algo por lo que debo seguir analizando y escribiendo. Considero que esta sería la primera piedra del edificio, un texto como el que publiqué debería salir a la luz y no quedarse en las bibliotecas. El papa Francisco, en su primer año de pontificado, decía que la Iglesia católica debía dejar de ser autorreferencial y salir al encuentro, eso es algo que debe hacer y ejercer hoy la filosofía. Porque no solamente se trata de que esta vaya en una evolución desde un núcleo propiamente académico, sino al contrario, como hacían los socráticos y presocráticos que salían a hablar con el pueblo. La academia para la filosofía es fundamental, pero no debería quedarse ahí.
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