Las redes sociales o el jaque mate de la humanidad
Las redes sociales han roto con la sociabilidad entre seres humanos. La creación de pequeñas burbujas individuales, en las que el disenso y la crítica no tienen lugar, han puesto en jaque la confianza y el entendimiento entre las personas. Social Dilemma, documental de Netflix, hace un llamado para que la industria tecnológica se guíe por la ética y por los principios humanos.
María José Noriega Ramírez
La tecnología ha dejado de ser una herramienta en beneficio de la humanidad y se ha convertido en el principal medio de manipulación. Los cambios de comportamiento, de percepción de uno mismo, e incluso del modelo de organización social y política, como lo es la democracia, se deben a la forma en la que las redes sociales moldean mundos individuales, ajenos, a todos sus usuarios. Así es, usuarios, más no personas. La falta de ética en el manejo de las redes sociales, en un mundo con crisis sociales, políticas y ambientales, ha exacerbado el individualismo y ha inhibido la capacidad de crítica y de diálogo. Social Dilemma, documental de Netflix, expone los efectos negativos de las redes sociales sobre los seres humanos, y hace un llamado para emprender una lucha por la ética y el factor humano que se han perdido ante el control de las máquinas informáticas.
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La tecnología ha dejado de ser una herramienta en beneficio de la humanidad y se ha convertido en el principal medio de manipulación. Los cambios de comportamiento, de percepción de uno mismo, e incluso del modelo de organización social y política, como lo es la democracia, se deben a la forma en la que las redes sociales moldean mundos individuales, ajenos, a todos sus usuarios. Así es, usuarios, más no personas. La falta de ética en el manejo de las redes sociales, en un mundo con crisis sociales, políticas y ambientales, ha exacerbado el individualismo y ha inhibido la capacidad de crítica y de diálogo. Social Dilemma, documental de Netflix, expone los efectos negativos de las redes sociales sobre los seres humanos, y hace un llamado para emprender una lucha por la ética y el factor humano que se han perdido ante el control de las máquinas informáticas.
Para Tristan Harris, exdiseñador ético de Google, el llamado es simple: se debe implementar la ética en la industria tecnológica. A él le resulta sorprendente que se debata sobre el color de la bandeja de entrada o de una aplicación, pero no se hable sobre la adicción que provocan las redes sociales en las personas. “Perdimos nuestro camino”, advierte. “Nunca antes en la historia cincuenta diseñadores, tipos blancos entre 20 a 35 años, en California, habían tomado decisiones que afectarían a dos mil millones de personas. Dos mil millones de personas pensarían cosas que no se habían planteado porque un diseñador en Google dijo: así son las notificaciones en la pantalla apenas te despiertes. Aquí tenemos una responsabilidad moral”.
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En Silicon Valley, las personas aprendieron la persuasión en la tecnología. A través de las redes sociales, se modifica la conducta de las personas, se les impulsa a actuar de cierta forma. Así, como lo afirma Shoshana Zuboff, profesora emérita de la Escuela de Negocios de Harvard, “ahora sabemos que podemos afectar la conducta y las emociones del mundo real sin despertar la conciencia del usuario”. A un nivel mayor, las redes sociales se apoderan de la construcción de identidad personal. La perfección, amparada en la certeza cortoplacista de los likes, termina por crear insatisfacción personal, pues la preocupación es cómo reacciono yo ante las percepciones que los demás tienen de mí. Esto afecta a toda una generación de niños y jóvenes.
Pero además de los conflictos identitarios, las redes sociales también ayudan a exacerbar la violencia, la polarización y la falta de entendimiento, así como de confianza, entre las personas. “La tecnología supera las debilidades humanas. Este punto está en la base de la adicción, la polarización, la radicalización, la promoción de ira, la vanidad, todo. Esto es dominar la naturaleza humana, es el jaque mate a la humanidad", afirma Harris.
Las redes sociales, en realidad, son pequeñas burbujas que apartan a las personas de la colectividad y las acercan a la individualidad, pues muestran un mundo en el que priman las semejanzas, mientras las diferencias y la crítica se dejan de lado. Esto inhibe la capacidad de las personas de construirse a partir de ideas e intercambios, y es allí, en esa ausencia de puntos de encuentro, que surgen el caos y la división social. “Si todos tienen derecho a su propia verdad, no hay necesidad de llegar a un acuerdo, no hay necesidad de que la gente se una, no hay necesidad de que las personas interactúen. Necesitamos tener una comprensión común de la realidad”, afirma Roger McNamee, uno de los primeros inversionistas de Facebook. A este llamado se une Harris al decir: “Si no podemos acordar qué es verdad, no podemos resolver ninguno de nuestros problemas”. De ahí se entiende, en parte, el por qué la democracia está en riesgo. Además, el por qué el manejo que se le da a la tecnología y a las redes sociales termina siendo una cuestión existencialista.
¿Cómo podemos mejorar el mundo? Esa es la pregunta central de la discusión. Para ello, se tendría que implementar la ética en la industria de la tecnología, sin olvidar que las críticas y el disenso son el pulso que guía a la humanidad.