Las señales de “Fragmentos de una mujer”
El guion de esta película fue escrito por Kata Wéber, esposa del director Kornél Mundruczó. Wéber basó la escritura en su propia experiencia: la pérdida de su bebé. Vanessa Kirby, protagonista de la película, fue premiada como Mejor actriz en el Festival de Venecia.
Laura Camila Arévalo Domínguez
Desde el inicio de la película hay tensiones con las que no es difícil conectarse: ella está embarazada y se ve cansada. Se nota que su etapa del embarazo es la final, pero también es evidente su esfuerzo y su enfoque: está convencida de que todo valdrá la pena cuando conozca a su hija. Y después está la ansiedad de su esposo, Sean, que también hace un esfuerzo casi que sobre humano por parecerse a lo que debería ser un padre: alguien sobrio que se mantiene alerta a las necesidades de su esposa, pero, sobre todo, su actitud es la de la preparación, la del entrenamiento para su tarea más importante.
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Desde el inicio de la película hay tensiones con las que no es difícil conectarse: ella está embarazada y se ve cansada. Se nota que su etapa del embarazo es la final, pero también es evidente su esfuerzo y su enfoque: está convencida de que todo valdrá la pena cuando conozca a su hija. Y después está la ansiedad de su esposo, Sean, que también hace un esfuerzo casi que sobre humano por parecerse a lo que debería ser un padre: alguien sobrio que se mantiene alerta a las necesidades de su esposa, pero, sobre todo, su actitud es la de la preparación, la del entrenamiento para su tarea más importante.
El guion de “Fragmentos de una mujer” fue escrito por Kata Wéber, quien se basó en su propia experiencia: ella también perdió un hijo con el director de este filme, Kornél Mundruczó. A pesar de que la película no narra con exactitud la experiencia de Wéber (no la de las causas de la pérdida) sí se recrean los momentos más íntimos de su duelo, que la metió en una especie de aislamiento que se manifestaba en un trato frío y desconectado hacia los demás. Esto fue, a consideración de algunos críticos que han reseñado la película, el gran éxito de Vanessa Kirby, la protagonista de este filme. Los momentos en los que tuvo que mostrar a una mujer dolida, metida en una pausa que estuvo a punto a de enterrarla, mirando fijamente hacia la nada y buscando, desesperadamente, ayudas externas que le dieran refugio, como el olor de una manzana, fueron los que hicieron que su actuación fuese tan celebrada. Sus gestos, el tono de su voz y sus movimientos fueron tan precisos y oportunos que son aún más aplaudidos que los que empleó en los momentos de profundo dolor físico o alteración del temperamento que requerían su personaje.
Volvamos al dolor físico: los primeros 20 minutos de la película fueron ocupados por un plano secuencia que saca el padecimiento de la pantalla para meterlo entre la audiencia. Muchos de los que ya han visto este filme hablan de la empatía que sintieron por los tres personajes que hicieron parte de aquel parto casero de final dramático: Vanessa Kirby, interpretando el papel de Marta Weiss, Shia LaBeouf, como Sean, y Molly Parker, la partera. Y hablan también de haberse levantado a caminar un rato o de pausar la película para soportar cada uno de los gritos, movimientos, cambios de posición, lamentos, miradas y angustias para traer un bebé que respiraría tan poco.
Las complicaciones del parto, que suben y bajan a medida que el plano secuencia avanza, son sostenidas por Kirby, quien, atenta a los movimientos de Parker y LaBeouf, gradúa sus decisiones para finalizar siendo la guía de todo el momento. La película sube, se sostiene una gran cantidad de tiempo y desciende para incluir en el relato a las demás personas afectadas por el duelo de Weiss, que además de lidiar con su pérdida, deberá manejar las expectativas de su madre, quien quiere pelear por justicia; la impaciente espera de su esposo, quien pide a gritos una interacción distinta, y las personas de su alrededor, atentas a sus movimientos y decisiones con respecto al futuro partera.
Shia LaBeouf, según algunos, participa más de lo que se esperaría en el filme: la paciencia de su personaje se agota y su violencia se incrementa. Aunque su sufrimiento y su buena voluntad son notorios, tanto que algunos giros y señales de la película casi que lo justifican, termina por perder todo tipo de consideraciones. Las características de Sean terminan cruzándose con unas recientes denuncias de la ex novia de LaBeouf , FKA Twigs, quien lo ha acusó de intento de homicidio, abuso sexual y torturas. “Mi corazón estaba realmente lleno de tristeza y pena cuando leí eso. Realmente siento que cada ser humano, para ser honesto, tiene derecho a presentarse y contar su historia, y estoy a su lado”, dijo el director Kornél Mundruczó a Variety cuando se enteró de las acusaciones. Sobre la película dijo que era una obra de arte y que debía separarse de ese tema. La producción de la película decidió apartar a LaBeouf de todas las campañas para promocionar el filme.
Ellen Burstyn, quien interpreta a la madre de Marta, brilla en una de las escenas finales de la película: una conversación en donde su interés, su preocupación más grande, florece para producir una de los momentos más emotivos del filme. Para esta madre lo más importante es es que su hija haga lo que ella haría, así que en toda la película, además de acrecentar la tensión en la relación –ya muy quebrada- con Marta, esta mujer se presentará como un fantasma incómodo, pero necesario (dinero, madre de la protagonista), en la vida de esta pareja. Ellizabeth se llama el papel de Burstyn, una figura determinante en el ocaso de esta historia, que, como lo dice el título, termina desmoronándose en pequeños fragmentos a medida que el tiempo pasa.
Además del guion, la película usa imágenes que para muchos son cada vez menos sugerentes: el gusto de la protagonista por las manzanas (que más adelante tiene una explicación concreta), el esmalte desgastado de sus uñas (que al final, cuando está un poco más fortalecida, desaparece) y un gran puente en construcción en el que trabaja Sean. A medida que pasan los meses, los extremos del puente se van juntando hasta el momento en el que el final se revela. La gran estructura también se termina de construir, como si el proceso de Marta fuese el de aquel puente. Los fragmentos de Marta sobre el río en el que soltó su dolor, los pedazos que soltó desde el puente terminado.