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Las verdaderas aventuras de Harvey Pekar

Un experto que lo conoció analiza la influencia que sobre los artistas colombianos ejerce el recientemente fallecido maestro del cómic autobiográfico.

Pablo Guerra* / Especial para El Espectador
31 de julio de 2010 - 09:00 p. m.
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Los novelistas gráficos e historietistas de Colombia y el mundo estamos de luto por la muerte de uno de nuestros referentes fundacionales, el guionista Harvey Pekar (1939-2010). Desde las calles de Cleveland, ciudad que lo vio nacer y que él nunca abandonó, dedicó gran parte de su obra a registrar la vida cotidiana de un ciudadano común en viñetas y globos. El legado de este hombre, considerado como el Mark Twain de los cómics, fue determinante para que el arte secuencial pasara de los voceadores y los revisteros a las librerías y las bibliotecas.

El proyecto artístico de Harvey Pekar empezó a formarse a mediados de los años sesenta, cuando conoce al legendario historietista contracultural Robert Crumb. El trabajo del artista fue una revelación para Pekar sobre las posibilidades, hasta ese momento poco exploradas, del lenguaje secuencial como vehículo de expresión artística. En 1976 lanza el primer número de American Splendor, la revista en la que compila varios relatos autobiográficos cortos que realiza junto a dibujantes como Gary Dumm, Greg Budgett y el mismo Robert Crumb. Este registro de la vida de un asalariado subempleado y sobreendeudado duró más de 30 años y se constituyó en un espejo contundente de la cotidianidad en una ciudad afectada por la desindustrialización y una profunda crisis económica. Pekar nos regaló un personaje cínico, inteligente, enfermizo, neurótico, solitario, frustrado, paranoico y brillante, que sobrevive en las páginas y en los corazones de sus lectores.

En 2007 tuve la oportunidad de conversar con Harvey en la ciudad de Providence, Rhode Island, en Estados Unidos. Oírlo opinar y analizar la historia reciente de su país me confirmó algo que intuía: su obra está construida sobre una lectura política de los acontecimientos, las anécdotas y sus protagonistas. Tal vez esta característica le permitió ser asociado con el ámbito más literario del noveno arte.

A través de sus cómics, los lectores acompañamos a la familia Pekar en momentos difíciles cuando en los noventa Pekar es diagnosticado con cáncer linfático. Casi como un ejercicio de sanación, produce junto a su esposa, Joyce Brabner, y el dibujante Frank Stack la memoria gráfica Nuestro año del cáncer (1994). En 2003 se estrena la película American Splendor, protagonizada por Paul Giamatti y dirigida por Shari Springer Berman y Robert Pulcini. Esto genera un renovado interés por la figura del guionista que le permite publicar varias novelas gráficas como El derrotista (2005) donde, junto a Dean Haspiel, hace un recorrido por su juventud.

En sus libros más recientes, Harvey Pekar utiliza los recursos narrativos de los cómics para hacer versiones gráficas de historias orales: American Splendor: Unsung Hero (2003), Studs Terkel´s Working (2009) y Macedonia (2006). Además, produjo historias gráficas de movimientos sociales a través de la compilación de textos con distintos protagonistas. Este es el caso de su investigación sobre los beatniks (The Beats, 2009) y sobre el movimiento de Estudiantes por una Sociedad Democrática (SDS: A graphic History, 2007).

Aunque antes de American Splendor autores como Milt Gross, Keiji Nakazawa y Justin Green experimentaron con el género autobiográfico, Harvey Pekar cumple un rol fundacional por su gran capacidad de conectar lo anecdótico con dinámicas sociales más grandes, como la guerra, la pobreza y el racismo. En la década de los ochenta y de manera casi paralela, Art Spiegelman produce Maus, la versión en cómics del holocausto judío contada a través de gatos (nazis) y ratones (judíos). En los noventas, dicha tradición será heredada por Joe Sacco, que hace una crónica gráfica de varias zonas de guerra; Julie Douchet, quien narra de manera descarnada su intimidad, y muchos otros autores. Europa también cuenta con grandes exponentes como Fabrice Neaud, David B. (Epiléptico) y la franco-iraní Marjane Satrapi (Persépolis).

El impacto de la muerte de Harvey Pekar también se ha sentido en Colombia. Por estos días, la revista Larva de Armenia prepara una separata especial donde distintos artistas le rendirán un homenaje. De igual manera, su influencia se hace sentir en los creadores colombianos dedicados al género autobiográfico. Se destacan los trabajos de Paola Gaviria (Power Paola) y su novela gráfica Virus tropical (Editorial La Silueta), que cuenta la infancia de la autora en el seno de una familia paisa que vive en Quito en los ochentas. También vale la pena mencionar los cómics deTruchafrita, Nomás, Joni B y Andrezzinho, que han experimentado con este género en cómics cortos o por entregas y que, aunque no tienen la atención que merecen en el país, han sido recibidos muy positivamente por la crítica internacional.

 *Estudió literatura en la Universidad de los Andes e hizo una Maestría en Guión para cine y televisión en la Universidad Autónoma de Barcelona. Es investigador sobre el cómic y la novela gráfica. En 2003 recibió el Premio Nacional Otto de Greiff en Excelencia en Artes Creativas. Consulte su blog en www.drakecomics.blogspot.com.

Por Pablo Guerra* / Especial para El Espectador

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