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“No hay que gustarle a todo el mundo para vivir de la música”: Michael Gaitskell

Michael Gaitskell habla del proceso de formación de artistas en Art House Academy, dirigida por Julio Reyes Copello, y la participación de Ela Taubert, nominada a Mejor nueva artista en los Latin Grammy, que se celebrarán en noviembre. También reflexiona sobre los retos y sueños en la producción artística, y cómo equilibrar la creatividad con las demandas del negocio musical.

21 de octubre de 2024 - 11:02 a. m.
Michael Gaitskell, gestor cultural colombiano y productor creativo en Art House.
Michael Gaitskell, gestor cultural colombiano y productor creativo en Art House.
Foto: María Paula Mariño
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¿Cómo fue para usted ser parte del proceso de formación de la colombiana Ela Taubert, quien este año está nominada a Mejor nueva artista en los Latin Grammy?

Ela es una trabajadora incansable con una voz increíble. Sobre todo admiro su capacidad para conectar con tantas personas mientras sigue siendo completamente fiel a su arte. Antes de ingresar a Art House Academy, ya había estado trabajando con el maestro Julio Reyes Copello, pero ese año en la academia fue un tiempo de exploración y de concretar las ideas que ya tenía en mente. Verla a ella trabajar con una idea y un mapa mental tan claro fue muy interesante. Además de Ela, Julio Reyes también está nominado a Productor del año y hay otras seis nominaciones de proyectos que hemos desarrollado o producido en Art House.

Hablemos de la creación de la academia.

El maestro Julio Reyes Copello fue uno de los creadores del programa y de la Facultad de Música de la Universidad Javeriana en los años 90. Siempre le ha encantado la academia y ha querido hacerlo en pequeña escala porque cree en la mentoría. Se asoció con Robin Reumers, un belga que abrió el Abbey Road Institute en Ámsterdam, y juntos lanzaron Abbey Road Institute en Miami, seguido del Art House Academy, con un enfoque en el desarrollo de artistas. Más tarde, Universal apostó por este proyecto, firmando a los artistas que ayudamos a formar. En el primer año, graduamos a seis cantantes, entre ellos Joaquina, quien ganó el Latin Grammy a Mejor nuevo artista el año pasado y ha abierto conciertos para Fonseca, Morat y Alejandro Sanz; Paola Guanche, nominada también en 2023, y Ela Taubert que, como mencionamos, está nominada este año. Ahora estamos comenzando nuestra cuarta versión.

¿Cómo ha sido acompañar a estos artistas en sus curvas de aprendizaje?

Es emocionante y hay que tener paciencia. Los proyectos se mueven a distintas velocidades. En la música no hay nada escrito de cómo funcionará el negocio. Parte de mi trabajo es ayudar a que el mundo de cada artista se vuelva visible y accesible. Cuando eso sucede y se logra crear una conexión real entre los artistas y su audiencia, la satisfacción es enorme. Al final, todo se resume en algo que siempre dice Julio: ser mensajeros de la belleza, de la belleza única de cada artista.

¿Cómo nació su amor por la música?

La música siempre ha sido muy importante en mi casa. Mi papá es un gran fanático del vallenato y solía comprar muchos CD. Mi abuelo tenía un laserdisc, que era como un DVD gigante, con el álbum History de Michael Jackson. Recuerdo que incluía temas como “Beat It” y “Bad”, y cada vez que visitaba a mi abuelo, era feliz poniéndolo. Michael Jackson se convirtió en mi artista favorito, y verlo me despertó también el amor por el baile a través de sus videos. Desde ahí, empecé a interesarme por todo lo que rodea la producción artística de la música. Fue cuando comencé a tocar la guitarra, cantar, actuar, participar en la orquesta tropical y en los musicales del colegio.

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¿Cómo se construye o se encuentra la identidad de un artista?

Es una de las magias que tiene Julio. Él tiene un sexto sentido para identificar ese carácter único, esa singularidad de cada artista. Él mismo dice que a veces el proceso es casi como una terapia, porque hay que entender al portador de ese talento: qué lo motiva, quién es, qué lo hace diferente. Implica muchas charlas, incomodarse y realizar una exploración constante. Al final, lo que hacemos aquí es construir el mundo del artista, ese del cual puede nacer su carrera.

¿Qué otras enseñanzas le ha dejado el maestro Reyes Copello?

La paciencia y la resiliencia. Los negocios en las artes pueden llegar a ser crueles. Estamos trabajando con muchas personas y todo el mundo está opinando. También he aprendido a ser muy soñador. Algo que me encanta de lo que dice Julio es que hay que ponerle paredes a los sueños. Es otra forma de decir hacerlos realidad. Comenzar a concretarlos y que no se queden en imaginarios. Hacer las cosas que toca para llegar allá. Empieza y la casa irá creciendo.

¿A qué sueños le está poniendo paredes?

Quiero ser un gran servidor del arte y del entretenimiento. Seguir en esta industria y ser alguien que aporta. Yo me siento como un servidor y quiero servir a proyectos grandes y a artistas que, a la par, quieran enriquecer el arte y la cultura, en traer emoción a la vida. A la música, los shows en vivo, los deportes, el teatro, todo eso que le suma a la experiencia humana.

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¿Ha podido sentirse como servidor con algún proyecto?

Sí, en varios. Uno de los más significativos fue el programa AmplificArte, que creamos junto a la Fundación Princesa de Girona. A través de este proyecto, hemos llevado a nuestros artistas a más de 100 escuelas en España. El objetivo es aprovechar el potencial educativo de la música para fomentar el desarrollo emocional de niños y jóvenes. Artistas como Joaquina, Ela, Paola y Jules han participado, cantando para los estudiantes, quienes previamente trabajan las canciones con sus profesores. Analizan las letras y exploran las emociones que transmiten, y creo que cuando los artistas les explican el trasfondo de esas canciones se genera una conexión genuina con los estudiantes.

En las industrias creativas no deja de influir el factor económico. ¿Cómo se pueden hacer negocios sin perder la esencia creativa y auténtica de las artes?

Cómo se hace para mantener el arte y también que eso pueda ser un negocio es algo que yo también sigo aprendiendo día a día. Y Art House es un gran lugar para eso, porque aquí siempre han creído que se puede encontrar el balance con la gente indicada. No hay que gustarle a todo el mundo para poder llegar a vivir de la música. Lo que creemos acá es que lo más importante es encontrar tu grupo de gente, tu nicho, esas personas a quienes de verdad les encanta tu proyecto, y la idea es cuidar a esa audiencia. Hay ocho mil millones de personas en el planeta, toca es encontrar la tribu de cada uno. En Spotify se suben más de 100.000 canciones al día y eso es una ola de producto que abruma y genera competencia por la atención, pero el internet también nos trae, precisamente, la posibilidad de conectar con más personas sin tanto capital como se necesitaba antes.

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