Laura Mora responde a cuestionamientos por “Los reyes del mundo”
La directora de la película y su productora, Mirlanda Torres, hablaron para El Espectador sobre la polémica reciente debido a las amenazas que recibió uno de sus protagonistas, Andrés Castañeda.
Laura Camila Arévalo Domínguez
¿Cómo fue el proceso para la elección de los actores? ¿Por qué trabajar con actores naturales?
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¿Cómo fue el proceso para la elección de los actores? ¿Por qué trabajar con actores naturales?
Laura Mora: desde mis cortos hasta mis dos largos he intentado trabajar con actores naturales. Vengo de una herencia cinematográfica que busca ciertos rasgos de verdad que existen, más allá de que se construyan. Eso no necesariamente quiere decir, por lo menos en mis películas, que son biografías. Mis dos largos son absolutas ficciones. Si bien “Matar a Jesús” tiene que ver con mi propia experiencia y con el asesinato de mi padre, nunca conocí a ese sicario. En “Los reyes del mundo” pasa lo mismo. No hago documentales ni baso las ficciones en relatos particulares. Sí creo que para el tipo de cine que me ha interesado hacer hasta el momento trabajar con actores naturales ha traído unos rasgos de verdad que vienen impresos en el lenguaje, la forma de moverse frente al mundo, en las miradas y la piel. Eso es muy difícil de construir, eso simplemente existe.
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¿Y cómo fue el proceso concreto con Los reyes del mundo? ¿Cómo eligieron a los actores?
L. M: Cuando comencé a escribir ya tenía unas ideas de chicos que había visto y con los que había hablado. En “Matar a Jesús” hay una escena que incluye a jóvenes haciendo Gravity bike: cuando se comenzó a hacer en Medellín, me fasciné, por eso, cuando arranqué con “Los reyes del mundo”, ya sabía que el casting se iba a centrar en este tipo personas: su rebeldía y espíritu eran asuntos que quería enaltecer en la película. Mis procesos comienzan con muchas conversaciones: escribiendo sola, hablando, mirando, yendo a las locaciones, etc. Después se incorpora mi directora de casting, Karel Solei, y hace el trabajo de preparación de actores naturales. Le entregué una descripción de lo que me imaginé de los personajes, una descripción de los paisajes emocionales de cada uno de estos chicos. Basados en eso, entrevistamos personas con el fin de encontrar esos espíritus.
¿Qué preguntas hacían en esas entrevistas? Hablemos de cómo fue que encontraron a los protagonistas de esta película…
L. M: A cada uno de los personajes, le teníamos una palabra: Rá era la justicia, Nano era la dignidad, el de Culebro la rabia, Winny la rebeldía, etc... Diseñamos los cuestionarios basados en eso y salimos a la calle a conversar. Karel me fue mostrando los chicos que sintió que se acercaron a esos personajes y luego hicimos unas pruebas que incluyeron ejercicios de improvisación, juegos, etc.
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Laura, se le reclama una responsabilidad en la vida de sus actores naturales. Una responsabilidad por supuestas consecuencias negativas en sus vidas debido al impacto de su película, ¿qué piensa?
L. M.: cuando digo que no creo que el cine le cambie la vida a alguien, pero que ofrezco es amistad, ese lazo continúa. Es decir, esta es una elección que hago como ser humano, mucho más allá de mis responsabilidades como directora, es un acto que me interesa en términos de mi coherencia ética como ser humano. Ese acompañamiento con estos chicos ha sido impresionante, muy largo y muy distinto a lo que se ha especulado en redes. Y lo he hecho, además de la exposición mediática que venía por el éxito de la película, por unos intereses míos y del equipo de rodaje, de querer seguir acompañando estas vidas. Cuando he dicho que el objetivo de la obra de arte no es una responsabilidad social, no excluye que los procesos artísticos sí tengan unas responsabilidades y una ética. No hago una película para que cambie una realidad en el mundo o pasado mañana los procesos de despojo mejoren. A mí me interesa el cine porque ilumina la condición humana. En nuestro caso, el proceso artístico, desde el casting, ha tenido una exigencia ética fundamental.
Hablan de que el acompañamiento ha sido muy largo, pero hablemos de ejemplos concretos... ¿En qué ha consistido?
L. M.: primero, el acompañamiento psicosocial que se ha reclamado mucho en las redes, ha sido muy juicioso. Hemos tenido a una experta en temas de juventud y vulnerabilidad desde el minuto uno de esta película hasta el día de hoy. Incluso, cuando comenzó a pasar todo esto con Andrés (Castañeda), a la primera que llamamos fue a ella para entender qué estaba pasando. Eso para nosotros no era obligatorio, pero lo consideramos fundamental. Como lo explicamos, eso incluyó visitas a las locaciones, conversaciones con ellos, etc. Cuando se les pagaron los honorarios se hizo una reunión con ella para explicarles el manejo del dinero. El acompañamiento lo hemos hecho de muchas formas: por ejemplo, Andrés manifestó que quería volver a estudiar y lo acompañamos en ese proceso, pero desertó. Además, se le consiguió trabajo como asistente de producción en una película que se estaba rodando en Medellín, pero le terminaron el contrato.
¿Por qué?
L. M.: nos dijeron que por malos comportamientos.
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¿Cuáles fueron esos malos comportamientos?
L. M: Se le hicieron muchos llamados de atención. De hecho, yo estuve muy pendiente del proceso. Fui muy insistente con su jefe de ese momento, pidiéndole que le explicara muy bien a las demás personas cómo era el manejo con Andrés, que trataran de hablar con él, que se hicieran acciones reflexivas, etc. Finalmente, le terminaron ese contrato y una persona conocida me dijo que Andrés se había ido muy bravo. Yo intenté hablar con él, pero se desapareció durante tres días. Al cuarto, apareció en Yarumal y, al parecer, la plata que se le había pagado por la película, ya no existía. Traté de hablar con él, pero estuvo muy hermético y seguí conversando con su mamá.
¿Y la relación con los demás actores?
L. M: El acompañamiento con todos los chicos ha sido constante. Uno de ellos, por ejemplo, trabajó en el equipo de luces de la película porque tuvo menos llamados. De hecho, esta no fue una casualidad ni una improvisación, fue una decisión: a los actores que tuvieron menos llamados, se les preguntó en qué departamento de la película querían trabajar.
Usted habló de una amistad con ellos, de que se comprometió a hacer su amiga, pero ¿cómo es esto?
L. M: Saben que el apoyo no solamente es para papeleo o dinero. Cuando están tristes, cuando pasa algo, llaman. Han amanecido en nuestras casas. Les celebramos la Navidad con un asado y a Andrés, que no pudo venir, se le mandaron los regalos hasta Yarumal. Ese día, además, les teníamos una noticia y es que nos habíamos ganado un premio en Suiza, el único que hasta ahora había dado dinero. La película decidió que esa plata sería para ellos, pero como sabemos que el manejo con el dinero es tan difícil, les contamos que se los entregaríamos durante seis meses en cuotas.
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¿Cree que las amenazas que recibió Andrés tienen que ver con el éxito de la película? Y se lo pregunto porque las versiones de Castañeda son contradictorias… A este diario le dijo que salió de su vereda por extorsiones debido a que grupos armados creyeron que tenía dinero, pero a ustedes les dijo otra cosa…
L. M.: para nosotros la responsabilidad con estos lazos ha sido evidente y fundamental. Por sus edades, pero también por el vínculo tan estrecho que hemos creado con ellos. Ha sido fundamental entender el impacto natural que la película tendría en sus vidas y sabíamos que, si bien la película no les cambiaría la realidad, sí podría posibilitar unos caminos en donde nosotros quisimos acompañarlos. Creemos que la vida puede ser un lugar mejor más allá de un estrellato. Les dijimos: volvemos a la vida, volvemos al barrio, volvemos a muchos problemas, pero cómo podemos aprovechar estas oportunidades para abrir estos caminos. En esto sí que hemos sido responsables y amorosas. Y no solo nosotras, sino el equipo en general de la película.
Sobre este tema, Víctor Gaviria dijo, entre otras cosas, que Andrés Castañeda “debería estar agradecido”. Y es que la primera reacción, la más obvia y después de que uno ve esta película, es la de pensar que a estos jóvenes se les abrieron oportunidades, no que se les crearon más problemas.
L. M: Esas oportunidades implican entender cosas de la vida que son muy duras. Es decir, aprender a tener cierta confianza en uno mismo y en los otros, saber que uno tiene un talento, pero no para actuar, sino para vivir. Todo el mundo puso en duda a estos chicos. Me decían que esto sería un desastre, que no iban a cumplir. Pues nunca hubo un solo retraso, lo dieron todo y saber eso, sobre todo ellos, es hermoso. Saber que también pueden ser confiables, disciplinados, determinados.
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A qué conclusiones ha llegado a raíz de esa relación tan estrecha con sus actores y la nueva circunstancia con Andrés Castañeda…
L.M: Yo le decía a la trabajadora social que con esta película había entendido tres cosas muy básicas sobre los seres humanos, sobre todo cuando estábamos jóvenes: necesitamos amor, reconocimiento y actividad. Dirijo hace 12 años y en ninguna película había sentido el amor y las relaciones que se gestaron aquí, por eso este problema también ha sido muy duro.
Mirlanda Torres: ellos comenzaron a sentir que todo el mundo estaba esperando algo de ellos porque tenían que aprovechar las oportunidades que se les abrieron con esta película. Les dijimos que, realmente, lo que tenían que hacer era ser felices, hacer lo que quisieran para estar bien. Nos contaban, por ejemplo, que estaban cansados de que les preguntaran qué iban a hacer después de la película, y les respondíamos que nadie los estaba forzando, que sabíamos que debían probar hasta encontrar su camino.
Laura, usted dijo que mucha gente le advirtió que las cosas podrían complicarse. Que muchas personas no creyeron, pero usted insistió, ¿por qué? Tuvo muchas alarmas que vaticinaron que, no solo el rodaje, sino el regreso de estos jóvenes a sus casas, podría ser muy problemático…
L. M: Trabajar con actores naturales es una decisión narrativa y estética. Mi relación con el mundo, o mi historia de las relaciones humanas en un país como este, también ha sido de aventura: conocernos en un país donde el otro siempre es un enemigo, donde el otro es alguien en quien desconfiar. Escribí un ensayo muy largo para la Comisión de la Verdad sobre la palabra confianza y me pareció de las tareas más bellas que se me han pedido en la vida: la palabra confianza en este país ha sido el lugar desde el que se ha roto el pacto social. Acá hay unas decisiones que tienen implicaciones frente a la historia que uno quiere contar, frente al cómo transmitir esa verdad, no ese realismo, sino esa verdad que transmite el arte. Yo parto de la belleza de cada uno de los procesos que, además, tienen unas exigencias y exigen unas responsabilidades.
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No creo que haya comenzado a rodar pensando en que “saldría mal”, no sugiero que haya comenzado el proyecto pensando en esto, pero de nuevo: hablemos de su insistencia y de las medidas que tomó para reducir el impacto negativo. Hablemos, además, de la frase que Andrés le dijo a este diario: “Cómo me van a llevar al cielo, para tirarme así al infierno”... De alguna forma, sintió que se le devolvió a una vida mucho más difícil de la que salió…
L. M: por eso fueron tan importantes esos diálogos absolutamente honestos. Siempre supieron que volveríamos a la vida, pero con unas posibilidades o formas de ver o conocimientos distintos para afrontarla. Por eso he insistido en que pedirle a una película que cambie las realidades de estos jóvenes en un país como este, resulta casi que ingenuo, pero qué se puede sacar de ahí para buscar salidas. Nunca quisimos generar una sensación de abandono y por eso seguimos tan cerca. Por eso ha sido tan fuerte y tan duro todo lo que está pasando ahora: yo hablé con Andrés 10 días antes de que saliera el vídeo que estalló todo esto. Además, Andrés siempre manifestó estar en peligro y nuncha hemos dejado de acompañarlo. Llamábamos a su mamá y ella nos decía que no siempre tenía que ver con amenazas, sino con que se metía en otro tipo de problemas.
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Es que fueron muchos problemas, que no pueden publicarse en este texto, pero que se desataron después de que regresó a su pueblo… No es descabellado pensar que se desataron por ese impacto, aunque sea muy difícil de medir…
L. M: Es la colombianidad en pleno: toda la tragedia que tiene que ver con desigualdad, mala educación, díficil acceso a la salud, etc. Pero hemos estado ahí. Siempre hemos querido acompañarlo. Cuando Andrés se fue a Medellín, por ejemplo, para hacer el diplomado en cine que nosotros le conseguimos, tuvo un acompañamiento psicosocial todo el tiempo. Él y otros tres chicos. Se le consiguió dónde vivir. Los apoyamos económicamente. Pero ha sido muy difícil la comunicación: a nosotros nunca nos hablaron de extorsiones. Nunca supimos de ningunas vacunas.
Según Andrés, salió de su pueblo por amenazas de extorsión, que justificó debido a que grupos armados pensaron que ahora tenía con qué pagar más dinero y con más frecuencia, ya que había protagonizado una película…
L. M: Llegó enero y se le consignó la plata de un premio que ganó la película, que además no es una obligación contractual. Esa fue una decisión del equipo. Después de ese giro me llamó a contarme que estaba en Medellín con su novia embarazada, una noticia que me impresionó muchísimo porque fue otro tema del que siempre hablamos: ojo con la decisión de tener familia. Me contó que en Yarumal había salido una lista con nombres de gente amenazada y que ellos estaban ahí. Le pregunté qué tipo de amenaza era, cómo lo ayudaba, y me dijo que lo único que necesitaba era llegar a una finca en Amagá en la que le darían trabajo y resguardo. Le dije que habláramos. Me dijo que no tenía un peso, que la plata del premio se había acabado. Insistió mucho en que le diera dinero. Les dije que sí, les di la plata de los pasajes, comida, pero con la condición de que cuando llegaran hablaríamos los tres sobre la vida y el futuro. Le hablé del tema de seguridad, pero jamás me mencionó extorsiones, ni película, ni nada. A las 10 de la noche de ese día le pregunté si ya había llegado. Y me dijo que no, que estaba en el centro de Medellín. Que había botado la plata. Al otro día llamé a su mamá y le pregunté si sabía que a su hijo se le estaba girando un dinero. Me dijo que no, que lo que estaba pasando en el barrio era que había un problema con el hermano de Andrés, que él se metió, y que por eso tuvo que salir. Que la amenaza fue por eso.
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¿Cómo está su relación con Andrés en este momento?
L. M: todo está muy raro. Después de esto que conté, le escribí a Andrés y me respondieron de una manera muy rara, que le habían robado el teléfono. Luego me dieron otro número. No volvió a aparecer. El 27 de enero, uno de los chicos cumplió años. Intenté buscar a Andrés para invitarlo, pero no hubo respuesta. Al otro día salió el video de “To the point”. A la semana de esta publicación decidí entrar otra vez a ese teléfono nuevo de Andrés. Tenía una foto de la película. Le escribí: Andrés, ¿este eres tú? Y él me respondió de una forma tan extraña, que me di cuenta inmediatamente de que ese no era él. De repente le salieron redes, sabiendo que jamás había tenido nada.
Hubo un actor natural que iba a interpretar el papel que hizo Andrés en la película. Se llama Ferley y se comunicó con este periódico para denunciar que había sido echado de la película, pero además que lo habían utilizado: según él, “Los reyes del mundo” se basó en su vida… ¿Quién es Ferley, alias “el Raper”?
L. M: Lo tuve en cuenta para el casting de “Matar a Jesús” porque lo vi haciendo Gravity bike. A mí me impresionó mucho, pero no quedó, estaba muy joven en ese momento. Me pareció un personaje increíble, me gustó mucho su personalidad y yo tenía una escena de algunos chicos en bici y le dije: quiero que salgas en esta escena. Desde ese momento se gestó una especie de amistad con nuestras diferencias naturales en la vida. Cuando empecé a escribir el guión de “Los reyes del mundo”, claro, comencé a pensar en los posibles actores para la película, y siempre me imaginé a ese chico; sin embargo, no dejé de hacer casting para ese personaje. Finalmente, decidimos que tenía que ser él y se le hizo el contrato. Después de esto su actitud cambió. Empezó a faltar, decía que no podía llegar, que no tenía con quién dejar su perro, etc.
Dice él que salió de la película porque lo comenzaron a extorsionar por una razón similar a la de Andrés: según él, cuando se dieron cuenta de que estaba en una película le pidieron dinero. Pidió ayuda, pero, dice, usted lo sacó del rodaje para “no tener problemas”...
L. M: me llamó a decirme que necesitaba cuatro millones de pesos urgente. Me dijo que si no los pagaba, “el combo del barrio” lo mataba. Le ofrecimos protección, sacarlo del barrio, ponerlo en conocimiento de la Alcaldía y llevárnoslo a un hotel con los demás chicos. Que no, que no podía. Llamó a más gente. Cuando nos reunimos aclaramos que no podíamos pagar una plata de una extorsión. Lo último que dijo fue: si no me dan la plata, no sigo en la película.
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Es decir, el que decidió irse fue él…
L. M: exacto, y estábamos a tres semanas de comenzar el rodaje de la película, así que a mí la noticia me cayó como un baldado de agua fría. Muchos de los detalles del personaje, de Rá, lo tuvieron en cuenta, claro. O sea, para mí fue traumático. Le pedí asesoría a Víctor Gaviria, me contó que también le había pasado algo similar. Decidí dejar de insistir y aceptar su renuncia.
Él dice que lo sacaron de la película. Que al expresar que lo estaban extorsionando por la película, ustedes lo echaron...
L. M: No, él firmó la terminación del contrato y le dimos su liquidación. Esto tuvo que llegar a abogados porque, después de esto, comenzó a llamar a decir que la película era basada en él, que nos demandaría, que tenía periodistas. Un día me llamó un abogado y nos reunimos y le expusimos la situación. Después de esto, dejaron de representarlo.
Hablemos, entonces, de la ficción, teniendo en cuenta en reclamo de Ferley. Usted reconoce que tuvo en cuenta rasgos de él para uno de sus personajes protagonistas, pero que no se basó completamente en él. Hablemos de este concepto, de su percepción, de lo que realmente significa e implica la ficción…
L. M: “Los reyes del mundo” no intenta ser una película dentro de un registro realista, sino que transita entre lo onírico y la realidad. Transita el territorio poético de manera absolutamente explícita. Esta historia nace de unas preguntas muy personales: durante un viaje por el Bajo Cauca, y después de terminar “Matar a Jesús”, empecé a tener unas imágenes de chicos haciendo daños, cruzando el paisaje, etc. Tuve que parar en el carro y tengo en mi libreta las anotaciones de ese diciembre de 2016 donde anoto: una película, unos chicos que reclaman un mundo, unos chicos que se vengan del mundo, somos los reyes del mundo. El relato no está basado en la vida de nadie. El único nombre real es Gilma Ledesma, el personaje de la abuela en la película, que fue la señora que me cuidó a mí toda la vida. Para mí, ella es la representación más clara de hogar y por eso usé ese nombre.
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A Ferley le dicen El raper, y el personaje que interpretaría y por el que reclama, se llama Rá en la película.
L. M:Realmente, a Ferley le decían El Rapper porque rapeaba mucho. Yo no quería que ningún personaje tuviera alguna relación con el Hip Hop. Y sí, yo decidí nombrar ese personaje como Rape porque, claro, tenía mucho del espíritu de Ferley, del Rapper, pero cuando salió de la película, me senté a hablar con Karel, mi directora de casting, sobre el tema. La película fue muy influenciada por un poeta árabe que se llama Mahmud Darwish y Ra es sol en árabe. Para mí, ese chico, ese personaje, es el sol. Por eso tengo esta anécdota de que cuando Karel vio a Andrés en Yarumal, me mandó una foto de él con este mensaje: apareció Ra, apareció el sol.
Muy delgada esa línea entre la ficción y la realidad con tantas referencias usadas para los personajes...
L. M: Claro, por eso es muy importante tener claro que Rá no es Andrés ni Andrés es Rá. Hay unos rasgos del espíritu de Andrés que coinciden con ese personaje, que enaltecen el personaje y que le dieron vida a ese personaje, pero Ré es un personaje de ficción y Los reyes del mundo tienen una propiedad intelectual.
Si el acompañamiento ha sido tan cercano y largo, ¿qué cree que faltó? ¿Cómo pudo evitarse este desenlace de quejas y reclamos que, según les entiendo, consideran injustos?
L. M:Todo este acompañamiento ha sido en silencio, pero es que jamás quisimos publicarlo. Todo lo que se especula en redes, desde la ausencia de trabajo psicosocial hasta el abandono, eso no ha sucedido, pero entonces ¿lo tenemos que estar publicando para que nos crea todo el mundo? Eso es muy triste. Yo creo que hay una responsabilidad que uno también tiene con los otros en la vida, cuando se encuentra y cuando se establecen relaciones horizontales y de confianza y de amor y de afecto. Eso es lo que ha habido acá.
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Haciendo un balance, ¿qué es lo que destacaría de estos procesos, más allá del rodaje, sobre “Los reyes del mundo”?
L. M: La película ha creado un diálogo muy interesante con el público de muchas maneras. Ha conmovido a un público muy intelectual, pero también muy raso. Ha sido una enseñanza increíble de que todo el mundo tiene acceso al lugar poético y a la imaginación. Cuando pensábamos el guión, decíamos: quien va a entender esta película. Y de repente entendimos que el lugar poético es accesible. Hace dos meses nos fuimos con los chicos desde Medellín hasta Caucasia para presentar la película en el Bajo Cauca. Paramos donde todas las personas que queríamos saludar y volver a ver. Fue hermoso porque vimos la interpretación de ellos mismos sobre su territorio, vimos las reflexiones sobre la película. Ver que esos procesos se juzgaron desde el desconocimiento y que mi nombre ha sido tan atacado, es muy doloroso. Quizás a todos los artistas no se les pueda pedir coherencia, pero a mí sí porque es algo que me interesa en lo personal, como individuo, como artista. Andrés Castañeda no ha sido la excepción en ese sentido.
¿Y sobre la reacción de las personas? Dice que hace cine porque le interesa la condición humana y su complejidad, ¿qué diría de esta polémica sobre nuestra complejidad como sociedad?
La película existe, es una belleza y ha puesto a dialogar sobre cosas que no estaban sobre la mesa. Lo que más hace la película, y ahí es donde radica su dureza, es que resalta vidas dignas, respetuosas, amorosas. Es la lucha de un sueño y eso está muy alejado de cualquier postura porno-misérica o explotadora. Es todo lo contrario y eso permanecerá. Es importante la discusión y entender las fases de producción. Es importante entender que el director no es todo en una película. Hay que hacer un llamado a la sensatez e insistir en el cuidado de la vida privada de Andrés. La sobreexposición de su intimidad es peligrosa en ciertos contextos.
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