Escucha este artículo
Audio generado con IA de Google
0:00
/
0:00
Son muchos los desafíos que está enfrentando el escritor cubano Leonardo Padura con su nueva novela Como polvo en el viento. “Todo ha sido diferente con este libro. Son nuevos tiempos y hay que adaptarse a la virtualidad y reformulación de actividades de promoción a las que vengo acostumbrado”. Padura se muestra complacido ante todos los halagos que a diario recibe, aunque no deja de expresar que espera poder encontrarse muy pronto con sus lectores: “Es que extraño demasiado el contacto personal. Claro, tengo que reconocer que he podido asistir a muchos lugares que de otra manera no podría hacerlo, pero admito que no deja de ser doloroso para mí no estar presente en los festivales de libros”.
Lo invitamos a leer la reseña Selma: una lucha por la vida, la justicia y la dignidad
El escritor habla de su experiencia en este período de confinamiento y del éxito que está teniendo esta historia, celebrada como la gran novela de la diáspora cubana y un sublime canto a la amistad.
¿En algún momento ha pensado que quizá debió esperar más tiempo para promocionar la novela de forma presencial?
No, para nada. Lo único es que me ha tocado reformular las actividades que implican siempre el lanzamiento de un libro. De esta manera virtual, no he parado de trabajar; pero extraño la delicia de escuchar personalmente las experiencias de las lecturas que hacen de mis libros. El año pasado en el lanzamiento de la reedición que hicimos de Los rostros de la salsa asistieron 1.200 personas en Cartagena, y eso es muy significativo y emocionante. Me encontré con gente de todas partes del mundo. Mire que tengo lectoras y amigas dominicanas que son fieles asistentes al Hay Festival de Cartagena y cada vez que me encuentro con estas mujeres me llenan de alegría. Debo decir que las mujeres son las mejores lectoras que existen en el mundo, de eso no cabe ninguna duda.
A propósito de mujeres, la novela tiene entre sus protagonistas a tres personajes femeninos. A veces parece que la novela estuviera escrita por otra mujer.
Voy a enumerarle varias dificultades que tuve. Primeramente, el paso del tiempo. Tenía que recorrer un espacio de veinticinco años en la vida de unos personajes y en la narrativa una de las cosas más difíciles es hacer correr el tiempo. Es un recurso que debe hacerse con mucho cuidado para que funcione. Otro problema era la estructura que le iba a dar a la historia para que tuviera una visión panorámica con distintos personajes, distintos momentos y distintas psicologías. Pero, sin duda, el mayor desafío era narrar desde el punto de vista de las mujeres. Fue todo un reto meterme en el interior de Clara, Elisa y Adela, tres personajes femeninos completamente diferentes, a pesar de que tienen una cantidad enorme de confluencias. Ellas expresan la realidad del exilio desde la distancia, la pertenencia, el conocimiento y el estudio. Así que ya se imaginará lo que las sufrí. Tenían que ser muy reales, no podían ser entelequias que representaran conceptos. Al darles vida, me pasaron cosas bien curiosas. Sentía que faltaba algo, no sabía qué cosa era y en una de esas reescrituras del segundo capítulo me dije: “Coño, pero aquí está pasando algo entre Clara y Elisa”. No voy adelantar más, los lectores que ya la han leído van a saber qué cosa es y los que no tendrán que buscar qué es lo que pasa. Solo les cuento que es un elemento muy especial entre estas dos mujeres, muy mujeres, que tienen comportamientos muy reveladores del alma femenina en todas sus manifestaciones.
En todas sus novelas está presente la importancia de la amistad. En esta hay una escena muy significativa y es la de Irving cuando se encuentra en la calle una billetera con dólares. A pesar de la difícil situación económica de este personaje, inmediatamente acude a llevarle la mitad del dinero a su amigo Darío, quien ya ha resuelto irse de Cuba...
Sí, la amistad es un elemento fundamental en todas mis novelas. Muchas de esas experiencias de lealtad, generosidad y fidelidad que manifiestan mis personajes son vivencias que yo mismo he experimentado. Esa historia de la billetera es real, nadie me había preguntado por ella. Tal cual, así nos pasó a mí y a mi amigo Arsenio Cicero. Hace años, íbamos en bicicletas, él iba adelante y yo atrás. De pronto veo una billetera tirada, frené en seco y la recogí. La billetera tenía US$120 y una estampita de la Virgen de la Caridad. Como no tenía identificación, le dije a mi amigo: “Este dinero nos lo ha regalado la Virgen”. Lo dividimos entre los dos en un momento que no teníamos un centavo y nos resolvió casi por tres meses la vida aquí en Cuba.
Su personaje insigne, Mario Conde, hace lo mismo. Siempre que gana algún dinero sale corriendo a comprar comida para sus amigos. Vive también organizándoles buenas pachangas…
Siempre, siempre [risas]. A Conde le gusta dar y recibir apoyo de sus amigos. Precisamente, acabo de escribir un primer capítulo de una nueva novela en la que Conde, pidiendo por adelantado quince días de salario, se lleva a sus amigos a comer y descubre en esa comida que ha entrado por dos o tres horas en el estado de la felicidad. A él lo hace feliz ver felices a sus amigos. Para Conde, esos momentos pasajeros de alegría que vive con sus amigos tienen un valor psicológico y sentimental muy importante. Yo soy igual que Conde. Creo en la importancia de la amistad. Por eso siempre trato de transmitirles ese valor a mis personajes.
Tan rápido está escribiendo otra novela. ¿Cómo logra sacarle provecho a este tiempo tan lleno de incertidumbre?
Con esta situación que estamos viviendo hay dos alternativas: deprimirse o imponerse. Creo que lo más productivo y satisfactorio es imponerse. Hay que adaptarse a lo que tenemos y, bueno, como tengo que estar aquí en mi casa y a mí lo que más me gusta es escribir, y yo vivo de lo que escribo y vivo para escribir, pues empecé otra novela. Ya llevo alrededor de 120 páginas, va avanzando bastante bien. Hasta ahora tiene un título provisional, le he puesto Huracanes tropicales. Es una historia en la que vuelve Mario Conde. Está marcada por varios huracanes que revuelven a la sociedad cubana y no son precisamente meteorológicos. Estoy narrando hechos que ocurren alrededor de 1910, que tienen como centro al proxeneta más famoso de la historia de Cuba: Alberto Yarini. Entre otras cosas, ese personaje aspiró a ser presidente de la república, cosa que no es rara en nuestros países. Bueno, todavía tenemos a algunos presidentes con cara y espíritu de proxenetas [risas]. Esta historia la entrelazo con otra que sucede en el 2016, por la fecha en que Obama visitó Cuba. Quiero que sea una novela policial mucho más que las anteriores. El relato está montado a partir de unos objetos relacionados con el Museo Napoleónico que se encuentra en Cuba. No sé si muchos sepan que acá hay un museo que tiene unos 10.000 objetos, incluidas las máscaras mortuorias y los libros relacionados con el imperio y con la figura de Napoleón Bonaparte.
Lo invitamos a leer la historia de Mary Shelley, la creador de “Frankenstein”
Háblenos de qué esperan los cubanos de Joe Biden, el nuevo presidente de Estados Unidos.
Vamos a ver qué puede hacer en un futuro inmediato y en un futuro mediato. Realmente, cualquier gesto que haga hacia Cuba empezará a cambiar el panorama que ha dejado el gobierno de Donald Trump. Es real la serie de sanciones que intensificó, desde el endurecimiento del embargo hasta volver a incluir a Cuba en la lista de países patrocinadores del terrorismo, una cosa muy fuerte y muy desproporcionada. Así que esperamos que Biden pueda tomar medidas que propendan por el bien de Cuba y, sobre todo, por el bien de los cubanos. Hay una cantidad de personas en Cuba que dependen de las remesas que les envían sus familiares que viven en Estados Unidos y en estos momentos es casi imposible para esas personas enviar dinero a Cuba; tienen que buscar alternativas bien complicadas y acá sus familias están afrontando todo tipo de necesidades. Estamos viviendo un nuevo período de escasez. Hace poco fui a un mercado tratando de comprar algo y había una fila larga, fue un padecimiento lograr ingresar y lo peor fue que me tuve que ir con las manos vacías. Eso es fruto de las carencias que existen de suministros y alimentos básicos, y la situación se complica más debido a la crisis sanitaria en la que estamos. Así que será bienvenido cualquier gesto de acercamiento que tome el presidente Biden con respecto a Cuba.