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El escritor cubano Leonardo Padura, Premio Princesa de Asturias de las Letras, puso en valor la “autocensura ética” como el único límite posible a la hora de escribir, como resultado de la responsabilidad del autor con unos lectores que esperan de la literatura “honestidad” y “verosimilitud”.
En la jornada “Novela policial, ¿novela social?”, de los Cursos de Verano de la Universidad Complutense de Madrid, Padura explicó cómo la novela negra puede retratar tendencias y problemáticas sociales a través, por ejemplo, de los espacios, las comidas o los personajes.
Para el autor de Como polvo en el viento o El hombre que amaba a los perros, la verosimilitud no es un recurso que vaya reñido con el reto intelectual o la imaginación fantástica, sino que se configura como un estilo literario inherente a la novela negra.
“Orwell crea un mundo fantástico en 1984, pero lo hace verosímil con la relación entre los distintos elementos y, así, ha conseguido convertirse en uno de los reflejos más fieles de la realidad”, explicó el escritor.
Este poder de la literatura es el motivo de las diferentes tentativas de control que han tenido lugar por parte de autoridades en la historia, como la llamada "novela negra revolucionaria", una literatura policíaca "sin ningún color", que pretendía ensalzar las acciones de las fuerzas de seguridad del Estado cubano en las primeras décadas del régimen castrista, la cual fue extensamente criticada por un joven Padura.
Por todo ello, el autor reivindicó la libertad del escritor como la única vía posible para la honestidad necesaria en una crónica social, y añadió que la responsabilidad ética debe ser el único límite.
El giro de la novela negra
En este punto, Padura, acompañado por el crítico literario Carlos Fortea, repasó el papel de la novela policial como crónica social y reflexión crítica, partiendo de un género que, antes de los años 60 del siglo pasado, no estaba aceptado ampliamente por la academia.
Sin embargo, las diferentes revoluciones de los 60, como la lucha por los derechos civiles en Estados Unidos y la revolución del 68 en Francia, hicieron que la novela negra reflejase una pulsión ciudadana y urbanita que despertó el interés de los lectores y, posteriormente, de la prensa y la crítica, con autores como Truman Capote, Rubem Fonseca, Leonardo Sciascia o Manuel Vázquez Montalbán.
“Estos autores no traen solo realidades diversas, sino voluntades de estilo. Esto es esencial en el fenómeno que se va a producir”, señaló el autor.