Letras para desnudar a la familia
El norteamericano presenta una novela que ahonda en las relaciones entre madres e hijos.
Angélica Gallón Salazar
“Según mi padre, Mamá comenzó a cambiar justo después de que nació Jill. Leyó La mística femenina y se dio cuenta de que sentía la misma insatisfacción que sentían muchas otras amas de casa. Comenzó a adoptar posiciones cada vez más liberales, con las cuales mi padre, más apolítico que conservador, no estaba de acuerdo”. Carl, el protagonista de esta novela, Cuestiones de familia, no sabe si lo que hizo que su mamá acabara de una vez por todas con el infeliz matrimonio que llevaba fue también lo que hizo que se convirtiera irremediablemente en un ser invasivo, amoroso, pero difícil, que vería en Carl, el hijo que un día decidió marchar a Latinoamérica, el mejor refugio de su soledad y sus caprichos.
“Este libro es una queja, un lamento, una exculpación, una confesión, una búsqueda, una burla, un grito de dolor y una reflexión sobre la familia, sobre la fugacidad de la vida, sobre la muerte”, confiesa con gracia Tim Keppel, el autor de estos relatos íntimos y familiares que nacieron de su propia experiencia cuando decidió dejar Estados Unidos hace 14 años y radicarse en Cali.
Cuando Keppel llegó a Colombia no sólo lo invadió una sensación de desasosiego, “una intuición de que todo podía cambiar”, que detonó su primer libro de cuentos, Alerta de terremotos (2006). Después de pasar unos días lejos de su patria y de percatarse de que en este lado de América “las noticias registraban la aparición de una imagen de Jesús en una piedra”, a Tim le sorprendió en realidad la forma como sus amigos hablaban de su mamá, cómo las llamaban y se despachaban en cariño. “Lástima no tener una mamá como el resto del mundo, más bien como todos los colombianos”, pensaba Keppel, que para entonces y al igual que su personaje Carl padecía de un eczema cada vez que experimentaba largos ratos en presencia o en conversaciones con su madre.
Fran, la mamá de Carl, en la novela intentará por todos los medios convencer a su hijo de que vuelva a estar cerca de ella, pero ningún artificio será más eficaz que la trágica realidad. Su propagado cáncer hará que la petición que le hace a su hijo de redactar sus memorias sea casi imposible de rechazar. Así, el lector se adentrará en un libro que con mucho humor y una mezcla de dramatismo ahonda en los vericuetos de una relación madre-hijo que en su excepcionalidad habla un poco de todas las madres y todos los hijos.
“Según mi padre, Mamá comenzó a cambiar justo después de que nació Jill. Leyó La mística femenina y se dio cuenta de que sentía la misma insatisfacción que sentían muchas otras amas de casa. Comenzó a adoptar posiciones cada vez más liberales, con las cuales mi padre, más apolítico que conservador, no estaba de acuerdo”. Carl, el protagonista de esta novela, Cuestiones de familia, no sabe si lo que hizo que su mamá acabara de una vez por todas con el infeliz matrimonio que llevaba fue también lo que hizo que se convirtiera irremediablemente en un ser invasivo, amoroso, pero difícil, que vería en Carl, el hijo que un día decidió marchar a Latinoamérica, el mejor refugio de su soledad y sus caprichos.
“Este libro es una queja, un lamento, una exculpación, una confesión, una búsqueda, una burla, un grito de dolor y una reflexión sobre la familia, sobre la fugacidad de la vida, sobre la muerte”, confiesa con gracia Tim Keppel, el autor de estos relatos íntimos y familiares que nacieron de su propia experiencia cuando decidió dejar Estados Unidos hace 14 años y radicarse en Cali.
Cuando Keppel llegó a Colombia no sólo lo invadió una sensación de desasosiego, “una intuición de que todo podía cambiar”, que detonó su primer libro de cuentos, Alerta de terremotos (2006). Después de pasar unos días lejos de su patria y de percatarse de que en este lado de América “las noticias registraban la aparición de una imagen de Jesús en una piedra”, a Tim le sorprendió en realidad la forma como sus amigos hablaban de su mamá, cómo las llamaban y se despachaban en cariño. “Lástima no tener una mamá como el resto del mundo, más bien como todos los colombianos”, pensaba Keppel, que para entonces y al igual que su personaje Carl padecía de un eczema cada vez que experimentaba largos ratos en presencia o en conversaciones con su madre.
Fran, la mamá de Carl, en la novela intentará por todos los medios convencer a su hijo de que vuelva a estar cerca de ella, pero ningún artificio será más eficaz que la trágica realidad. Su propagado cáncer hará que la petición que le hace a su hijo de redactar sus memorias sea casi imposible de rechazar. Así, el lector se adentrará en un libro que con mucho humor y una mezcla de dramatismo ahonda en los vericuetos de una relación madre-hijo que en su excepcionalidad habla un poco de todas las madres y todos los hijos.