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La carrera periodística de Sara Jaramillo iba bien. Había estudiado periodismo en la Universidad Pontificia Bolivariana y trabajaba en un importante medio de comunicación nacional. Pero ella se había enamorado de otro mundo, el de las especias y semillas orientales, y decidió apostarle a este. Dejó su trabajo como periodista y se decidió a emprender en un negocio del cual no sabía prácticamente nada, en un país donde las reglas no están diseñadas para apoyar a los emprendedores.
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“Si persistí, fue solo porque soy terca y, entre cosas, porque no sabía en qué me estaba metiendo. Estoy convencida de que esa dosis de ignorancia fue esencial para crear Ábrete sésamo, mi tienda de especias”, cuenta Jaramillo, quien tenía un imaginario muy distinto sobre lo que constituiría su emprendimiento. “Rápidamente me di cuenta de que la idea de una tienda de especias, en donde me la pasaría todo el tiempo compartiendo recetas y recomendando ingredientes a mujeres como yo, era un acercamiento demasiado romántico e irreal del negocio”.
Hoy, en Ábrete sésamo cuelgan plantas, luces y atrapasueños del techo y en sus estanterías verdes se encuentran mermelada de ají amarillo, matcha y salsa de pescado. Este local en Medellín es el resultado de aquella decisión que tomó Sara Jaramillo hace 10 años, cuando renunció a los medios. La tienda de especias es producto de una gran pasión y del arduo trabajo que comenzó sin ser nadie en la cadena de producción y sin presupuesto para un equipo de trabajo. “No tengo dudas acerca de que el exceso de pasión es lo único que logra sacar los negocios adelante, porque de resto, todo, absolutamente todo, está en contra”, afirma Jaramillo.
Esta faceta, “la emprendedora”, se compara fácilmente con aquella por la que suelen reconocer a Sara Jaramillo: “la escritora”. Ambos caminos requieren un grado de pasión importante, aquel que estimule la persistencia. “Uno tiene que estar muy convencido de que no hay ninguna otra cosa en el mundo que uno quiera hacer, es un oficio muy complejo, los resultados no son muy claros, entonces lo único que lo mantiene a uno ahí escribiendo son las ganas de hacerlo”, opina la autora de Cómo maté a mi padre y Donde cantan las ballenas.
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Y así como para la escritora paisa emprender le ha dotado de fortalezas similares a las que necesita para enfrentarse a una página en blanco, para otras autoras colombianas el emprendimiento y la escritura guardan una relación especial. Entre ellas, Raquel Gómez y Vanessa De La Torre. Estas tres voces podrán ser escuchadas el próximo 19 de febrero en el ciclo de charlas ‘Letras en voz alta, hablan las escritoras’, organizado por Penguin Random House, Compensar y El Espectador, en el marco de sus 135 años.
La carrera de Raquel Gómez también iba bien. Llevaba dos décadas siendo madre cabeza de familia, jefa, ejecutiva. Sin embargo, al igual que Sara Jaramillo, decidió cambiar su rumbo y dedicarse a su propio proyecto. Se volvió conferencista y con sus charlas le dio la vuelta a Latinoamérica. Fundó la compañía Estoy listo, una firma con el objetivo de crear soluciones de desarrollo de habilidades para empresas y, así, tras vivir una diversidad de experiencias en diferentes culturas empresariales, terminó por convertirse en autora también.
“Mi audiencia me volvió escritora. A ellos se los debo. Mi primer libro fue un llamado de mi audiencia cuando me independicé hace 13 años y me volví emprendedora”, cuenta la autora de Cómo vender su marca personal y Estoy listo. “Entendí, como dice Oscar Wilde, que hay dos reglas para escribir un libro: tener algo que decir, y decirlo. Aún me quedan muchas cosas por decir. Ese fue el comienzo. De ser una mujer tímida, las letras me impulsaron a usar mi voz”.
En este caso, la escritura y la vida de la emprendedora se configuran como procesos complementarios, uno le otorga mayor validez al otro. “La conexión es total. Una de las razones por la que mi mensaje resulta creíble y contundente es que escribo y hablo de lo que he visto, he vivido y he podido comprobar. Las experiencias de asumir el emprendimiento hacen que lo que escriba tenga toda la sintonía”, afirma Gómez.
Aunque no se considera escritora, sino una periodista que escribe, Vanessa De La Torre también ha nutrido su ejercicio profesional con las letras y el emprendimiento. La autora de Historias de amor en campos de guerra es también cofundadora de La Popetienda, emprendimiento que se ha constituido como un salvavidas para decenas de artesanos que se vieron gravemente afectados durante la pandemia.
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“Vengo de un hogar lleno de libros, disciplina y curiosidad. Me criaron sin miedos, me empujaron a conocer el mundo, a respetar y a apoyar a los demás, y eso es lo que soy. En la pandemia monté con mi esposo y mi mejor amiga La Popetienda, que es básicamente un bazar en el que vendemos productos de artesanos colombianos, todo hecho a mano, todo lo que me gusta de Colombia y que he conocido haciendo reportería”, afirma la periodista.
A Sara Jaramillo el emprendimiento le otorgó las facultades necesarias para lograr escribir sus dos libros. Raquel Gómez encontró en sus experiencias como emprendedora el insumo y sentido de deber para escribir. Para Vanessa De La Torre, un poco a la inversa, sus experiencias como periodista que escribe le dieron la sensibilidad que impulsó el desarrollo de su emprendimiento. Estas autoras y sus trayectorias profesionales evidencian que los procesos de emprendimiento y de escritura pueden ir de la mano y beneficiarse mutuamente de una manera casi simbiótica.