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“Estos viajes en el tiempo que hay en el libro, tanto al pasado prehistórico como a un futuro dentro de cientos de miles de años, son una forma de explorar cuestiones que están en nuestro presente”, dice Colanzi en una entrevista en Bogotá, donde participó en la Feria Internacional del Libro.
La autora (Santa Cruz de la Sierra, 1981) decidió poner en "Ustedes brillan en lo oscuro" seis cuentos, que le valieron además el Premio Ribera del Duero, en los que juega con el espacio y, sobre todo, el tiempo.
"Es importante cuando estoy hablando de un nuevo libro de cuentos que haya una atmósfera compartida, alguna corriente subterránea común en todos los cuentos, alguna cuestión que los atraviese", explica.
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Por ello, cuando escribió el primero de los cuentos, "La cueva", comenzó a "explorar el tiempo en diferentes escalas, no tanto en escalas microscópicas sino en escalas mucho mayores".
"A partir de este cuento encontré un poco esa columna vertebral que organiza los diferentes relatos: hay una mirada hacia atrás al tiempo que está presente sobre todo en la exploración de ruinas, de lugares olvidados, de espacios periféricos que han quedado en el olvido y que tienen una historia que todavía está haciendo efecto en el presente, que todavía tiene consecuencias en el presente", dice.
Igualmente, añade, "hay una mirada al futuro, a un futuro cuyo germen, cuya semillita" está en el presente.
Pensar en el planeta más allá de lo humano
En el libro, la escritora boliviana explora problemáticas de la actualidad como la crisis climática, pero trata de hacerlo más allá de la "perspectiva humana".
"Trato de pensar un poco más allá, en el sentido de que pudo haber habido antes y de esta forma un poco desestabilizar una ideología que le ha hecho tanto daño al planeta, que sostiene que los seres humanos somos los dueños del planeta, los amos de todo lo viviente y que nuestra especie es la más importante del planeta", expresa.
Eso, considera, "ha llevado a la destrucción de todos los ecosistemas y a la presente crisis climática, medio ambiental".
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Por ello vuelve "a estirar esta idea del tiempo" para recalcar que la presencia de la humanidad es apenas "un pequeño capítulo de la historia del planeta" y pone en su lugar a los seres humanos.
Problemas del pasado que resuenan en el presente
Colanzi también se interesa en escarbar en la historias de algunas ciudades latinoamericanas que sufrieron por cuenta de problemáticas medioambientales y se apropia de ellas para narrar temas que "están resonando todavía en el presente".
"Una de ellas está presente en mi cuento 'La deuda', tiene que ver con la historia de Cachuela Esperanza en Bolivia, que fue un lugar de tremenda riqueza a finales del siglo XIX, principios del siglo XX, con el auge extractivista del caucho", señala.
Allí, en su tiempo de auge, llegaba "lo último de la tecnología de esa época", así como contaba con "edificaciones espectaculares" que, "al acabarse ese auge de la goma elástica, la ciudad es despoblada y se la empiezan a comer, se la empieza a tragar, la selva".
"Entonces este pensar en cómo uno de los tantos 'booms' extractivistas en Bolivia, en Latinoamérica, no dejó realmente nada para el lugar. Es una manera también de pensar en otros 'booms' extractivistas del presente", explica.
Afán obsesivo con la reedición
La escritora boliviana revela que tiene un afán obsesivo con la reedición, razón por la cual cuando entrega un manuscrito a sus editores es porque ha cerrado "esa compuerta" para poderse poner en un estado mental en que "pueda pensar un siguiente libro".
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"Eso es lo que lo que he hecho con este libro también, una vez que estaba publicado. Me parece que es el momento en que los lectores se lo apropien y hagan con él lo que quieran. Desde que entregué ese manuscrito a comienzos del año pasado, con sus correcciones finales, no lo he vuelto a leer en la forma en que se lee cuando estás preparando un manuscrito", explica.
Sin embargo, confiesa que ha tenido que verlo desde otras perspectivas en los últimos meses por "las traducciones que van a salir" que la han obligado "a considerar, de hecho, algunas partecitas de libro y a hacer algunas correcciones".
“Pero son ya cosas menores que atañen a pequeños errores o que si son cuestiones estructurales, trato de no pensarlo porque tengo un afán obsesivo con la reedición y no me permitiría escribir nada más en la vida”, concluye.