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“Hacer una película como Eureka requiere mucha tenacidad, dirección, brújula y criterio. Tienes que seguir y seguir. Si no es así, no la terminás”, confesó Lisandro Alonso en el Festival de Cannes tras el estreno de su más reciente filme, marcando el retorno del director argentino a esta cita cinematográfica después de Jauja (2014).
Presentada en la sección Cannes Premiere, Eureka es una poliédrica propuesta que cuenta en el elenco con Viggo Mortensen y Chiara Mastroianni. Alonso divide la cinta en dos grandes partes con un enigmático western en blanco y negro a modo de prólogo. La primera parte pone el foco en una mujer policía que se encuentra en una reserva indígena de Dakota del Sur (EE. UU.), siguiéndola en su solitario patrullaje nocturno en pleno invierno; y la segunda se desarrolla en la selva amazónica de Brasil, territorio de comunidades indígenas amenazadas por los garimpeiros.
¿Recuerda la génesis de Eureka?
Mi película anterior, Jauja, termina con dos indígenas vestidos de una manera más ancestral. Entonces me dije que la próxima quería filmar con gente que esté más próxima a la idea que nosotros tenemos de cómo viven los indígenas. Empecé a pensar en qué películas habían representado indígenas, y me fui al western norteamericano, pero inmediatamente me di cuenta de que esos filmes no los habían presentado mucho o lo habían hecho mal. Aun así, siempre tuve un deseo de niño de filmar un western con todas sus letras, y esta era la ocasión para hacerlo. En realidad me hubiera encantado filmar un western completo, pero tiene muchas reglas y a mí las reglas no me gustan para hacer películas. Entonces hice uno con Viggo (Mortensen) y Chiara (Mastroianni), en blanco y negro.
¿Por qué decidió integrar en Eureka a pueblos originarios de EE. UU. y de Suramérica?
Quería reflejar cómo es el contraste entre los nativos que viven en un campo de concentración o una reserva o un gueto, y otros que todavía pueden hacer uso de los recursos naturales y tienen menos agresividad climática. En la reserva de Pine Ridge están seis meses a 32 grados bajo cero, sin recursos, sin poder dominar la naturaleza, no tienen madera para quemar, no tienen comida, no tienen electricidad, no tiene salud, no tienen escuela, no tienen documentos. Entonces empecé a pensar en contrastar esa situación y ver cómo Latinoamérica, de alguna manera, integra a sus pobladores que descienden de pueblos originarios en la forma que puede y en la economía que tiene.
Volvió a trabajar con Viggo Mortensen, ¿siente que ha cambiado la manera de dirigirlo?
A Viggo no lo dirijo, es parte del equipo. ¿Qué le puedo explicar a Viggo de actuación? No mucho. Él es un amigo, como todo mi equipo de producción. David Cronenberg dijo que tener a Viggo a tu rodaje es traer a un productor, un actor, un guionista, un director, un eléctrico, un camarógrafo, un lavaplatos. Viggo lo hace todo desde el mejor lugar posible, y a mí me sirvió mucho para pensar y para poder ver que trabajar con un actor profesional a veces puede simplificar un montón de cosas.
Los junta una especie de complicidad creativa, de hecho él fue quien le habló de la reserva Pine Ridge, pero ¿cómo es esa retroalimentación?
Le consulto para futuros proyectos, y viceversa. De hecho, él acaba de terminar de dirigir un western en México, fui al rodaje y participé de extra. Nos gusta estar al tanto de lo que estamos haciendo. Yo lo admiro mucho y sé que puedo aprender de cualquier trabajo que él pueda hacer, como le gusta estar al tanto y apoyar mi trabajo en el cine.
Eureka posee el glamour de una superproducción, fue rodada en varios países, incluyendo en la reserva Pine Ridge (Dakota), además de que se desarrolla en diferentes idiomas. ¿Poder filmar así es un privilegio?
Empecé a pensar esta película hace nueve años, también me agarró la pandemia. Pero no es para cualquiera, ¿eh? Hay que seguir, hay que convencer. Obviamente, soy un privilegiado, me siento muy muy afortunado, siempre tuve la suerte de que las personas que manejan algunos botones acá de Festival de Cannes, y en otros festivales, se sintieran curiosos por apoyar el trabajo que hice con compañeros, con los cuales sigo trabajando. Pero igual así, no es una tarea fácil. ¿Acaso hay algo fácil en la vida? Todo cuesta y mucho, o sea que es lindo el sueño de venir acá (a Cannes) y ver los botes (se refiere a los lujosos yates que se ven en el puerto), pero hay que dedicarse, así es como llegás a ver los botes.
¿Cómo se está desarrollando en Argentina la reivindicación de los pueblos originarios?
En Argentina todos los días sale una nueva prioridad que nos hace olvidar la que planteamos dos días atrás. Tenemos problemas económicos que lo rigen todo. Entonces, hasta que no solucionemos una temática tan urgente, que es la que nos dejará independizarnos y tener mejores elecciones de trabajo con sueldos dignos que alcancen para poder criar a tu familia y poder obtener comida y salud, no se puede pensar en nada más. O sea, hay prioridades. Hablo de Argentina, otros países no tienen la inflación ni la corrupción que tenemos nosotros, aunque es propia de Latinoamérica por la forma de ser que tenemos de tratar de obtener ganancias de la manera que sea.
Estamos viendo cada vez más historias protagonizadas por mujeres, ¿cómo surgió la idea de tener en Eureka roles femeninos en primera línea?
Uno recepciona la realidad que se está viendo en tiempo presente. Yo lo recepcioné y empecé a poner roles femeninos adelante de la cámara. Por otra parte, no lo había hecho antes, quizás por inseguridades mías de joven, o por problemas propios de inseguridades masculinas o del mundo. Preferí tener protagonistas masculinos porque siento que puedo tener más afinidad, más facilidad para explicarles, contarles quién soy y viceversa. Después crecí, tuve una hija y un hijo, empecé a percibir el mundo de otra manera, ahora tengo más experiencia, más dudas, pero también quise probar cosas diferentes. Hay que crecer para darse cuenta de algunas cosas.