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Literatura de la nostalgia y del país que nunca fuimos

Una reflexión sobre la nostalgia en diferentes obras literarias y la guerra en Colombia.

Yessica Teherán
27 de marzo de 2021 - 03:59 p. m.
"Es entonces cuando comenzamos a sentirnos como Emma Bovary o Alonso  Quijano, perdidos en nosotros mismos, atraídos por una añoranza que no nos  pertenece".
"Es entonces cuando comenzamos a sentirnos como Emma Bovary o Alonso Quijano, perdidos en nosotros mismos, atraídos por una añoranza que no nos pertenece".
Foto: Archivo particular
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Los libros no leídos me contemplan

con una obstinación orgullosa y distante.

Y logran inquietarme,

porque me hacen pensar en esas calles

—que jamás transité—

en donde lo esperado me esperaba.

Piedad Bonnett

Sentirnos fuera de nuestro tiempo y espacio suele ser una fantasía recurrente cuando  deseamos habitar un momento y lugar distinto al que nos tocó, como aquella frase  repetida en exceso: “todo tiempo pasado fue mejor”. Afirmamos este anacronismo en  la música o en alguna película que nos distancia de nuestras latitudes. Para la literatura  esta nostalgia de lo desconocido (y de lo demasiado conocido) ha sido persistente, no  sólo inscrito a una época sino al punto de afirmar que cualquier vida en cualquier espacio es mejor, porque queremos morar en un país distinto del que nacimos: ese que aún no hemos logrado tener.

Las nostalgias no siempre son las mismas: para Eveline, de James Joyce, el dolor de  dejar su país y su casa es algo tan abrupto, que decide aferrarse a la baranda del  puerto. Pese al deseo de huir de una vida violenta, la pena de abandonar su hogar se  hace más fuerte que la necesidad de su prometido y todos los mares del mundo ya no  son suficientes para irse.

Lo esperado no deja de esperarnos, mientras aguardamos a que esta realidad nos  agobie un poco menos. G. K. Chesterton en Nostalgia del hogar nos dice que el  recorrido más corto de un lugar al mismo lugar es darle la vuelta al mundo; la añoranza  no está en ese espacio, está en el deseo de volver al techo que nos vio crecer. Debemos  caminar y seguir andando, buscándonos en lo desconocido hasta que el dolor de no  ver el tono de las paredes de esa casa nos haga regresar.

Lo invitamos a leer los microrrelatos de La Esquina Delirante LXVIII

La nostalgia no se aplica siempre a lo vivido, también es para aquello que jamás hemos  visto, como el frío intenso de la nieve que no conocemos entumeciendo nuestras  manos. Son uno y muchos los cuerpos sumergidos en las letras que desearíamos  ocupar, como si fuéramos la Alina Reyes de Cortázar en su cuento Lejana, o Circe con  el corazón desgarrado porque Odiseo decidió continuar su viaje a Ítaca.

Kawabata nos habla de esta misma nostalgia imposible en su cuento En aquel país. En  este país. Allí, una joven no sólo se siente atraída por su vecino sino por todo lo que él  representa: lo desconocido, costumbres y libertades que no se tienen en su lado del  césped. En aquel país, las parejas se intercambian entre vecinos sin censura moral; en  éste, su esposo domina su cuerpo al punto de la asfixia; para nosotros aquel país,  cualquiera del primer mundo, brinda la seguridad de caminar por las calles sin temor; en éste, nacemos con el sino de una guerra de la que no hemos podido desprendernos,  la nostalgia de tiempos pacíficos que sólo conocemos por referencia de lugares lejanos, donde profesar una fe distinta o no profesar ninguna no conduce a la pena capital.

Le sugerimos leer la historia de Macondo y los perseguidos del Plan de Barranquilla

Escapamos del vértigo de la realidad viviendo en los libros que descansan sobre la  mesa, nos convertimos en la partida y el regreso a La ciudad de Kavafis en su  poema Ítaca, con las ansias de conocer lo que se lee y la imposibilidad de no vivir allí.  Es entonces cuando comenzamos a sentirnos como Emma Bovary o Alonso  Quijano, perdidos en nosotros mismos, atraídos por una añoranza que no nos  pertenece.

Agitamos esta ardiente fantasía porque no estamos satisfechos con el país donde nos  tocó vivir, con el que quizá nunca estaremos satisfechos. La avalancha de tantas  noticias funestas nos sumerge más en lo que leemos, en añorar geografías e imágenes que jamás podremos ver porque no existen. Lo esperado no deja de esperarnos, mientras aguardamos a que esta realidad nos agobie un poco menos.

Por Yessica Teherán

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hernando(26249)27 de marzo de 2021 - 08:32 p. m.
Depend d personalidades. Muchos como Evelyn se aferran a lo q tienen sin necesidad d soñar otros lares. Otros viven del sueño ignorando su cotidiano. Mejor ni muy muy ni tan tan
Aldemar(14308)27 de marzo de 2021 - 07:16 p. m.
Demoledor para el des-gobierno de Iván Duque y su séquito de ineptos funcionarios, el informe de hoy del New York Times sobre la actualidad de los niños y menores en la guerra que no cesa en Colombia. Ante eso, queda en evidencia que han hecho trizas el Acuerdo de Paz y le han mentid a Colombia y al mundo! https://www.nytimes.com/2021/03/27/world/americas/colombia-children-war-FARC.html
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