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Lo mágico y lo humano de Thomas Mann (II)

Pánico, ansiedad, escepticismo, ilusión, desesperanza, paciencia. Thomas Mann era un cúmulo de emociones que se peleaban y hacían las paces y se volvían a pelear y entraban en guerra y en un inmediato acuerdo poco después de que su novela sobre Los Buddembrook hubiera salido de la imprenta.

Fernando Araújo Vélez
14 de octubre de 2020 - 11:36 p. m.
Thomas Mann, como lo admitió en "Relato de mi vida", había querido quitarle peso al peso de morir, volver cómica la tragedia.
Thomas Mann, como lo admitió en "Relato de mi vida", había querido quitarle peso al peso de morir, volver cómica la tragedia.
Foto: Ilustración: Nátaly Londoño Laura

Luego del primer lógico silencio, oyó los comentarios iniciales. “La crítica -dijo- se preguntaba malhumorada si de nuevo iban a ponerse acaso de moda los mamotretos en varios tomos. Comparaba mi novela con un camión que patinaba en la arena”. Pasados los días, los meses y las lecturas, los primeros comentarios le dieron paso a otros. Un columnista, Samuel Lublinski, escribió en El diario de Berlín que en mucho tiempo aún se iba a seguir hablando de la novela. En un año se vendieron los 1.500 ejemplares de la primera edición.

Fernando Araújo Vélez

Por Fernando Araújo Vélez

De su paso por los diarios “La Prensa” y “El Tiempo”, El Espectador, del cual fue editor de Cultura y de El Magazín, y las revistas “Cromos” y “Calle 22”, aprendió a observar y a comprender lo que significan las letras para una sociedad y a inventar una forma distinta de difundirlas.Faraujo@elespectador.com

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