Los 15 años de la editorial Sílaba
Lucía Donadío, directora, habló sobre la historia, los sueños y las dificultades de mantener con vida a esta editorial independiente.
Andrés Osorio Guillott
Si concordamos con Julio Cortázar en decir que “los libros van siendo el único lugar de la casa donde todavía se puede estar tranquilo”, quienes se dedican a hacer que los libros existan vendrían siendo los responsables de nuestra tranquilidad. Unos más compulsivos que otros (soy de los que más), a medida que vamos comprando, olvidamos que detrás de las páginas, de la portada y la contraportada de cada libro, hay un trabajo que va mucho más allá del autor: la editorial que lo gestiona y lo publica tiene que conseguir un equipo que logre que ese objeto sea atractivo y esté a la altura de su historia o su concepto. Y ese riesgo no es menor, pues, conscientes o no, de un libro depende que una o muchas personas cambien su visión del mundo o de al menos algún rasgo de la condición humana, de manera que de allí se pueden desprender hechos y comportamientos que desconocemos, pero que sin duda van haciendo historia.
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Si concordamos con Julio Cortázar en decir que “los libros van siendo el único lugar de la casa donde todavía se puede estar tranquilo”, quienes se dedican a hacer que los libros existan vendrían siendo los responsables de nuestra tranquilidad. Unos más compulsivos que otros (soy de los que más), a medida que vamos comprando, olvidamos que detrás de las páginas, de la portada y la contraportada de cada libro, hay un trabajo que va mucho más allá del autor: la editorial que lo gestiona y lo publica tiene que conseguir un equipo que logre que ese objeto sea atractivo y esté a la altura de su historia o su concepto. Y ese riesgo no es menor, pues, conscientes o no, de un libro depende que una o muchas personas cambien su visión del mundo o de al menos algún rasgo de la condición humana, de manera que de allí se pueden desprender hechos y comportamientos que desconocemos, pero que sin duda van haciendo historia.
Fue en 2009 cuando Lucía Donadío decidió fundar Sílaba Editores. En el griego antiguo, syllabé; en latín, syllaba, que viene del verbo “juntar”. Bajo esa etimología, la editorial ha buscado enlazar escritores que aporten con sus voces a la literatura. Cuento, ensayo, poesía, periodismo, literatura infantil, novela, tradición ancestral y otros géneros han sido publicados en esta casa que sigue en Antioquia, pero que ha llevado sus libros a otros lugares dentro y fuera del país. “En primera instancia, Sílaba ha significado para mi vida los encuentros con los autores, que van más allá del oficio. Encuentros muy profundos: detrás de la escritura de un libro hay un largo camino recorrido por los escritores. El proceso de publicar un libro es un largo camino de cercanía y afecto. Un libro es un trabajo colectivo donde se tejen muchos lazos alrededor del sueño del libro. Un mundo de historias, trabajo extenuante, errores y alegrías. También es la reunión con los lectores, libreros, colegas, bibliotecólogos, distribuidores, con las amigas, periodistas y todos los que amamos el mundo de los libros”, aseguró Donadío.
Hubo otra fiesta dentro la Fiesta del Libro de Medellín, un espacio para reconocer el trabajo de Sílaba en estos 15 años. Si en el mundo es difícil mantener en pie una editorial independiente, en Colombia lo es un poco más. Eso lo sabemos, por eso nos ahorraremos el riesgo de caer en lugares comunes, pero no por ello habría que dejar de mencionar que hay un mérito en creer y reunir esfuerzos cuando la montaña se hace más alta y las condiciones externas dificultan el proceso. “La distribución de los libros y las tareas administrativas son las más complejas, pues exigen mucho trabajo y rigor. Los inventarios siempre se descuadran, pareciera que los libros salen en las noches de sus cajas y corren a buscar lectores. El alto costo del papel en los últimos años también nos ha golpeado mucho, pues queremos que los precios de los libros sean asequibles. Mantener un catálogo vivo de los libros publicados es otra gran dificultad, pero hemos sostenido la vitalidad de uno 250 títulos y tratamos de hacer reimpresiones con frecuencia”.
Camila Melo Parra, una de las autoras que publicó su primer libro con Sílaba (el poemario La noche dice nunca), compartió su agradecimiento con la editorial y manifestó: “Sílaba para mí es como un jardín donde hay toda clase de especies maravillosas y variopintas. Bajo el cuidado de Lucía y todo el equipo, cada obra florece con una cadencia particular. No importa que los libros correspondan a una misma colección, cada cual sabe ser semilla, crece a su ritmo y entre la labranza y el delicado amor de sus manos han hecho de cada obra parte fundamental en la vida de muchos lectores, que pueden ser uno, diez, cien o mil. Silaba es la raíz de las lecturas de muchos. Allí hay convicción, eje, combustible y un determinado compromiso porque las ideas sean compartidas y que además queden en la mente o corazón de quien las conoce con un sello indeleble”.
Pero la editorial no es solo Lucía Donadío; además de reconocer que los autores hacen parte de su equipo, para ella es importante mencionar a Alejandra Toro, profesora y editora. “Ella ama los libros y ha estado a mi lado desde 2011 construyendo este proyecto. Mi gratitud para todo el equipo de Sílaba de hoy y de antes: a Manuela Villamil, la asistente editorial, por su consagración al oficio de editar, por su amor a los libros, ¡por su dulzura! A Rubelio López, nuestro corrector, por su trabajo silencioso y riguroso, por su paciencia, su dedicación y sus buenos ojos; a mi adorada cuñada y jefa de ferias Regina Sepúlveda, por su amor a los libros, a la conversación delicada y única con cada lector, por la atención a cada detalle del stand, por su incansable trabajo; a mi queridísima Marta María Peláez-Gaviria, que vio nacer a Sílaba y en estos 15 años ha estado atendiendo ferias, eventos, tareas infinitas con su presencia amorosa que entrega el alma en cada labor; a Magnolia Valencia, nuestra diagramadora, que atiende nuestras llamadas a cualquier hora del día y de la noche, que trabaja incansablemente para que los libros sean más hermosos y lleguen rápido a las manos de los lectores”.
Por su parte, Juan Mosquera, autor del poemario “Estaba en llamas cuando me acosté”, dijo: “Publicar con Sílaba Editores significó encontrar un abrazo que no termina. Sentirse cuidado y valorado. Sé que ha sido paciencia y fuego, caricia y cariño, dedicación y entusiasmo los que hizo posible que existiera un libro donde sólo había páginas dispersas en papeles que ni a papeles llegaban. El vuelo posterior de Estaba en llamas cuando me acosté también ha sido acompañado por el soplo de sílabas al viento. Sólo sé decir Gracias por estos quince años de la editorial de la que soy y he sido lector antes que autor. Si uso la palabra familia podrá parecer exagerado, pero no lo es. Es fácil sentir a Sílaba así”.
En los últimos años ha habido una apuesta por la poesía, por dar a conocer también a nuevos poetas: ¿a qué se debe esta intención?
Amamos la poesía e intentamos darles cabida a muchos poetas en nuestra colección Sílabas del Viento. La verdad es que a nuestras puertas llegan muchos libros de poesía de muy buena calidad. Los acogemos porque en Sílaba la poesía se lee y se vende.
¿Por qué es importante creer en la literatura y apoyar a las editoriales independientes en el país?
Las editoriales independientes publicamos una enorme cantidad de libros de gran calidad. Creemos con fervor en la literatura como un medio para escribir historias, pensar y sentir la vida desde la palabra. Damos a conocer autores nuevos, y logramos que los libros tejan vínculos y unan este país tan herido y fragmentado. A nuestra labor se unen las librerías, sobre todo las pequeñas y grandes librerías independientes que crecen en barrios y esquinas de todo el país, donde hay clubes de lectura, eventos, recitales y encuentros.
Sin el ánimo de jerarquizar autores u obras, ¿qué les recomendaría a quienes no conocen a Sílaba para que adquieran algunos libros de la editorial?
En Sílaba hay variedad de libros en muchos géneros y para todos los gustos. Cada lector encuentra el suyo. Voy a nombrar algunos: Contar la vida como contar los pasos. Antología de escritoras colombianas, prólogo y selección de Luz Mary Giraldo; son 62 cuentos; Los derrotados, de Pablo Montoya, edición conmemorativa de los 12 años de esta novela, con prólogo del autor; Amar, poesía de Anabel Torres; Los guardianes de la sabiduría ancestral. Su importancia en el mundo moderno, de Wade Davis; La conmoción de los encuentros, cuentos de Marcela Villegas; Humana luz en sombras, de Fernando Cruz Kronfly; La línea, el círculo y las metamorfosis del mito, ensayo de Michael Palencia-Roth; Sembrar malvas, novela de Esther Fleisacher. Los últimos tres son novedades de Fiesta del Libro y van en camino a librerías. Disponibles en nuestra página web.
¿Qué sueña o anhela con la editorial? ¿Qué te ha faltado hacer con ella?
Soñamos con publicar más autoras colombianas y latinoamericanas. Estamos en esa tarea y esperamos lograrlo.
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