“Los cineastas deberíamos reflexionar sobre los premios que nos damos a nosotros mismos”
Jonás Trueba, quien ganó el Sello Europa Cinemas a la Mejor película en la sección Quincena de realizadores del Festival de Cannes por la película “Volveréis”, habló para El Espectador.
Estas fueron las palabras del director madrileño, hijo del también director Fernando Trueba, ante su paso por el Festival de Cannes de 2024.
El cine francés ha sido referencial en su trabajo. Debutar en Cannes debe ser un sueño hecho realidad…
Sí, pero me quiero resistir a decir que es un sueño. En general, estoy contra esta teoría del “sueño”. Cuando me preguntan si hice la película que soñé, digo que intento no soñar mucho: es muy difícil alcanzar el ideal del sueño. Cannes tampoco era un objetivo. Y lo digo sin pretensiones: es mi octava película y estoy muy contento de que se hayan fijado en lo que hago, en lo que hacemos. También es importante decir que hay otros cineastas que no están aquí con sus películas y que, a lo mejor, no estarán nunca, y la Quincena, particularmente, se ajusta. Está más cerca de mi manera de entender el cine independiente. La Quincena simboliza cosas que para mí son importantes.
¿Tiene miedo de llegar a los festivales con los filmes?
Sí, tengo miedo. Los cineastas deberíamos hacer una reflexión sobre hasta qué punto los festivales de cine se están convirtiendo en una especie de obligación, en un gueto o en una vara de medición. Cuando no pasas por ellos, la idea de seguir haciendo cine se dificulta mucho. Pasa lo mismo con los premios: podría ser peligroso volvernos locos de darnos tantos premios a nosotros mismos. Podría ser posible que muchos cineastas piensen en los festivales que visitarán y ni hayan comenzado a hacer la película, o hagan la película para que les guste a los del festival. A mí eso sí que me parece peligroso.
Su película es un cuestionamiento a la relación de pareja, ¿hasta qué punto su equipo se puso en riesgo al rodar este filme?
Efectivamente, la película muestra un poco ese cuestionamiento, incluso es notoria la incomodidad que atravesamos cuando rodamos. Al final es un proceso de creación muy frágil. Me gusta pensar que la película lo muestra. También muestra nuestra forma de trabajar juntos. Desde que comencé, somos casi que los mismos técnicos y actores. Un grupo que se ha ido creando y ha ido generando una confianza, una fidelidad: bonito. Pero esa confianza y esa fidelidad ha sido difícil de sostener a lo largo del tiempo. Y esto es algo que también le pasa a la relación de pareja en la película. Llevan muchos años juntos, igual que nosotros con Los ilusos. No es un pacto de sangre. No lo podemos dar por hecho. La película también habla de esto. A través de una pareja tú ves que quizás es necesario ponerse en crisis, renovar el pacto.
La película anterior y esta me recordaron los primeros filmes de Woody Allen, ¿usted se sintió tocado por su cine de alguna forma?
Seguro que sí. Creo que es un cineasta fundamental para mi generación. Yo crecí con sus películas. Este rito de ir a ver la película de Woody Allen cada año era fundamental para mí y para un montón de cineastas. Es verdad que parece que lo hemos amortizado con toda la problemática que arrastra. De pronto parece un cineasta casi mal visto. Y, sin embargo, ha sido un cineasta, yo creo, muy clave.
¿Existencial?
Totalmente. Como con todos los grandes cineastas, he tenido una relación de amor y odio. Allen ha sabido dialogar con el cine clásico americano, con la comedia clásica americana y con el cine europeo. Los ha hermanado muy bien.
Su película es muy tierna, querida, amable. Y podríamos decir que estos valores están en desuso. Ahora pensamos en la competencia: todo tiene que ser rápido y no puedes fallar. Está bien que seamos conscientes de eso…
Sí. El mundo del cine se ha convertido en algo muy competitivo: no se puede fallar, tienes que hacer la mejor película del año, etc. En todos los tráilers se dice que “la película es un milagro”, “una obra maestra”, “la mejor”. Y no puede ser. Nosotros intentamos aportar otra cosa: tranquilidad, películas más pequeñas. También es una manera de decir el cine puede ser otras cosas, el cine se puede concentrar en otros valores.
Su padre aparece brevemente en la película, ¿aportó con el proyecto?
Mi padre es el cineasta con el que he crecido. Un gran cinéfilo. He tenido la suerte de poder disfrutar de las películas que él amó y que me ofreció cuando fui pequeño. Ha sido muy bonito dialogar con mi padre que, finalmente, toma un espacio. Estoy feliz de haberme atrevido a encontrar este hueco para él e intentar devolverle algo de lo mucho que me ha dado a través de esta película.
El papá de Ale (la mujer en la pareja que protagoniza la película) le regala el libro La repetición, ¿le pasó algo similar?
Mi padre me ha regalado muchísimos libros, pero justo ese no. Mi padre, que lee muchísimo, sobre todo filosofía, pero Kierkegaard no ha sido uno de sus acercamientos. Lo que lee te lo quiere compartir y te habla de eso. Quiere contagiarte la pasión que él está teniendo.
¿Y a usted cómo le va con Kierkegaard?
Fui leyendo a Stanley Kabel, al que descubrí hace muchos años. Fue él quien me puso sobre la pista de Kierkegaard, que siempre hemos percibido como un filósofo torturado.
Kierkegaard decía que la manera de combatir el mundo era a través de la risa, ¿usted está de acuerdo?
Sí, yo creo que el humor es absolutamente fundamental y sano. No el cinismo, sino el humor, la risa. Antes hablabas de Woody Allen, recuerdo esa escena maravillosa, creo que de la película Hannah y sus hermanas, y hay alguien pensando que se va a morir. De pronto va caminando y se mete en un cine en el que están proyectando la película de los hermanos Marx. Es un momento que ejemplifica maravillosamente bien cómo de pronto el cine te salva o te recuerda lo absurdo de todo.
Dijo que siempre queríamos que el cine sea espectacular. No sé si con las parejas pasa igual. Me quedé pensando en eso con su película. Escucha uno que se separan porque “ya son como hermanos, como amigos”. ¿Apuesta a visibilizar eso en su película?
Cuando el cine retrata a la pareja o al amor, tiende a mostrar la parte más espectacular, que suele ser el amor a primera vista, el enamoramiento o la ruptura brutal. Y creo que también está bien mostrar una pareja, con todo lo que eso implica. En Tenéis que venir a verla ya estaba eso: una pareja gastada y casi harta de la rutina. También hay algo bonito en esto.
¿También lo dijo en esta película?
Sí, “Volveréis” tiene que ver con la rutina. Al final, el amor-repetición habla de la felicidad del instante, ¿no? Del día a día, del momento.
Estas fueron las palabras del director madrileño, hijo del también director Fernando Trueba, ante su paso por el Festival de Cannes de 2024.
El cine francés ha sido referencial en su trabajo. Debutar en Cannes debe ser un sueño hecho realidad…
Sí, pero me quiero resistir a decir que es un sueño. En general, estoy contra esta teoría del “sueño”. Cuando me preguntan si hice la película que soñé, digo que intento no soñar mucho: es muy difícil alcanzar el ideal del sueño. Cannes tampoco era un objetivo. Y lo digo sin pretensiones: es mi octava película y estoy muy contento de que se hayan fijado en lo que hago, en lo que hacemos. También es importante decir que hay otros cineastas que no están aquí con sus películas y que, a lo mejor, no estarán nunca, y la Quincena, particularmente, se ajusta. Está más cerca de mi manera de entender el cine independiente. La Quincena simboliza cosas que para mí son importantes.
¿Tiene miedo de llegar a los festivales con los filmes?
Sí, tengo miedo. Los cineastas deberíamos hacer una reflexión sobre hasta qué punto los festivales de cine se están convirtiendo en una especie de obligación, en un gueto o en una vara de medición. Cuando no pasas por ellos, la idea de seguir haciendo cine se dificulta mucho. Pasa lo mismo con los premios: podría ser peligroso volvernos locos de darnos tantos premios a nosotros mismos. Podría ser posible que muchos cineastas piensen en los festivales que visitarán y ni hayan comenzado a hacer la película, o hagan la película para que les guste a los del festival. A mí eso sí que me parece peligroso.
Su película es un cuestionamiento a la relación de pareja, ¿hasta qué punto su equipo se puso en riesgo al rodar este filme?
Efectivamente, la película muestra un poco ese cuestionamiento, incluso es notoria la incomodidad que atravesamos cuando rodamos. Al final es un proceso de creación muy frágil. Me gusta pensar que la película lo muestra. También muestra nuestra forma de trabajar juntos. Desde que comencé, somos casi que los mismos técnicos y actores. Un grupo que se ha ido creando y ha ido generando una confianza, una fidelidad: bonito. Pero esa confianza y esa fidelidad ha sido difícil de sostener a lo largo del tiempo. Y esto es algo que también le pasa a la relación de pareja en la película. Llevan muchos años juntos, igual que nosotros con Los ilusos. No es un pacto de sangre. No lo podemos dar por hecho. La película también habla de esto. A través de una pareja tú ves que quizás es necesario ponerse en crisis, renovar el pacto.
La película anterior y esta me recordaron los primeros filmes de Woody Allen, ¿usted se sintió tocado por su cine de alguna forma?
Seguro que sí. Creo que es un cineasta fundamental para mi generación. Yo crecí con sus películas. Este rito de ir a ver la película de Woody Allen cada año era fundamental para mí y para un montón de cineastas. Es verdad que parece que lo hemos amortizado con toda la problemática que arrastra. De pronto parece un cineasta casi mal visto. Y, sin embargo, ha sido un cineasta, yo creo, muy clave.
¿Existencial?
Totalmente. Como con todos los grandes cineastas, he tenido una relación de amor y odio. Allen ha sabido dialogar con el cine clásico americano, con la comedia clásica americana y con el cine europeo. Los ha hermanado muy bien.
Su película es muy tierna, querida, amable. Y podríamos decir que estos valores están en desuso. Ahora pensamos en la competencia: todo tiene que ser rápido y no puedes fallar. Está bien que seamos conscientes de eso…
Sí. El mundo del cine se ha convertido en algo muy competitivo: no se puede fallar, tienes que hacer la mejor película del año, etc. En todos los tráilers se dice que “la película es un milagro”, “una obra maestra”, “la mejor”. Y no puede ser. Nosotros intentamos aportar otra cosa: tranquilidad, películas más pequeñas. También es una manera de decir el cine puede ser otras cosas, el cine se puede concentrar en otros valores.
Su padre aparece brevemente en la película, ¿aportó con el proyecto?
Mi padre es el cineasta con el que he crecido. Un gran cinéfilo. He tenido la suerte de poder disfrutar de las películas que él amó y que me ofreció cuando fui pequeño. Ha sido muy bonito dialogar con mi padre que, finalmente, toma un espacio. Estoy feliz de haberme atrevido a encontrar este hueco para él e intentar devolverle algo de lo mucho que me ha dado a través de esta película.
El papá de Ale (la mujer en la pareja que protagoniza la película) le regala el libro La repetición, ¿le pasó algo similar?
Mi padre me ha regalado muchísimos libros, pero justo ese no. Mi padre, que lee muchísimo, sobre todo filosofía, pero Kierkegaard no ha sido uno de sus acercamientos. Lo que lee te lo quiere compartir y te habla de eso. Quiere contagiarte la pasión que él está teniendo.
¿Y a usted cómo le va con Kierkegaard?
Fui leyendo a Stanley Kabel, al que descubrí hace muchos años. Fue él quien me puso sobre la pista de Kierkegaard, que siempre hemos percibido como un filósofo torturado.
Kierkegaard decía que la manera de combatir el mundo era a través de la risa, ¿usted está de acuerdo?
Sí, yo creo que el humor es absolutamente fundamental y sano. No el cinismo, sino el humor, la risa. Antes hablabas de Woody Allen, recuerdo esa escena maravillosa, creo que de la película Hannah y sus hermanas, y hay alguien pensando que se va a morir. De pronto va caminando y se mete en un cine en el que están proyectando la película de los hermanos Marx. Es un momento que ejemplifica maravillosamente bien cómo de pronto el cine te salva o te recuerda lo absurdo de todo.
Dijo que siempre queríamos que el cine sea espectacular. No sé si con las parejas pasa igual. Me quedé pensando en eso con su película. Escucha uno que se separan porque “ya son como hermanos, como amigos”. ¿Apuesta a visibilizar eso en su película?
Cuando el cine retrata a la pareja o al amor, tiende a mostrar la parte más espectacular, que suele ser el amor a primera vista, el enamoramiento o la ruptura brutal. Y creo que también está bien mostrar una pareja, con todo lo que eso implica. En Tenéis que venir a verla ya estaba eso: una pareja gastada y casi harta de la rutina. También hay algo bonito en esto.
¿También lo dijo en esta película?
Sí, “Volveréis” tiene que ver con la rutina. Al final, el amor-repetición habla de la felicidad del instante, ¿no? Del día a día, del momento.