Publicidad

Los colores también lloran (Cuentos de cuentos)

Jóse es un niño amigo de la naturaleza y la aventura. Vive en Bochalema una región tropical y boscosa de Colombia, ubicada en el departamento de Norte de Santander. Una mañana, Jóse paseaba por un bosque y vio una mariposa con mágicos colores en sus alas; se acercó, porque quería fotografiarla muy de cerca.

Laura Camila Puentes Salcedo
09 de diciembre de 2021 - 07:38 p. m.
Estuvo sentado por largo tiempo, en una roca y hallándose distante, creyó escuchar nuevamente el susurro... era el sonido de una guacamaya que desde muy lejos, parecía que parloteaba palabras: “el smog” “la contaminación” la polución” “duele” y “yo enfermo”.
Estuvo sentado por largo tiempo, en una roca y hallándose distante, creyó escuchar nuevamente el susurro... era el sonido de una guacamaya que desde muy lejos, parecía que parloteaba palabras: “el smog” “la contaminación” la polución” “duele” y “yo enfermo”.
Foto: José Capriles
Resume e infórmame rápido

Escucha este artículo

Audio generado con IA de Google

0:00

/

0:00

Cuando el niño miró por el visor de su cámara, la mariposa había perdido su ¡perfecto resplandor! Entonces, se preguntó: “¿Por qué razón al ver la mariposa de forma directa, veo su colorido limpio y luminoso cual diamantino arcoíris y cuando captó su imagen en el lente óptico de mi cámara, la tonalidad ya no es la misma?” La naturalidad colorida del insecto se había oscurecido. El jovencito continuó caminando y empezó a ver abejas, aves, colibríes y lagartijas. Todos los animales mostraban vistosos colores.

El niño quiso seguir fotografiando cada animal del bosque, pero cada vez que quería capturarlos, se volvía a repetir la historia de la mariposa; sus colores originales palidecían en el visor. Su inquietud, se volvió preocupación. Estuvo sentado por largo tiempo, en una roca y hallándose distante, creyó escuchar nuevamente el susurro... era el sonido de una guacamaya que desde muy lejos, parecía que parloteaba palabras: “el smog” “la contaminación” la polución” “duele” y “yo enfermo”. Jóse siguió sentado en la piedra; allí, empezó a recordar las vivencias de su primera infancia en la finca de sus padres; por ejemplo, recordó el parloteo de las guacamayas; su astucia, sensibilidad, pico puntiagudo, bello plumaje y alas de vuelo encantador. Después de ese instante, vivido con su padre, Jóse se puso de pie; quería estar más cerca de la guacamaya. Siguió caminando; persiguiendo el eco de los silbidos o refunfuños del ave.

Le sugerimos: El rayo de luz en mi ventana (Cuentos de cuentos)

Llegó justo a medio metro de distancia del guacamayo y el niño pudo ser testigo de su desesperación. Vio que el ave estaba trepada sobre un árbol talado; se quejaba, se arrastraba, picoteaba a tirones sus coloridas plumas ¡estaba frustrada!. Los fuertes chillidos del ave le produjo a Jóse miedo y tristeza; sintió impotencia al ver al animal rendido; en su lamento alborotado, pedía a cotorreos que su hábitat natural, no fuera arrasado de forma maliciosa, por los cazadores que hacían llamarse “turistas” pero muy lejos de ser turistas, eran visitantes depredadores no sólo de guacamayas sino también de otras especies asediadas y perseguidas para ser vendidas al mejor postor. La intención de otros intrusos, era arrasar con máquinas los árboles que tomaron ciento de años en crecer. La irresponsabilidad del hombre, ha hecho que los ecosistemas se trastornen y los hábitats mueran.

Los sentimientos de Jóse, se conectaron con el ave al escuchar aquellos entristecidos cotorreos. El niño supo que el descontento de la naturaleza y más aún de los animales, no sólo de ese bosque, sino de la flora y fauna del mundo entero, necesitan grandes campañas educativas; enfocadas en defender la vida del reino animal, vegetal y la de otros reinos. Jóse sabía que el hombre, ha sometido y doblegado la naturaleza ¡al maltrato indigno!. Comprendió que parte de los lamentos de la guacamaya: “el smog” “la contaminación” “la polución” “duele” y “yo enfermo”... son el clamor para que la humanidad, haga un cambio inmediato de proteger los ecosistemas y medio ambiente (hogar de diferentes animales) en vía de extinción. El angustiante parloteo guacamayo, es un eco de protesta que exige libertad y protección. Si se acaban los bosques, desaparece el alimento natural y con esto, termina la vida no sólo animal, sino humana.

La actitud y sentido de protección por parte del hombre hacia la fauna y flora, tiene que ser urgente; porque el tiempo del planeta se agota. Las contradicciones humanas, causan muerte y desolación. La solución va muy lenta y cada vez más compleja. Los animales hablan por medio de sus cantos, píos, trinos, cotorreos, aúllos, saltos y otras señales, propias de su lenguaje; piden a la humanidad dar vuelta atrás y que comprenda la pronta necesidad de ser cuidada, alimentada y protegida. Al mismo tiempo, con su inocencia, humildad e impotencia, reclaman respeto y dignidad. Mientras el hombre, está ocupado con sus problemas y cosecha ambición por el dinero, la naturaleza espera, aguanta, hace antesala ante la codicia económica, el orgullo y la indiferencia. Todos los seres vivientes tienen energía, fuerza y color en su alma; pero este se pierde cuando la humanidad ignora, amenaza y persigue a los hijos de la fauna convertidos en premios, trofeos, exhibiciones o novedosas adquisiciones de beneficio económico.

Le recomendamos: Feniletilamina (Cuentos de cuentos)

El color del espíritu animal, resplandece cuando estos son abrazados por personas que se hacen héroes; trabajan por la dignidad animal y medio ambiental. Aquí Jóse entendió que no se trataba del visor de la máquina fotográfica sino de su propio visor óptico humano, de la forma tan pobre como los seres humanos ven la naturaleza. El niño supo que el hombre no quiere reconocer el color energético de ninguna criatura; comprendió que la codicia y arrogancia humana, hace que cualquier especie se borre o pierda su brillo y color; sintió que el hombre protector del planeta se hace héroe ecológico; trabaja para transformar la mente de las personas que le hacen daño al medio ambiente y vulnera los derechos de los animales. Supo igualmente, que transformarse en un héroe del ambiente, es realizar acciones positivas y no permitir que las futuras generaciones vivan y vean la crueldad humana para con las distintas criaturas del planeta. Jóse concluyó que no se debe permitir que la mano del hombre, se siga levantando duramente en contra del medio ambiente; y que ser héroes y proteger el color del entorno natural nos hace verdaderos humanos.

El niño se dio cuenta, que los ojos del hombre pueden ver a futuro, una vida ambiental limpia y real y no los ilusorios juguetes inspirados en osos, tigres, elefantes u otros animales, que vienen en surtidos colores; ensamblados y programados como robots. Jóse además, reconoció que la tarea de ser héroes motivadores de campañas ambientales, es multiplicar mensajes ecológicos en cualquier parte del mundo; es esforzarse por salvaguardar la fauna, flora y recursos hidrobiológicos. El pequeño Jóse ya no quiso fotografiar a ningún animal del bosque, prefirió dibujarlos y escribir mensajes de reflexión para quienes visitan campos, montañas, selvas, ríos y mares. En sus consignas, el niño aconsejó observar junto a la familia el color vibracional que tienen los animales y la hierba natural; su energía, fulgor, armonía, espíritu, alma y vida. En el cierre de sus notas, Jóse le contó al mundo que no es necesario encerrar la fauna en zoológicos, acuarios, parques enjaulados o llevarlos a los hogares para creer que de esta forma se protegen. Aconsejó a la humanidad, ser vigías ambientales y hacer del planeta un santuario ecológico que brille con luz y color propio.

Podría interesarle: El aprendiz de detective (Cuentos de cuentos)

Por Laura Camila Puentes Salcedo

Temas recomendados:

 

Sin comentarios aún. Suscribete e inicia la conversación
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta  política.
Aceptar