Los conceptos clave para entender el surrealismo
El movimiento surrealista, nacido en 1924 con la publicación en Francia del “Manifiesto del surrealismo” de André Breton, celebra sus 100 años. Estos son los conceptos clave de esta influyente corriente artística.
Sandra BIFFOT-LACUT
Poesía y pintura
Pintores como El Bosco (1450-1516), Gustave Moreau (1826-1898), Rousseau (1844-1910) y Giorgio de Chirico (1888-1978) contribuyeron al mundo surrealista de Salvador Dalí, René Magritte, Max Ernst o Dora Maar.
Pero es sobre todo en la literatura, y en particular en la poesía, donde encontraron su inspiración, así como en las investigaciones de la época sobre el inconsciente.
Al igual que la creación poética, la pintura se aleja de lo figurativo y se esfuerza por sugerir, sugestionar, jugar con las duplicidades, el mundo de los sueños.
El “collage”, inventado en literatura por Lautréamont con su fórmula “hermoso (...) como el encuentro fortuito en una mesa de disección de una máquina de coser y un paraguas” se convierte en una divisa para los pintores.
Automatismo
El descubrimiento de la escritura automática es uno de los elementos fundadores del surrealismo. El formalismo queda fuera, y el autor manifiesta espontáneamente lo que emerge de su sensibilidad del instante.
Para André Breton, en particular, la escritura automática, de la que muchos luego se alejaron, es un elemento fundamental, “la libertad humana actuando y manifestándose”, la región del pensamiento “donde se erige el deseo sin limitaciones” y donde nacen los mitos.
En 1919 apareció en París Los Campos magnéticos, una obra escrita conjuntamente por Philippe Soupault y André Breton. Por primera vez, la coherencia racional del relato queda abolida en beneficio de la expresión de las pulsiones, de los deseos reprimidos, y de las imágenes más sorprendentes.
Los pintores surrealistas secundan rápidamente el automatismo. Dalí se planta ante el lienzo, a la espera de una idea. Yves Tanguy deja de hacer esbozos preparatorios, para proteger al máximo la libertad creadora, y André Masson se entrega al dictado del inconsciente.
El juego del cadáver exquisito
La invención y práctica del cadáver exquisito, tanto escrito como dibujado, es una derivación de la creación automática. El juego consiste en que varias personas componen un texto o dibujo, sin que cada cual sepa lo que el anterior creador ha hecho.
La primera frase obtenida con este procedimiento fue “El cadáver exquisito beberá el vino nuevo”, seguida de “La ostra de Senegal comerá el pan tricolor”.
A nivel pictórico, este mismo principio del papel plegado hace aparecer personajes híbridos y metamorfoseados, mezcla de especies.
Mitología y laberintos
Lo maravilloso, lo fabuloso y lo onírico son los elementos impulsores del movimiento surrealista, que se interesa también por los mitos.
Masson, Miró, Picabia, Dalí, Ernst, Picasso, Tanguy... todos ellos trabajan sobre algún mito de la antigüedad y ofrecen una interpretación personalísima.
Es el caso del mito griego del Minotauro y el laberinto, en el que el héroe Teseo logra salir gracias la hilo de Ariadna. En 1933, bajo la inspiración de André Masson y Georges Bataille, los surrealistas deciden llamar “Minotauro” a su revista. Picasso ilustra el primer número con esta figura que tiene cuerpo de hombre y cabeza de toro, y que ya apareció en su producción seis años antes.
Lo inconsciente
En 1919, el fundador del psicoanálisis, Sigmund Freud, escribió un texto fundamental para el acercamiento a la obra artística, Das Unheimliche, traducido en español como “Lo siniestro”.
Para el médico vienés, el inconsciente es un elemento clave de la trama estética. En ciertas condiciones, lo familiar se vuelve inquietante y hasta siniestro; de donde se deriva todo un juego artístico en torno a lo doble y el yo frente al espejo, que alimentarán la escritura, la pintura, la escultura y hasta la fotografía surrealista.
Poesía y pintura
Pintores como El Bosco (1450-1516), Gustave Moreau (1826-1898), Rousseau (1844-1910) y Giorgio de Chirico (1888-1978) contribuyeron al mundo surrealista de Salvador Dalí, René Magritte, Max Ernst o Dora Maar.
Pero es sobre todo en la literatura, y en particular en la poesía, donde encontraron su inspiración, así como en las investigaciones de la época sobre el inconsciente.
Al igual que la creación poética, la pintura se aleja de lo figurativo y se esfuerza por sugerir, sugestionar, jugar con las duplicidades, el mundo de los sueños.
El “collage”, inventado en literatura por Lautréamont con su fórmula “hermoso (...) como el encuentro fortuito en una mesa de disección de una máquina de coser y un paraguas” se convierte en una divisa para los pintores.
Automatismo
El descubrimiento de la escritura automática es uno de los elementos fundadores del surrealismo. El formalismo queda fuera, y el autor manifiesta espontáneamente lo que emerge de su sensibilidad del instante.
Para André Breton, en particular, la escritura automática, de la que muchos luego se alejaron, es un elemento fundamental, “la libertad humana actuando y manifestándose”, la región del pensamiento “donde se erige el deseo sin limitaciones” y donde nacen los mitos.
En 1919 apareció en París Los Campos magnéticos, una obra escrita conjuntamente por Philippe Soupault y André Breton. Por primera vez, la coherencia racional del relato queda abolida en beneficio de la expresión de las pulsiones, de los deseos reprimidos, y de las imágenes más sorprendentes.
Los pintores surrealistas secundan rápidamente el automatismo. Dalí se planta ante el lienzo, a la espera de una idea. Yves Tanguy deja de hacer esbozos preparatorios, para proteger al máximo la libertad creadora, y André Masson se entrega al dictado del inconsciente.
El juego del cadáver exquisito
La invención y práctica del cadáver exquisito, tanto escrito como dibujado, es una derivación de la creación automática. El juego consiste en que varias personas componen un texto o dibujo, sin que cada cual sepa lo que el anterior creador ha hecho.
La primera frase obtenida con este procedimiento fue “El cadáver exquisito beberá el vino nuevo”, seguida de “La ostra de Senegal comerá el pan tricolor”.
A nivel pictórico, este mismo principio del papel plegado hace aparecer personajes híbridos y metamorfoseados, mezcla de especies.
Mitología y laberintos
Lo maravilloso, lo fabuloso y lo onírico son los elementos impulsores del movimiento surrealista, que se interesa también por los mitos.
Masson, Miró, Picabia, Dalí, Ernst, Picasso, Tanguy... todos ellos trabajan sobre algún mito de la antigüedad y ofrecen una interpretación personalísima.
Es el caso del mito griego del Minotauro y el laberinto, en el que el héroe Teseo logra salir gracias la hilo de Ariadna. En 1933, bajo la inspiración de André Masson y Georges Bataille, los surrealistas deciden llamar “Minotauro” a su revista. Picasso ilustra el primer número con esta figura que tiene cuerpo de hombre y cabeza de toro, y que ya apareció en su producción seis años antes.
Lo inconsciente
En 1919, el fundador del psicoanálisis, Sigmund Freud, escribió un texto fundamental para el acercamiento a la obra artística, Das Unheimliche, traducido en español como “Lo siniestro”.
Para el médico vienés, el inconsciente es un elemento clave de la trama estética. En ciertas condiciones, lo familiar se vuelve inquietante y hasta siniestro; de donde se deriva todo un juego artístico en torno a lo doble y el yo frente al espejo, que alimentarán la escritura, la pintura, la escultura y hasta la fotografía surrealista.