Los cuadros vivos de Galeras: una práctica activa y constante
Año tras año, el municipio de Galeras, Sucre, viste sus calles con diferentes escenas conocidas como “Cuadros vivos”. Actualmente, en Paraguay, la Unesco está debatiendo la inclusión de esta expresión cultural a la lista de Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad.
Andrea Jaramillo Caro
Durante unos días del año las calles del municipio de Galeras, Sucre, se convierten en una galería al aire libre. Frente a las viviendas los habitantes engalanan las aceras para que durante cinco días las calles alberguen los famosos cuadros vivos de Galeras. El municipio sucreño se ha caracterizado por esta tradición que se destaca en el Festival Algarroba y que este año fue postulada para integrarse a la lista de Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad en la Unesco. La reunión donde se decidirán las nuevas adiciones a esta lista se llevará a cabo en Paraguay hasta el 7 de diciembre.
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Durante unos días del año las calles del municipio de Galeras, Sucre, se convierten en una galería al aire libre. Frente a las viviendas los habitantes engalanan las aceras para que durante cinco días las calles alberguen los famosos cuadros vivos de Galeras. El municipio sucreño se ha caracterizado por esta tradición que se destaca en el Festival Algarroba y que este año fue postulada para integrarse a la lista de Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad en la Unesco. La reunión donde se decidirán las nuevas adiciones a esta lista se llevará a cabo en Paraguay hasta el 7 de diciembre.
Durante los cinco días que se instalan estas pinturas los habitantes de Galeras interpretan estáticos, como esculturas de carne y hueso, escenas religiosas, históricas y en ocasiones satíricas. Se pintan la piel, se disfrazan y diseñan el escenario para representar las historias. “A nivel profesional, uno tiene que estar estático, porque lo que nosotros estamos buscando es un cuadro vivo que represente lo que fue un evento de nuestros abuelos, de cómo ellos celebraban sus tradiciones”, expresó Edwin Payares, habitante de Galeras, a este diario. Para la creación de estas escenas se utilizan diferentes materiales, y esta práctica se entrelaza con otras ramas de la cultura, como la música, las artes y el teatro.
La postulación de esta expresión como Patrimonio Inmaterial se dio en 2021. En su momento, el entonces alcalde de Galeras, José Ignacio Hernández, afirmó que esta “es una tierra llena de tradición que durante años le ha apostado a invertir en la cultura como factor transformador de la sociedad. Durante generaciones el cuadro vivo” ha permeado todas las esferas de nuestra cotidianidad, permitiendo expresarnos de manera crítica y artística”.
Estas puestas en escena se han destacado por la forma en la que crean comunidad. De acuerdo con el Ministerio de las Culturas, las Artes y los Saberes, “los cuadros vivos tienen origen en Europa medieval, donde se utilizaron en la Semana Santa y la Navidad como imágenes religiosas que recordaban la vida de Jesús y que servían para motivar la piedad y religiosidad de la población. Los cuadros vivos de carácter religioso pasaron a América, pero fueron desapareciendo, al igual que las representaciones teatralizadas de la Semana Santa y la Adoración de los Reyes Magos. Los cuadros vivos del municipio de Galeras tienen un carácter excepcional, no solo por la diversidad y riqueza de las puestas en escena, sino también por la masiva participación de los vecindarios o comunidades de calle. Se trata de una expresión popular, de carácter barrial, hecha por actores espontáneos, en su mayoría jóvenes”.
Camilo Hernández, habitante de Galeras, afirmó a la organización Región Caribe: “Aunque sus inicios fueron por los misioneros españoles queriendo introducir la religión católica, los nativos siguieron la idea, pero para exponer sus propias tradiciones e incluso probar su creatividad o protestar”.
Estos performances han sido considerados por la gestora cultural Teresa Navarro Gómez como una “cátedra de vida”, por el sentido colaborativo, la creatividad y la capacidad de convocatoria que los ha convertido en “verdaderos laboratorios de paz”. El crítico de arte Eduardo Serrano los definió, en un artículo de “El Tiempo”, como “pinturas, esculturas, fotografías o simplemente ideas encarnadas, literalmente, por personajes del pueblo que posan inmóviles durante largos lapsos en cumplimiento de la posición que les ha sido asignada en la escena. Se trata de montajes realmente ingeniosos con imaginativas escenografías en cuya presentación se logran efectos especiales, como la representación verosímil del vuelo de los ángeles o la reconstrucción del Paso del Quindío, de acuerdo con la lámina de la Comisión Corográfica”.
En 2014, la entonces ministra de Cultura, Mariana Garcés, incluyó esta práctica dentro de la lista representativa de Patrimonio Cultural Inmaterial en una ceremonia donde la declaración no fue recibida por las autoridades, sino por los creadores y la comunidad que habían dedicado sus vidas a esta expresión cultural. En su momento, el periódico “El Tiempo” mencionó a “Teotista Molina, Ligia Castro, María Guzmán, Helena Banquet, Afrinia Galván, Gilma Castro, Luis Ramírez, Candelaria Guzmán, Ubaldo Gamarra, Rafael Molina, Néstor Anaya, Pedro María Solórzano, Nacho Luna, Néstor Anaya, los hermanos Leyva, Manolo Galván, Juan Cardozo y Juan Colón” como receptores de la declaratoria.
De acuerdo con la investigación de Laura Camila Sotomayor, los cuadros vivos podrían denominarse una fiesta callejera que ha sido atravesada por “distintos procesos: por una parte, la institucionalización a lo que se refiere con la festivalización y la patrimonialización, y por otra, las innovaciones tecnológicas, temáticas y organizativas que se han introducido. Estos dos procesos han influido de diversas maneras”.
Aunque actualmente se presentan como parte del Festival Algarroba, los cuadros vivos comenzaron mucho antes. Los habitantes de Galeras los hacían para festejar la Pascua y la fiesta de los Reyes Magos. La gestora cultural afirmó que esta es una “expresión teatral que, con el transcurrir del tiempo, se convirtió en el mejor quehacer festivo para los moradores del municipio y permitió estrechar vínculos de amistad, compartir espacios de sociabilidad y celebrar sus fechas especiales, así como ha sido una práctica de construcción de identidades culturales”.
Los cuadros vivos de Galeras han atravesado diferentes transformaciones desde que se comenzaron a realizar en el siglo XIX. Lo que comenzó como una práctica religiosa, en el siglo XX cambió su enfoque a algo más secular y, aunque durante un breve período en la década de 1980 la producción de estas escenas disminuyó, hoy está más viva que nunca. Mientras los galeranos se preparan para una nueva edición del Festival la Algarroba y para vestir una vez más sus calles, Colombia esperará paciente la decisión de la Unesco.