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Los libros de autoayuda, entre la espada y la pared

Recientemente, se conoció el listado de los libros más vendidos en Colombia en 2023. Varios de los puestos están ocupados por libros de autoayuda, lo que suscita diferentes conversaciones alrededor de este tema.

Andrea Jaramillo Caro
03 de febrero de 2024 - 06:17 p. m.
La autoayuda es una de las categorías de libros más vendida a nivel mundial.
La autoayuda es una de las categorías de libros más vendida a nivel mundial.
Foto: Eder Rodríguez
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Con títulos atractivos, los libros de autoayuda se presentan en los supermercados, librerías, e incluso en las calles. Desde psicología, hasta productividad y pasando por nutrición y salud, las temáticas de estos ejemplares abarcan diferentes ángulos del bienestar. Entre las cubiertas llamativas y las promesas de lecciones de vida que ofrecen, logran cautivar la atención de los colombianos. Según la lista de los 25 libros más vendidos en 2023, publicada por la Cámara Colombiana del Libro junto a la firma Nielsen BookScan, 14 de estos son de autoayuda. El listado desató un debate en redes sociales sobre si estos se pueden considerar literatura y el mensaje que envía el hecho de que tantos colombianos acudan a ellos.

La existencia de este tipo de libros no es nueva; de hecho, nos ha acompañado por siglos y hay quienes aseguran que su vida mejoró gracias a algún consejo consignado en sus páginas, como quienes reniegan de ellos. La diversidad de temas, accesibilidad y cantidad de volúmenes publicados bajo esta sombrilla de la autoayuda, podrían ser vistos como factores que impulsan su venta.

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Títulos como: “Hábitos atómicos: Un método sencillo y comprobado para desarrollar buenos hábitos y eliminar los malos”, de James Clear; “Cómo hacer que te pasen cosas buenas”, de Marián Rojas; “El Club de las 5 de la mañana: Controla tus mañanas, impulsa tu vida”, de Robin Sharma; y “El poder del ahora”, de Eckhart Tolle, llenan las estanterías alrededor del mundo. En Colombia estos hacen parte del top 10 de libros más comprados. Las críticas que llueven sobre estos textos y sus autores incluyen cuestionamientos sobre si realmente sirven o no para mejorar la vida de quienes los leen y si entran dentro del término “literatura”.

El diagnóstico de una sociedad

Para la psicóloga Laura Castañeda, la popularidad de estos libros demuestra un interés de la sociedad por educarse en “temas que tal vez no nos han enseñado. Creo que las nuevas generaciones tienen esa intención de romper con el tabú que pueden tener sus padres con respecto a la salud mental y esta idea de que un psicólogo o psiquiatra era solo para alguien con algún diagnóstico. Nuestra generación lo ve como un tema de higiene mental. Pero, además de esto, el boom de este tipo de libros también refleja que hay muchas personas intentando abordar sus conflictos o problemas y ven los libros de autoayuda como la herramienta para resolverlos”. Adicionalmente, la psicóloga ve esto como una muestra de la dificultad al acceso a una terapia en Colombia.

Es una visión que comparte el filósofo y escritor Eduardo Otálora, quien interpreta la fama del género de autoayuda como un reflejo de que “somos una sociedad que necesita ayuda, que está en proceso de sanación. Estamos viviendo con problemas económicos, políticos, sociales y ambientales; necesitamos ayuda. Normalmente, las sociedades buscan refugios para apaciguar los tormentos de la existencia y la explicación a por qué las cosas pasan como lo hacen. Además de ser una humanidad que necesita ayuda, no tenemos quien la brinde con sistemas médicos precarios donde, en muchos casos, la salud mental no es considerada como un asunto vital”.

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En redes sociales, la publicación del listado desató un debate que cuenta con diferentes aristas. Una de las observaciones que se pueden encontrar es que estas publicaciones no reemplazan la ayuda profesional. Castañeda, desde su campo, afirma que hay momentos en los que pueden llegar a quedarse cortos los libros de autoayuda, como “en las raíces de un trastorno psicológico, de dónde viene y qué ocurre a nivel relacional. Cada persona tiene una historia única y textos que dan ‘cinco tips para superar la ansiedad’, difícilmente cumplirán su promesa o será algo muy superficial. Hay temas que requieren ir a lo profundo y a la individualidad para ver el contexto de cada sujeto y sanar ciertas cosas. En psicología decimos que no hay una receta que le sirva a todos”.

Luis Valero Aguayo, doctor en psicología y catedrático de la Universidad de Málaga, afirma en un artículo publicado en The Conversation que “el tipo de lenguaje que utiliza la autoayuda es característico. No suelen ser estos libros un ensayo sobre la vida o la felicidad, sino que recomiendan prácticas sobre cómo conseguir cosas”. Parte de la notoriedad de la que goza el género se puede atribuir a esto y a que utilizan un lenguaje directo, que interpela al lector.

Castañeda recomienda que “al escoger un libro así, sobre todo en salud mental, es importante que quien lo haya escrito tenga un fundamento teórico detrás de lo que explica y las técnicas que ofrece”. Algo que no solo es relevante en el campo psicológico, sino en otros como nutrición y finanzas.

El debate en el nombre de la literatura

Saliendo del campo práctico, para entrar al técnico, las reacciones frente a la cantidad de puestos que ocupan estos productos en la lista de más vendidos han sido mixtas. Algunos reniegan del contenido que ofrecen, otros muestran su descontento por la falta de autores reconocidos en el mundo literario y especulan sobre lo que se puede esperar de un país que lee esta clase de libros.

Del otro lado están quienes ven esto con ojos positivos y como una respuesta a los eventos de Colombia y el mundo. Por su parte, Otálora no considera que la culpa sea de la propia lectura. “Como estamos es que nos lleva a que quienes en la lectura encuentren un acompañamiento, lean lo que leen”.

Aquí el concepto clave es “literatura” y lo que esta palabra puede significar. El escritor lo ve como un asunto de dimensiones en la que “la literatura es una disciplina de naturaleza artística que se manifiesta en las palabras y en donde estas tienen funciones. Una sería contar historias, que es una literatura de naturaleza narrativa y donde lo estético es un medio para relatar; otra cara sería en la que la propuesta estética, evocativa y sugerente, está por encima de la narrativa. Ahí estaríamos en un ámbito de lo poético. Visto así, la literatura es cuento, novela, poesía, pero también la literatura tiene que ver con el contar. Y hay muchas formas de hacerlo”.

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Entran en juego los componentes literarios y, considerando el punto de Otálora, no se trataría de si un texto es o no es literatura, sino responder a la pregunta: ¿qué elementos usa para contar? “Creo que uno puede valerse recursos literarios para lo que quiera, de una metáfora, una descripción que provoque una emoción, contar historias se puede hacer para lo que uno quiera. Se pueden relatar historias que ayuden a otra persona a estar mejor en el mundo en formatos como un podcast, un comercial o una nota periodística”. Intentar definir si un libro de autoayuda entra o no en los parámetros literarios es, según esta visión, llegar a un punto de detalle y disección que utiliza lineamientos de lo “correcto” o “incorrecto”, que puede mostrar que “en el fondo hay una necesidad de satisfacer una pulsión de purismos, algo que es muy normal en los seres humanos. Tenemos un afán por definir cosas, categorizar y organizar, y que creo que hay muchas personas para quienes eso es importante”.

La pregunta, más allá de si estos temas son literatura o no, o lo que se puede esperar de un país que principalmente consume contenido de autoayuda, podría residir en las razones por las cuales las personas no se acercan a otros géneros literarios. Para Otálora la respuesta se encuentra en “la idea de lo sublime, de lo majestuoso, de lo monumental de lo literario, que si yo soy un ciudadano a pie y me dicen: tiene que leer Vargas Llosa, digo: no llego. Se considera que está muy lejos y tal vez no es así. Por eso las gestiones de promoción de lectura que hacen las bibliotecas públicas, por ejemplo, o los clubes de lectura, son instituciones tan valiosas. Es acercarnos al gesto lector para entender que es algo que podemos hacer y que ahí podemos pasar naturalmente a la literatura o lo que se llama literatura”.

Andrea Jaramillo Caro

Por Andrea Jaramillo Caro

Periodista y gestora editorial de la Pontificia Universidad Javeriana, con énfasis en temas de artes visuales e historia del arte. Se vinculó como practicante en septiembre de 2021 y en enero de 2022 fue contratada como periodista de la sección de Cultura.@Andreajc1406ajaramillo@elespectador.com

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