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La primera foto, la primera tapa del disco, exponía a un Charly García de perfil, parado, mirando al lente, junto a un grafiti que firmaba: “Nuevos trapos”.
Aunque no fue el plan inicial y tan solo fue a Nueva York a comprar instrumentos, terminó grabando en uno de los estudios de Electric Lady, ahí mismo en donde antes había grabado Jimi Hendrix. Era la séptima canción del segundo álbum como solista de Charly García, Clics modernos, financiado por él. El primer nombre del álbum fue Nuevos trapos, pero el encuentro de cierta calle neoyorquina cambió la idea. En un muro había un grafiti de una figura similar a la que en Argentina pintarían de los desaparecidos, pero negra, que decía “modern clix”. “Sacame una foto acá”, le dijo a Uberto Sagramoso. Entonces vimos a un Charly García a blanco y negro, fumando, sentado sobre el suelo, con una pierna flexionada, reposando sobre el muro de la figura negra, la figura negra con corazón blanco, situada junto a las palabras, esas palabras —“modern clix”— encerradas en un círculo.
Uno de los ejes del discurso dictatorial argentino fue el de la resistencia que debía empuñarse en contra de los infortunados enemigos del régimen. Entre ellos, estaban los jóvenes, quienes por su presunta adicción al rock estaban en peligro de volverse agentes subversivos. La construcción de este enemigo fue cuna de otro: precisamente, el rock, por lo que se censuraron más de 200 canciones entre 1976 y 1982, aparecidas en las listas negras de la Secretaría de Inteligencia del Estado.
Esta discursividad se mantendría hasta 1982, cuando Leopoldo Galtieri le declaró la guerra a Inglaterra por las Malvinas. Entonces, los jóvenes pasaron a ser colaboradores clave del régimen en tanto se les cedieron espacios públicos para que mediante su música y sus puestas en escena indujeran a la gente a apoyar la guerra. Pero la música, enfrentando y difiriendo de dichas nociones propagandísticas, no dejó de ser un resguardo de la resistencia al régimen. Como una mezcla de rocanrol y tango referiría el disco alguna vez García. En principio, Clics modernos tuvo una recepción desfavorable. La tapa resultaba incómoda y confusa; no se comprendía que fuese una foto casual ni que García tuviera el cabello corto. “Los dinosaurios” y el resto del disco se presentaron en el Luna Park en 1983, casi al tiempo que la restauración de la democracia en el país. En medio de la incertidumbre y las imágenes que la canción evocaba, aparecía un enorme cuestionamiento: ¿los atroces, los dinosaurios testaferros podían dormir tranquilos? ¿es que acaso lograban despojarse de las armas para hacer el amor?
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En una entrevista publicada por la revista Rolling Stone en 2002, Charly García respondió: “Juro que cuando la escribí no pensé en los militares. La letra tenía más que ver con el sentimiento de ausencia que se produce en uno cuando pierde algo, desde un amor hasta el cepillo de dientes”.