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Los nombres del fútbol (III)

En el fútbol hay componentes fuertes de semiología. Nombrar es bautizar y con el bautizo con palabras suceden hechos. Algo se hace con las palabras.

Juan Carlos Rodas Montoya
03 de junio de 2021 - 05:35 p. m.
Fotografía tomada desde el Estadio Antonio Vespucio Liberti (el Estadio Monumental), en Buenos Aires, Argentina.
Fotografía tomada desde el Estadio Antonio Vespucio Liberti (el Estadio Monumental), en Buenos Aires, Argentina.
Foto: Agencia AFP
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Señor, aleja de nosotros ese juego que es necesario ser ciego para no ver que se opone a la virtud divina, al espíritu del bien. El fútbol, Señor, no es un juego sino un medio para batirse, es una práctica sangrienta y brutal.

Oración de la iglesia anglicana.

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En esta tercera entrega, quiero hacer énfasis en el verbo nombrar, es decir, lo que se llama ya tiene existencia, y los nombres son bautizos. Acabo de hacer un rastreo por los países que conforman la Copa América, los de este lado del mundo y me he encontrado con varias curiosidades: de los estadios más conocidos de cada país únicamente 5 tienen nombre de mujer. Eva Perón, en Argentina; Lourdes de Yotala, en Bolivia; María Lamas Farache, en Brasil; Ester Roa y Santa Laura Universidad-SEK, en Chile. En los demás países no hay estadios con nombres femeninos. (Revisé 300 estadios). Hay un alto porcentaje de estadios con nombres de militares, políticos y muy pocos tienen nombres de jugadores de fútbol. También hay algunos con nombres de sacerdotes. En Perú está el estadio César Vallejo, creo que es el único con el nombre de un poeta. Tal vez me equivoque, pero ello da cuenta de los inicios del fútbol en relación estrecha con el Estado y sus múltiples vínculos eclesiales y políticos. En Colombia hay un estadio pequeño que se llama Policarpa Salavarrieta y, paradójicamente, un porcentaje alto tiene nombre de militares y políticos. Únicamente dos estadios con nombres de jugadores: Roberto Meléndez y Romelio Martínez. Curiosidades. ¿Los nombres de los equipos? Ya hicimos un pequeño listado de los de infancia, pero les comparto unos muy populares en sus países y, otros, muy asombrosos; miren: Rico Pollo (Perú); Sacachispas (Argentina); Venta de baños (España); Limón F.C. (Costa Rica); Semen Padang (Indonesia); lanfairpwllgwyngyllgogerychwyrndrobwllllantysiliogogogochFootballClub (Gales). Suficiente ilustración para reírse, asombrarse y preguntar por las razones y causas de estos nombres. Si algún lector quiere buscarlos se topará con sus escudos, banderas y sus historias. Mientras tanto, los invito para que vuelvan a la oración de la iglesia anglicana para que se acuerden de una película sobre las copas de fútbol de seminaristas y sacerdotes: Qué baje Dios y lo vea y la lectura de un texto escrito en 1463, del cardenal Nicolás de Cusa titulado The Ludo Globi, en el que hasta Dios es redondo. En esa “práctica sangrienta y brutal” se conocen historias simples de jugadores y técnicos que se convirtieron en sacerdotes y sacerdotes que, también, llegaron a ser jugadores profesionales. Miren las historias de Juanito Urquizu y Carlos Ruiz, o la de Philip Mulryne, quienes saben las razones por las que estas dos acciones se entrecruzan de manera sagrada. Para terminar, una invitación final: revisen los nombres de las barras de los equipos para que se den cuenta de que hay componentes fuertes de semiología y que nombrar es bautizar y con el bautizo con palabras suceden hechos y acontecimientos. Algo se hace con las palabras.

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Por Juan Carlos Rodas Montoya

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