Los partisanos italianos: cuando la resistencia hace canción
Hasta la muerte de Mussolini a manos de la resistencia italiana en abril de 1945, los partisanos crecieron y se convirtieron en un ejemplo de la rebelión en su país por la unión de los campesinos, disidentes y obreros italianos.
Andrés Osorio Guillott
Una mañana, me desperté
¡Querida, adiós! ¡Querida, adiós! ¡Querida, adiós, adiós, adiós!
Una mañana, me desperté
Y encontré el invasor
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Una mañana, me desperté
¡Querida, adiós! ¡Querida, adiós! ¡Querida, adiós, adiós, adiós!
Una mañana, me desperté
Y encontré el invasor
La noche ya terminaba. El alba desde siempre ha sido sinónimo de despertar. Ya eran dos décadas de letargo y mientras los días pasaban los insatisfechos se agolpaban en las montañas de Italia. No había invierno, no había otoño, era momento de una primavera inusual de varios meses. Y esa misma primavera caía para camuflar las armas, pero no para ocultar la rebeldía.
Los partisanos aprovecharon el lento, pero al fin y al cabo declive de las fuerzas de derecha en Europa por la Segunda Guerra Mundial. Benito Mussolini llevaba un poco más de 20 años en el poder cuando la rebelión italiana se alzó para acabar con el fascismo y la represión que se habían instaurado en las calles y las mentes de un país que ha contado desde su origen con una tradición de luchas armadas y poderes que yacen en espíritus aguerridos, en mitos de grandes dioses y en leyendas de temidos emperadores.
Oh, partisano, llévame lejos
¡Querida, adiós! ¡Querida, adiós! ¡Querida, adiós, adiós, adiós!
Oh, partisano, llévame lejos
Porque siento que voy a morir
Vincenzo Baldazzi, Alberto Di Giacomo, Aldo Eluisi, Rizieri Fantini, Giovanni Callintella, Alfonso Pettinari, Adriano Vanni, Virgilio Antonelli, Gino Lucetti, Romualdo del papa, Ugo Mazzucheilli, Giovanni Domaschi, Dario Cagno, Adelmo Sardini Pasticio, Lanciotto Ballerini, Gino Manetti. Son solo algunos, y, como toda historia, solo se mencionan a los líderes. Es justo mencionar a los que estuvieron al frente, pero también es injusto, y parece imposible, siempre hacer honor a todas las memorias de los que no estuvieron de acuerdo, los que se rebelaron, los que no temieron y no quisieron hacer parte de los acomodados y decidieron enfrentar su propia incomodidad arriesgando sus pellejos para obras nobles, para pensar y realizar ese mundo benéfico y equitativo para el pueblo.
Roma, Turín, Génova, Florencia, Arezzo, Bolonia. Casi toda Italia contaba con unidades de rebeldes y anarquistas. Todos tildados de comunistas. La esencia del totalitarismo es esa: crear dualidades. El que no es amigo en la política y el poder, es enemigo, y si es enemigo es mi contrario a ultranza. Para Mussolini y su régimen los contrapoder eran aliados de las banderas rojas, las que ondeaban desde la fría Unión Soviética. Para los obreros, disidentes, campesinos y ciudadanos inconformes al fin y al cabo, sus compañeros no eran más que eso, compañeros en pro de causas nobles que daban fin a la penuria del fascismo. La Brigada Garibaldi, que fue de las pocas que sí se proclamó en la rebeldía con orientaciones comunistas, se apropiaba de las profundidades de su país con pañoletas rojas en sus cuellos, con armas que eran tan anónimas como los nuevos integrantes de las células rebeldes, con botas que dejaron de pisar la tierra sembrada para pisar los caminos de la libertad. Eran hombres y mujeres que entendían que la prioridad era unirse para lograr los fines más supremos. Por medio de revistas, de sindicatos y de la violencia como un método de lucha, tal vez anacrónico hablarlo así, pero la aglomeración de varios frentes para acabar con los focos fascistas hicieron mella en todo el país. Los ecos llegaban cada vez más lejos.
Y si muero como partisano
¡Querida, adiós! ¡Querida, adiós! ¡Querida, adiós, adiós, adiós!
Y si muero como partisano
Debes enterrarme
Y entiérrame en lo alto de las montañas
¡Querida, adiós! ¡Querida, adiós! ¡Querida, adiós, adiós, adiós!
Y entiérrame en lo alto de las montañas
Bajo la sombra de una hermosa flor
Sus trincheras fueron esas mismas montañas en las que pidieron ser enterrados. En la Italia rural nacieron los rebeldes, como ha sucedido en otras latitudes, como bien sucedió aquí hace un poco más de 50 años. Los que son vistos como débiles y precarios por la visión cosmopolita terminan siendo los aguerridos. Soltaron los rastrillos para tomar los fusiles y empuñar banderas de otros colores que ocultaran el negro de la dictadura. Cantaban los versos que atraviesan esta historia para que quedara dicho que las manos unidas son canciones de resistencia. Y entonces demostraron que eso que llaman resistencia no es una palabra o una acción olvidada o un lugar común, sino que es una verdad que sucede cuando la fila india se atreve a soñar con la fuerza de cada voluntad y con el mito, porque termina siendo fundacional que la comunidad, que el pueblo se rebele contra el gobierno que lo oprime y habla de porvenir, democracia y nación en los micrófonos que llevan a romper las fronteras de la tortura.
Alemanes retirados del ejército que años antes se había aliado con las fuerzas del Estado italiano también terminaron en las guerrillas partisanas.En Giulino di Mezzegra, región de Como, en la frontera con Suiza, los esfuerzos y la resistencia surtieron efecto en abril de 1945. Benito Mussolini y Clara Petacci, su amante, fueron capturados. Donde fueron fusilados 15 partisanos un año antes, fueron abatidos el líder del fascismo italiano y su pareja. Una muerte lenta, que en sus piedras, golpes y balas llevaban la venganza y el dolor de dos décadas de torturas y represión fue el capítulo final de una resistencia que no descansó hasta no acabar con uno de los aliados del mal en la Segunda Guerra Mundial y con un líder que marcó una época negra en Italia. Días después, luego de un acuerdo con las fuerzas británicas, la mayoría de los partisanos entregaron sus armas. Unos pocos sirvieron como apoyo a los ejércitos aliados para darle fin a una etapa de la historia que reafirmó la aparente capacidad ilimitada que tenemos los seres humanos para autodestruirnos.
Todas las personas que allí pasen
¡Querida, adiós! ¡Querida, adiós! ¡Querida, adiós, adiós, adiós!
Todas las personas que allí pasen
Me dirán: ¡Qué hermosa flor!
Y esta será la flor de la Resistencia
¡Querida, adiós! ¡Querida, adiós! ¡Querida, adiós, adiós, adiós!
Y esta será la flor de la Resistencia
Que murió por la libertad
Y esta será la flor de la Resistencia
Que murió por la libertad.