Representación medieval de un monje trabajando en un scriptorium monástico.
Foto: Wikimedia Commons
El libro, los estudios y los estudiosos, la historia, las obras de los griegos, su saber, las transcripciones, y gran parte de lo que la humanidad había descubierto en las escuelas y las primeras universidades, estaban condenados a desaparecer, y de hecho, en gran medida desaparecieron. Nunca en los tiempos que siguieron fue posible que alguien pudiera determinar cuánta sabiduría y cuántos legados se perdieron durante los primeros siglos contados desde la crucifixión de Jesucristo. La cultura se fue evaporando. Las invasiones de los bárbaros...
Por Fernando Araújo Vélez
De su paso por los diarios “La Prensa” y “El Tiempo”, El Espectador, del cual fue editor de Cultura y de El Magazín, y las revistas “Cromos” y “Calle 22”, aprendió a observar y a comprender lo que significan las letras para una sociedad y a inventar una forma distinta de difundirlas.Faraujo@elespectador.com