Ludovico Ariosto, el poeta que rompió con los esquemas literarios
El autor del poema “Orlando furioso”, entre otros textos, mezcló personajes históricos y material caballeresco con la poesía.
Mónica Acebedo
“Canto las damas y los caballeros, / las armas, los amores, las audaces y corteses empresas de aquel tiempo/en que los moros dieron guerra/a Francia/ cruzando el mar de África y siguiendo a su rey Agramante, airado y joven, / para vengar la muerte de Troyano/ sobre el rey Carlo, emperador romano” (Orlando furioso).
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“Canto las damas y los caballeros, / las armas, los amores, las audaces y corteses empresas de aquel tiempo/en que los moros dieron guerra/a Francia/ cruzando el mar de África y siguiendo a su rey Agramante, airado y joven, / para vengar la muerte de Troyano/ sobre el rey Carlo, emperador romano” (Orlando furioso).
Ludovico Ariosto fue un poeta italiano que rompió con los esquemas literarios de su tiempo. Su pluma es transgresora en la medida en que se convirtió en uno de los referentes de la literatura renacentista por la mezcla de personajes históricos, material caballeresco y un atuendo poético novedoso que combina la guerra, el amor, la magia y los mitos de forma satírica, romántica y, a veces, cómica. Su poema épico Orlando furioso (1516) sirvió de modelo para muchas obras literarias posteriores; por ejemplo, es uno de los textos que más influencia tuvo en Don Quijote de la Mancha (1605 y 1615), de Miguel de Cervantes (1547-1616). Basta una lectura del poema para identificar al Quijote y sus aventuras. También en otros autores, como Shakespeare o Spencer, se encuentran trazos de sus herencias.
Lo cierto es que este poema cambió la forma de hacer épica. Contiene versos originales y, me atrevo a afirmar, fue también una novedosa forma de narrar una novela de caballería. Se inventó un género que tuvo éxito y crítica desde el momento mismo de su publicación. Afirma José María Micó (ganó un premio nacional de traducción, precisamente, por la traducción de este poema) en la introducción de la edición de Austral: “Tras la aparición y el éxito del Orlando furioso, los preceptistas no pudieron tener la lengua: estaban asistiendo al nacimiento y al triunfo de un género nuevo, no previsto en sus taxonomías”.
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Se trata de una continuación de otro poema precedente, Orlando innamorato (1486), de Mateo María Boiardo (1441-1494). La trama se centra en las aventuras de Rolando u Orlando, uno de los caballeros de la corte del rey cristiano Carlomagno, en plenas batallas contra los sarracenos liderados por el rey Agramante, que ataca a Francia para vengar la muerte de su padre, Troyano. Orlando se enamora de la princesa pagana, Angélica, que a su vez ama al soldado Medoro. Este rechazo lleva al protagonista a sentir celos atroces y desata una furia incontrolable.
El autor unifica en un solo texto tres líneas argumentales: el amor de Orlando por Angélica, las guerras entre cristianos y sarracenos en la Francia del momento y, por último, el amor entre Rugero (el hijo de un caballero cristiano y una sarracena que se ha criado dentro del mundo moro) y Bradamante, una dama cristiana.
El rechazo, el amor, la locura, la traición, la tristeza, la venganza, la verdadera fe y, en general, las pasiones humanas atraviesan uno de los poemas más relevantes de la literatura renacentista: “Lo que ve el hombre, Amor lo hace invisible, / y Amor nos hace ver lo que no existe. / En fin se lo creyó, que el triste suele / creerse fácilmente lo que quiere”; “la Fortuna da o quita otras riquezas, / mas sobre la virtud jamás gobierna”.
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Ariosto nació en Reggio Emilia el 8 de septiembre de 1474. Procedente de una familia noble que le permitió el acceso a una educación de calidad. Su padre siempre quiso que fuera abogado, pero él siempre estuvo inclinado por la literatura, por eso abandonó los estudios jurídicos para dedicarse a este oficio y al teatro. Sin embargo, con la muerte prematura de su padre, en 1500, se vio obligado a trabajar para ayudar al sostenimiento de su familia numerosa, ya que era el mayor entre 10. Logró que lo nombraran funcionario de la corte y luego militar a cargo de una fortaleza. Posteriormente entró a órdenes del cardenal Ippolito y en su servicio llevó a cabo varios viajes y misiones diplomáticas. Fue gobernador de Garfagnana y sirvió al duque Ercole I. La primera edición de Orlando furioso salió en 1516, pero él mismo la revisó, cambió y complementó hasta 1532, que salió la definitiva. Escribió también églogas, sátiras, comedias, en prosa y en verso: Tragedia de Tisbe (1493), Églola I (1506), La Cassaria (1508), Il Suppositi (1509) Phormio de Terencio (1509), primera de las siete Sátiras (1517), Il Negromante (1520), entre muchas otras obras, aunque lo que realmente lo llevó a la fama fue su famosa épica, Orlando furioso. Murió en Ferrara en 1533.
En resumen, se trata de un autor monumental que escribió una de las obras más relevantes de la literatura. Se refiere en un mismo poema al cristianismo, al paganismo, al islam, a la historia cultural de Francia, a la mitología clásica y sus grandes héroes, y resalta el humanismo, las artes y el amor a través de un esquema poético novedoso que deambula entre un realismo apabullante y una fantasía conmovedora. Ítalo Calvino dijo en su versión del poema en prosa: “Una inmensa partida de ajedrez que se juega sobre el mapa del mundo, una partida desmesurada que se ramifica en muchas partidas simultáneas” (Calvino, Orlando furioso, narrado en prosa, del poema de Ludovico Ariosto, Siruela, 2014).
Cierro con una cita de una estrofa del poema en el que defiende a las mujeres, que, a mi juicio, es sumamente transgresora, sobre todo para un hombre en pleno apogeo del Renacimiento:
“Si un mismo ardor, si un semejante anhelo/ al uno y otro sexo incita y mueve/ hacia aquel dulce fin que el necio vulgo/considera un gran yerro, ¿por qué causa/ tiene castigo la mujer que ha amado/ a uno o a varios, cuando el hombre yace/ con cuantas se le antoja a su apetito/ y merece alabanza y no castigo?”.
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