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En su ensayo Identity and Violence, Amartya Sen cuenta que una vez, al llegar al aeropuerto en Londres, entregó su formulario migratorio con la siguiente dirección: “Master of Trinity College, Cambridge”. El funcionario de inmigración le preguntó si esta persona era un amigo cercano, lo cual llevó a Sen a reflexionar sobre nuestra habilidad para conocernos a nosotros mismos. Siempre me ha gustado esa historia, acaso porque me es un poco incómodo hablar de mí mismo.
Me describo como alguien común y corriente, con virtudes y defectos. Apasionado por mi trabajo y por mi familia, pero al mismo tiempo bastante descomplicado, easy-going dirían los gringos. Simplemente procuro no tomarme las cosas demasiado en serio. Tiendo a ser obsesivo, meticuloso si queremos ser elogiosos. Reviso cada coma de cada artículo que escribo, pregunto todo, escarbo. También tiendo a ser enciclopédico con las cosas que me gustan. Es difícil que algo me guste de manera superficial, me tengo que meter de cabeza y procuro saber lo máximo que me sea posible. Por ejemplo, me gusta mucho la música: colecciono discos, voy a conciertos, estudio las bandas que me gustan. Puedo decir sin problema cuál es la canción número diez de determinado álbum y cuáles fueron los músicos que participaron. También me gusta el fútbol y me sé de memoria las estadísticas de los partidos, de los equipos, de los jugadores, de los campeonatos.
Últimamente, me he vuelto más deportista. Desde hace años venía corriendo, pero de manera lúdica, quizás un par de veces a la semana y dedicándole más tiempo los domingos. Pero siempre quise la oportunidad de tomármelo más en serio, y gracias a mi hermana estuve entrenando los últimos seis meses para la maratón de Chicago, la cual corrimos juntos hace unos días. Correr es un ejercicio bastante particular. Por un lado, se hace solo, lo cual revela algo de mi carácter, ya que disfruto bastante de mi propia compañía. Por otro, requiere de mucha disciplina, muchos pequeños pasos que conducen a una gran meta. El hecho que este tipo de desafíos me atraigan es tal vez la misma razón por la que soy académico.
Orígenes
En mi familia no tenemos un sentido genealógico muy fuerte. Contamos con alguna información, pero esta se disipa después de un par de generaciones. Supongo que esto es en parte porque no tenemos mayores abolengos. La historia de mi familia es una de movilidad social, donde mis abuelos no tuvieron mayor educación, pero todos sus hijos fueron profesionales y tuvieron acceso a mejores oportunidades.
Rama materna
La familia de mi mamá es de Venezuela. Este país tuvo una inmigración europea grande, incluida parte de mi familia. La Venezuela de la segunda mitad del siglo XX en la que creció mi madre era muy próspera gracias a la riqueza petrolera.
Pedro Armas Subero
Pedro Armas, mi abuelo “Perucho”, nació en Tucupido, pueblo pequeño en el Llano venezolano. Sus padres murieron cuando era joven y quedó a cargo de unos parientes. Se dedicó al comercio. Socialmente era el centro de las reuniones, extrovertido, dicharachero.
Era tal vez la única persona en Caracas que lograba que el Metrobús parara en la puerta de su casa, para lo cual se sentaba al lado del conductor y le contaba la historia de su vida y los males que lo aquejaban.
En privado podía llegar a ser un tipo complejo. No le gustaba viajar y le ponía mala cara a mi abuela cuando venía a visitarnos. Alguna vez lo invitaron a Disney World y al entrar al parque pidió que le consiguieran un asiento y un cenicero y se sentó ahí a fumar todo el día. Murió hace ya varios años, relativamente joven, acaso por fumar tanto.
FRANCISCA
Interesados en la historia completa, pueden acceder a Memorias conversadas.