“Hay que hacer una gran reforma de las empresas industriales del Estado”
El autor del libro “El desafío de gerenciar lo público”, Luis Roberto Rivas, habló sobre las que para él son las claves para triunfar en el sector empresarial. Su experiencia la adquirió como gerente de la Industria Licorera de Caldas.
Usted llegó a gerenciar la Industria Licorera de Caldas en 2016 y en plena crisis de la empresa, ¿por qué aceptó ese reto? Qué fue lo más atractivo de ese desafío...
Aceptamos el reto de asumir la presidencia de la Industria Licorera de Caldas (ILC) porque hubo un acuerdo con el entonces gobernador Guido Echeverri de darle un giro de 180° al esquema administrativo de la empresa, con autonomía, independencia y focalizándonos más en la gestión empresarial que en una gestión política y burocrática.
Usted dice que para que una empresa pública salga de la crisis hay que superar los desafíos que plantea la tensión entre la eficiencia y la legitimidad, la influencia de la política, la corrupción y la burocracia... Son varias, pero quisiera que explicara esas tensiones.
Lo más importante y complejo en la gestión de las empresas públicas es que no existe un esquema que permita garantizar que, al asignar cargos, se tenga en cuenta las capacidades y competencias de las personas que se nombran. Tampoco lo hay para definir si estas personas se requieren en la empresa. Ahí hay una tensión muy fuerte entre lo que la empresa necesita para ser eficiente y la presión burocrática y política que está buscando designar personas sin consideración alguna al perfil del cargo. En la ILC, una vez que el gobernador ganaba sus elecciones, repartía las diferentes gerencias entre los grupos políticos que lo acompañaron y repartía los cargos de libre nombramiento y remoción. Eso se hacía sin tener en cuenta realmente las competencias de las personas que designaban. Eso hace muy ineficientes a las empresas porque las personas llegan con otros intereses.
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Una de sus ideas fundamentales en primera escala para avanzar y salir de la crisis es que las ventas también deben concentrarse en los pequeños compradores...
Uno de los temas complejos que tenía la ILC es que estaba dedicada solamente a la atención de los negocios que llamamos mayoristas. Pero la dinámica que se genera en el sector de los mayoristas, es que la gente va y compra los productos y no estábamos haciendo una gestión de venta del producto (impulsarlo, presentarlo, etc.) Nosotros lo que hicimos fue cambiar esa dinámica por la de tienda a tienda, impulsamos la venta del producto, lo que permitió incrementar las ventas de la ILC y generar los recursos necesarios para hacer inversión y marketing.
Asegura que el medio ambiente debe ser el centro del negocio...
Hoy en día es fundamental tener una conciencia ambiental absoluta y total por parte de la empresa. En la ILC desarrollamos toda un área para hacer frente a la problemática ambiental y logramos consolidar los procesos de economía circular, de huella de carbono y procesos de huella hídrica.
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Usted también dice que el talento humano debe estar por encima de todo y que son el activo más valioso, y esto parece obvio, pero muchas empresas aún no lo aplican, ¿por qué? Y esta pregunta se la hago en dos vías: por qué y cómo lo entendió usted y por qué las empresas públicas siguen sin reforzar este enfoque...
Para que una empresa funcione adecuadamente debe tener un talento humano que cumpla con las expectativas en cuanto a las competencias técnicas. Lo que yo estoy planteando allí es que debe privilegiarse el conocimiento técnico por encima de las cuestiones políticas. El problema de la empresa pública es que muchas veces, sin consideración alguna, se están cambiando permanentemente funcionarios que tienen un conocimiento técnico y experiencia en los procesos, por personas que ni siquiera tienen competencias suficientes para asumir esos cargos. Eso genera problemáticas internas complejas porque impiden que la empresa opere adecuadamente. Es necesario que en las empresas públicas se privilegie el conocimiento técnico, la experiencia y la trayectoria del profesional.
Para quiénes está dirigido su libro...
El objetivo de este libro es llamar la atención a los administradores públicos para que tengan en consideración algunos aspectos fundamentales de cómo esa administración pública puede ser eficiente, rentable, puede buscar un propósito colectivo, puede estar por encima de los intereses políticos o clientelistas y puede estar pensado en buscar el interés general. La idea es que el sector público entienda que hay que hacer una gran reforma de las empresas industriales del Estado para poderlas ajustar y ejercer su propósito de la manera más cercana a la dinámica del sector privado.
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De su experiencia como alcalde, qué aprendió y aplicó para sacar de la crisis a la Industria Licorera de Caldas...
De la experiencia como alcalde lo que aprendí fue que hay que escuchar a las comunidades, la cultura de las organizaciones, para entender cómo funcionan, cuáles son sus necesidades y reclamos. Segundo, que es fundamental el trabajo en equipo. Que hay que tener un norte definido y un propósito: en la medida en que se trabaja bajo un propósito colectivo y superior, todo el mundo va a estar encaminado en sacar adelante los procesos. Otro aspecto importante es rodearse de personas capacitadas en los cargos críticos para poder dinamizar los procesos de la empresa.
Usted renunció a su cargo para lanzarse como candidato a la gobernación de Caldas, ¿por qué le interesa la gobernación? De lo que menciona en su libro, ¿qué aplicaría? Porque, claro, un departamento no es una empresa.
Me interesó porque el departamento de Caldas está sufriendo una crisis muy grande y requiere de personas que tengan experiencia y generen resultados. Segundo, porque considero que ese modelo de gestión que aplicamos en la Alcaldía de Manizales y en la ILC fue exitoso y se puede replicar en el departamento, que también es una empresa, lo que pasa es que hay que enfocarla para aplicar metodologías y técnicas empresariales. Un departamento tiene la responsabilidad de generar un producto que es un servicio al ciudadano y a la comunidad, y ese servicio debe ser efectivo, con resultados que impacten los indicadores de calidad de vida de los ciudadanos. Por eso hablo de asuntos que van más allá de la función de la gobernación: se puede hacer un símil con una empresa y aplicar todas las técnicas para replicar modelos de gestión y no burocráticos que tanto nos han afectado.
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Cuáles cree que son las cualidades más valiosas para un líder de una empresa...
Las cualidades de un líder deben ser la capacidad de escuchar, entender y comprender cómo funciona la cultura organizacional de la empresa. La capacidad para influir en las personas, de tal forma que se construyan esos propósitos colectivos, estimular el trabajo en equipo y fijar un norte. Se deben tomar decisiones acertadas en momentos de crisis, incertidumbre y estar en permanente observación de los cambios del entorno para ajustar la dinámica de la empresa y fluir sin ningún problema.
En su capítulo “La experiencia y la expresión”, dice que, en este momento, para liderar hay que enfrentar el cambio que está teniendo el mundo y recordó una frase de George Steiner “Me voy a arrepentir siempre de no haber sido suficientemente valiente para crear”: ¿cómo asumir ese cambio sin perder los “viejos valores” que muchos adultos ahora reclaman por el ritmo de vida, el capitalismo y la tecnología?
No es necesario dejar los valores, por el contrario, es necesario mantener los principios y los valores en una organización y la importancia de la innovación, de asumir riesgos, de entender que estamos en un mundo lleno de incertidumbres y de decisiones que requieren estar muy alerta, por eso lo llamamos estrategia consciente. Lo importante es crear, innovar, y asumir riesgos estructurados.
Usted llegó a gerenciar la Industria Licorera de Caldas en 2016 y en plena crisis de la empresa, ¿por qué aceptó ese reto? Qué fue lo más atractivo de ese desafío...
Aceptamos el reto de asumir la presidencia de la Industria Licorera de Caldas (ILC) porque hubo un acuerdo con el entonces gobernador Guido Echeverri de darle un giro de 180° al esquema administrativo de la empresa, con autonomía, independencia y focalizándonos más en la gestión empresarial que en una gestión política y burocrática.
Usted dice que para que una empresa pública salga de la crisis hay que superar los desafíos que plantea la tensión entre la eficiencia y la legitimidad, la influencia de la política, la corrupción y la burocracia... Son varias, pero quisiera que explicara esas tensiones.
Lo más importante y complejo en la gestión de las empresas públicas es que no existe un esquema que permita garantizar que, al asignar cargos, se tenga en cuenta las capacidades y competencias de las personas que se nombran. Tampoco lo hay para definir si estas personas se requieren en la empresa. Ahí hay una tensión muy fuerte entre lo que la empresa necesita para ser eficiente y la presión burocrática y política que está buscando designar personas sin consideración alguna al perfil del cargo. En la ILC, una vez que el gobernador ganaba sus elecciones, repartía las diferentes gerencias entre los grupos políticos que lo acompañaron y repartía los cargos de libre nombramiento y remoción. Eso se hacía sin tener en cuenta realmente las competencias de las personas que designaban. Eso hace muy ineficientes a las empresas porque las personas llegan con otros intereses.
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Hoy en día es fundamental tener una conciencia ambiental absoluta y total por parte de la empresa. En la ILC desarrollamos toda un área para hacer frente a la problemática ambiental y logramos consolidar los procesos de economía circular, de huella de carbono y procesos de huella hídrica.
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Para que una empresa funcione adecuadamente debe tener un talento humano que cumpla con las expectativas en cuanto a las competencias técnicas. Lo que yo estoy planteando allí es que debe privilegiarse el conocimiento técnico por encima de las cuestiones políticas. El problema de la empresa pública es que muchas veces, sin consideración alguna, se están cambiando permanentemente funcionarios que tienen un conocimiento técnico y experiencia en los procesos, por personas que ni siquiera tienen competencias suficientes para asumir esos cargos. Eso genera problemáticas internas complejas porque impiden que la empresa opere adecuadamente. Es necesario que en las empresas públicas se privilegie el conocimiento técnico, la experiencia y la trayectoria del profesional.
Para quiénes está dirigido su libro...
El objetivo de este libro es llamar la atención a los administradores públicos para que tengan en consideración algunos aspectos fundamentales de cómo esa administración pública puede ser eficiente, rentable, puede buscar un propósito colectivo, puede estar por encima de los intereses políticos o clientelistas y puede estar pensado en buscar el interés general. La idea es que el sector público entienda que hay que hacer una gran reforma de las empresas industriales del Estado para poderlas ajustar y ejercer su propósito de la manera más cercana a la dinámica del sector privado.
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De la experiencia como alcalde lo que aprendí fue que hay que escuchar a las comunidades, la cultura de las organizaciones, para entender cómo funcionan, cuáles son sus necesidades y reclamos. Segundo, que es fundamental el trabajo en equipo. Que hay que tener un norte definido y un propósito: en la medida en que se trabaja bajo un propósito colectivo y superior, todo el mundo va a estar encaminado en sacar adelante los procesos. Otro aspecto importante es rodearse de personas capacitadas en los cargos críticos para poder dinamizar los procesos de la empresa.
Usted renunció a su cargo para lanzarse como candidato a la gobernación de Caldas, ¿por qué le interesa la gobernación? De lo que menciona en su libro, ¿qué aplicaría? Porque, claro, un departamento no es una empresa.
Me interesó porque el departamento de Caldas está sufriendo una crisis muy grande y requiere de personas que tengan experiencia y generen resultados. Segundo, porque considero que ese modelo de gestión que aplicamos en la Alcaldía de Manizales y en la ILC fue exitoso y se puede replicar en el departamento, que también es una empresa, lo que pasa es que hay que enfocarla para aplicar metodologías y técnicas empresariales. Un departamento tiene la responsabilidad de generar un producto que es un servicio al ciudadano y a la comunidad, y ese servicio debe ser efectivo, con resultados que impacten los indicadores de calidad de vida de los ciudadanos. Por eso hablo de asuntos que van más allá de la función de la gobernación: se puede hacer un símil con una empresa y aplicar todas las técnicas para replicar modelos de gestión y no burocráticos que tanto nos han afectado.
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Cuáles cree que son las cualidades más valiosas para un líder de una empresa...
Las cualidades de un líder deben ser la capacidad de escuchar, entender y comprender cómo funciona la cultura organizacional de la empresa. La capacidad para influir en las personas, de tal forma que se construyan esos propósitos colectivos, estimular el trabajo en equipo y fijar un norte. Se deben tomar decisiones acertadas en momentos de crisis, incertidumbre y estar en permanente observación de los cambios del entorno para ajustar la dinámica de la empresa y fluir sin ningún problema.
En su capítulo “La experiencia y la expresión”, dice que, en este momento, para liderar hay que enfrentar el cambio que está teniendo el mundo y recordó una frase de George Steiner “Me voy a arrepentir siempre de no haber sido suficientemente valiente para crear”: ¿cómo asumir ese cambio sin perder los “viejos valores” que muchos adultos ahora reclaman por el ritmo de vida, el capitalismo y la tecnología?
No es necesario dejar los valores, por el contrario, es necesario mantener los principios y los valores en una organización y la importancia de la innovación, de asumir riesgos, de entender que estamos en un mundo lleno de incertidumbres y de decisiones que requieren estar muy alerta, por eso lo llamamos estrategia consciente. Lo importante es crear, innovar, y asumir riesgos estructurados.