Luna de Locos: un bosque para los poetas
Luna de locos es el festival internacional de poesía llega a la versión XV, creado por el gestor y escritor Giovanny Gómez, quien partió muy pronto de este mundo, pero sus alas siguen acá con el vuelo de la cultura.
John Harold Giraldo Herrera
En su homenaje más de ochenta poetas han venido leyendo y lo harán hasta el 16 de octubre, combinando con el entorno virtual y el presencial en el que ahora se llama el árbol de los poetas, ubicado en el Parque Olaya Herrera. Una de las invitadas, María Ángeles Pérez, desde Valladolid, conversa sobre la poesía, el lenguaje, la muerte de Giovanny, su combinación de la enseñanza con la creación.
John Harold Giraldo Herrera: A propósito de tus poemas en la antología “Poemas Para Combatir El Covid” y todavía en pandemia, sería justo que así mismo nos contagie la poesía. ¿Cómo es que un poema puede atacar un virus como el Covid 19?
MAPL: Un agradecimiento sentido y cercano al corazón por el diálogo y la oportunidad de estar, de alguna u otra forma, en Pereira, más aún cuando es en homenaje a Giovanny Gómez a quién tuve la fortuna de conocer y lamento grandemente su muerte, preciso, por la terrible enfermedad que desde el 2020 hasta hoy ha modificado y paralizado el mundo por su nivel de gravedad y por las consecuencias dramáticas que trae consigo. A lo largo del 2020 y lo que lleva este año han surgido muchas iniciativas contra el coronavirus; hemos vivido confinamientos, incluso aún se vive en temor y distancia con respecto a las personas amadas y a la imposibilidad de atender adecuadamente; y la poesía, el arte en general, ha buscado cómo dar respuesta. La antología “Poemas para Combatir el Coronavirus” surge de un instituto de enseñanza secundaria en Madrid, donde lo que hacen profesores y alumnos, es invitarnos a poetas de distintos lugares y generaciones, a unirnos a ese sueño de que las palabras nos están reuniendo lo que no podemos estar haciendo en otros ámbitos de la vida (como lo es el abrazarnos), la cercanía nos la permite la palabra. Surge el poema como una respuesta de oxígeno y de imprescindible necesidad en tiempos de tantísimo sufrimiento. Poemas que, de algún modo, querían resistir y enseñarnos la cercanía con el otro, la humanidad como un valor esencial, la cercanía con lo otro, con la naturaleza y con el planeta como modos de respuesta ante esta crisis global.
Lea también. Escribir con las vísceras y la forma de burlar una ‘tusa’
JHGH: ¿Cómo oxigenas tu vida en términos de hacer esta combinación (que parece un poco difícil), de ser al mismo tiempo profesora, escritora y poeta? Uno es el oficio de escribir y otro el de enseñar toda esta serie de tramas y urdimbres que teje la literatura.
MAPL: Es una pregunta importantísima e incluso me gustaría mucho Jhon, saber tu propia respuesta como profesor y escritor. Lo cierto es que, aunque al principio de mi carrera académica resultó muy complicado porque el lenguaje académico es estricto (aunque admite formas de creatividad desde luego), me resultaba difícil hacerlo compatible y convivible con la parte creadora. Pero en los últimos años en la posibilidad de estar leyendo y reflexionando sobre libros que hoy se escriben o se escribieron hace décadas o cientos de siglos, se hace también un estímulo creativo muy grande porque, quizá lo extraordinario de la poesía es que es un diálogo a lo largo del tiempo y del espacio, que no conoce límites ni fronteras. Emily Dickinson puede ser nuestra coetánea, la necesitamos para pasear, para acercarnos a un jardín o incluso para ir a comprar a un supermercado; y así con otros autores y autoras que nos resultan imprescindibles. Entonces ese diálogo se encuentra con la parte más académica porque, quien estudia es quien une su tiempo, pone su piel y cuerpo en aquello que tiene delante, pone su capacidad, busca cómo hacer inteligible una obra, cómo hacer inteligible el mundo. De ese diálogo también surge la creatividad, así que son esferas diferentes y pienso que también con un grado de porosidad muy grande para cualquiera que se anime a leer con cuidado lo que le interesa, que es finalmente lo que hace el estudioso, leer con cuidado, leer con lentitud; lo que decía Nietzsche, que el filólogo era el que realizaba esa tarea extraordinaria de leer con lentitud, pues quien lee con lentitud a lo mejor luego escribe ardientemente porque la fiebre de la creación se apodera de él o ella.
JHGH: Habitar las pieles, quizás descarnarse es un poco lo que hace tu poesía. Es, quizás imposible, que uno como escritor recuerde todos los versos, pero, veo en tu poesía mucho de esta cotidianidad, la frescura de la vida, de lo de antaño, de las voces que nos habitan, me detengo en “porque bailo despacio un baile repetido, de forma que soy junco como otra de las muchas mujeres, de las niñas, las ancianas”; ¿cuántas voces te habitan, querida profesora?
MAPL: No lo sé bien, pero, siento que muchas, y que leer y escribir multiplica esos cuerpos que entran y nos conforman y en los que de algún modo también entramos. En nosotros están los antepasados, pero también el presente y, de algún modo, cierta semilla del futuro; cada uno de nosotros contiene esa posibilidad de superar los límites de lo espacial y temporal que decía antes; es una hipérbole, es una exageración, pero maravillosa y radical en su verdad, que cualquiera ha podido sentirse acompañado y habitado por sus antepasados o sus coetáneos, también por los que del árbol genealógico te han conformado y te constituyen; también por tantas otras formas de lo humano, tantas personas, voces y pieles que se han ido haciendo con la tuya; por ejemplo leer es una de las aventuras de tatuaje más prodigiosas porque cuando un gran verso te acompaña, unos versos se escriben sobre tu piel para siempre, incluso aunque los olvides han quedado ahí conformándote, y eso es extraordinario.
JHGH: Uno de los rincones más emblemáticos de Luna de Locos es “El Árbol De Los Poetas”, que Giovanny Gómez nombró en el parque Olaya Herrera, va a tener para la posteridad muchos más ecos y presencias allí. Quiero que nos cuentes cómo conociste a Giovanny Gómez y, este evento de Luna de Locos, así como la Feria del Libro y otros que se están haciendo en homenaje a él; ¿qué sentido te refleja incluso decir “Giovanny Gómez”?
MAPL: Decirlo es sentir mucha generosidad y también dolor porque nadie debería morir tan joven, ningún poeta debería morir tan joven; es, incluso, sentir de pronto esa injusticia. Nos sobrecoge la experiencia de la muerte siempre, pero cuando muere alguien tan joven y quien tiene tanto por decir y hacer, tanto hermoso por vivir, sobrecoge muy especialmente. Me quedo con la parte luminosa que está en sus poemas, en sus seres queridos y sigue en Luna de Locos; la que está en un legado que permanece. A lo mejor pasa como a los bosques, un bosque para los poetas; creo recordar que así se llamaba la actividad de lectura en el parque Olaya Herrera. Tuve la enorme suerte de escuchar a William Ospina, a Fernando Denise, Carlos Pardo, además de leer con ellos, y a lo mejor pasa como con los árboles, a un árbol lo puede derribar un rayo, pero el resto de árboles del bosque mantienen su memoria vegetal y, en eso estamos, en mantener esa memoria del árbol de pronto fulminado pero cuya savia ha nutrido, nutre y va a nutrir porque es imprescindible.
En su homenaje más de ochenta poetas han venido leyendo y lo harán hasta el 16 de octubre, combinando con el entorno virtual y el presencial en el que ahora se llama el árbol de los poetas, ubicado en el Parque Olaya Herrera. Una de las invitadas, María Ángeles Pérez, desde Valladolid, conversa sobre la poesía, el lenguaje, la muerte de Giovanny, su combinación de la enseñanza con la creación.
John Harold Giraldo Herrera: A propósito de tus poemas en la antología “Poemas Para Combatir El Covid” y todavía en pandemia, sería justo que así mismo nos contagie la poesía. ¿Cómo es que un poema puede atacar un virus como el Covid 19?
MAPL: Un agradecimiento sentido y cercano al corazón por el diálogo y la oportunidad de estar, de alguna u otra forma, en Pereira, más aún cuando es en homenaje a Giovanny Gómez a quién tuve la fortuna de conocer y lamento grandemente su muerte, preciso, por la terrible enfermedad que desde el 2020 hasta hoy ha modificado y paralizado el mundo por su nivel de gravedad y por las consecuencias dramáticas que trae consigo. A lo largo del 2020 y lo que lleva este año han surgido muchas iniciativas contra el coronavirus; hemos vivido confinamientos, incluso aún se vive en temor y distancia con respecto a las personas amadas y a la imposibilidad de atender adecuadamente; y la poesía, el arte en general, ha buscado cómo dar respuesta. La antología “Poemas para Combatir el Coronavirus” surge de un instituto de enseñanza secundaria en Madrid, donde lo que hacen profesores y alumnos, es invitarnos a poetas de distintos lugares y generaciones, a unirnos a ese sueño de que las palabras nos están reuniendo lo que no podemos estar haciendo en otros ámbitos de la vida (como lo es el abrazarnos), la cercanía nos la permite la palabra. Surge el poema como una respuesta de oxígeno y de imprescindible necesidad en tiempos de tantísimo sufrimiento. Poemas que, de algún modo, querían resistir y enseñarnos la cercanía con el otro, la humanidad como un valor esencial, la cercanía con lo otro, con la naturaleza y con el planeta como modos de respuesta ante esta crisis global.
Lea también. Escribir con las vísceras y la forma de burlar una ‘tusa’
JHGH: ¿Cómo oxigenas tu vida en términos de hacer esta combinación (que parece un poco difícil), de ser al mismo tiempo profesora, escritora y poeta? Uno es el oficio de escribir y otro el de enseñar toda esta serie de tramas y urdimbres que teje la literatura.
MAPL: Es una pregunta importantísima e incluso me gustaría mucho Jhon, saber tu propia respuesta como profesor y escritor. Lo cierto es que, aunque al principio de mi carrera académica resultó muy complicado porque el lenguaje académico es estricto (aunque admite formas de creatividad desde luego), me resultaba difícil hacerlo compatible y convivible con la parte creadora. Pero en los últimos años en la posibilidad de estar leyendo y reflexionando sobre libros que hoy se escriben o se escribieron hace décadas o cientos de siglos, se hace también un estímulo creativo muy grande porque, quizá lo extraordinario de la poesía es que es un diálogo a lo largo del tiempo y del espacio, que no conoce límites ni fronteras. Emily Dickinson puede ser nuestra coetánea, la necesitamos para pasear, para acercarnos a un jardín o incluso para ir a comprar a un supermercado; y así con otros autores y autoras que nos resultan imprescindibles. Entonces ese diálogo se encuentra con la parte más académica porque, quien estudia es quien une su tiempo, pone su piel y cuerpo en aquello que tiene delante, pone su capacidad, busca cómo hacer inteligible una obra, cómo hacer inteligible el mundo. De ese diálogo también surge la creatividad, así que son esferas diferentes y pienso que también con un grado de porosidad muy grande para cualquiera que se anime a leer con cuidado lo que le interesa, que es finalmente lo que hace el estudioso, leer con cuidado, leer con lentitud; lo que decía Nietzsche, que el filólogo era el que realizaba esa tarea extraordinaria de leer con lentitud, pues quien lee con lentitud a lo mejor luego escribe ardientemente porque la fiebre de la creación se apodera de él o ella.
JHGH: Habitar las pieles, quizás descarnarse es un poco lo que hace tu poesía. Es, quizás imposible, que uno como escritor recuerde todos los versos, pero, veo en tu poesía mucho de esta cotidianidad, la frescura de la vida, de lo de antaño, de las voces que nos habitan, me detengo en “porque bailo despacio un baile repetido, de forma que soy junco como otra de las muchas mujeres, de las niñas, las ancianas”; ¿cuántas voces te habitan, querida profesora?
MAPL: No lo sé bien, pero, siento que muchas, y que leer y escribir multiplica esos cuerpos que entran y nos conforman y en los que de algún modo también entramos. En nosotros están los antepasados, pero también el presente y, de algún modo, cierta semilla del futuro; cada uno de nosotros contiene esa posibilidad de superar los límites de lo espacial y temporal que decía antes; es una hipérbole, es una exageración, pero maravillosa y radical en su verdad, que cualquiera ha podido sentirse acompañado y habitado por sus antepasados o sus coetáneos, también por los que del árbol genealógico te han conformado y te constituyen; también por tantas otras formas de lo humano, tantas personas, voces y pieles que se han ido haciendo con la tuya; por ejemplo leer es una de las aventuras de tatuaje más prodigiosas porque cuando un gran verso te acompaña, unos versos se escriben sobre tu piel para siempre, incluso aunque los olvides han quedado ahí conformándote, y eso es extraordinario.
JHGH: Uno de los rincones más emblemáticos de Luna de Locos es “El Árbol De Los Poetas”, que Giovanny Gómez nombró en el parque Olaya Herrera, va a tener para la posteridad muchos más ecos y presencias allí. Quiero que nos cuentes cómo conociste a Giovanny Gómez y, este evento de Luna de Locos, así como la Feria del Libro y otros que se están haciendo en homenaje a él; ¿qué sentido te refleja incluso decir “Giovanny Gómez”?
MAPL: Decirlo es sentir mucha generosidad y también dolor porque nadie debería morir tan joven, ningún poeta debería morir tan joven; es, incluso, sentir de pronto esa injusticia. Nos sobrecoge la experiencia de la muerte siempre, pero cuando muere alguien tan joven y quien tiene tanto por decir y hacer, tanto hermoso por vivir, sobrecoge muy especialmente. Me quedo con la parte luminosa que está en sus poemas, en sus seres queridos y sigue en Luna de Locos; la que está en un legado que permanece. A lo mejor pasa como a los bosques, un bosque para los poetas; creo recordar que así se llamaba la actividad de lectura en el parque Olaya Herrera. Tuve la enorme suerte de escuchar a William Ospina, a Fernando Denise, Carlos Pardo, además de leer con ellos, y a lo mejor pasa como con los árboles, a un árbol lo puede derribar un rayo, pero el resto de árboles del bosque mantienen su memoria vegetal y, en eso estamos, en mantener esa memoria del árbol de pronto fulminado pero cuya savia ha nutrido, nutre y va a nutrir porque es imprescindible.