Luz Mary Giraldo: “En Colombia estábamos acostumbrados a convivir con la muerte”
Entrevista con la escritora Luz Mary Giraldo, homenajeada de la presente edición del Festival de Poesía de Bogotá.
María Paula Lizarazo
Sus primeros acercamientos a la literatura tuvieron que ver con la escucha: escuchaba los cuentos de los hermanos Grimm, de los hermanos Andersen, de Las mil y una noches, también escuchaba mitos y leyendas, casi todo por boca de su abuela. Su padre le regalaba diccionarios, libros de cuentos y poemarios, con los que fue aprendiendo el ritmo de la poesía. Nació en Ibagué en 1950 y ha publicado más de 20 títulos entre los que se incluyen poemarios, antologías y publicaciones universitarias. De la pandemia le ha afectado el no encuentro con los otros. Pero también el virus le ha permitido el reencuentro consigo misma, lo que le ha posibilitado escribir.
Gracias por ser nuestro usuario. Apreciado lector, te invitamos a suscribirte a uno de nuestros planes para continuar disfrutando de este contenido exclusivo.El Espectador, el valor de la información.
Sus primeros acercamientos a la literatura tuvieron que ver con la escucha: escuchaba los cuentos de los hermanos Grimm, de los hermanos Andersen, de Las mil y una noches, también escuchaba mitos y leyendas, casi todo por boca de su abuela. Su padre le regalaba diccionarios, libros de cuentos y poemarios, con los que fue aprendiendo el ritmo de la poesía. Nació en Ibagué en 1950 y ha publicado más de 20 títulos entre los que se incluyen poemarios, antologías y publicaciones universitarias. De la pandemia le ha afectado el no encuentro con los otros. Pero también el virus le ha permitido el reencuentro consigo misma, lo que le ha posibilitado escribir.
Ahora que mencionaba Ibagué, ¿la literatura en Colombia ha sido centralizada?
Desde siempre la cultura ha sido forjada desde el centralismo. A comienzos del siglo XX hubo un debate entre Tomás Carrasquilla y Vargas Vila sobre cómo lograr que no solo Bogotá dictaminara lo que valía. Fue también muy importante lo que hizo el Grupo de Barranquilla. Pero son casos aislados. La cultura y las artes han estado muy centralizadas y hay que preocuparse por saber qué está pasando en otras partes. Las mujeres también han sido muy tímidamente acertadas en la cultura por la hegemonía patriarcal; me he preocupado por tener en cuenta lo que han hecho las mujeres escritoras, de qué han hablado y cómo han escrito: rescatemos a las buenas escritoras no por mujeres, sino por buenas.
Le sugerimos: Colombia, la clave para descifrar “El enigma del amuleto”
¿Cuál es el mayor problema que enfrenta el sector literario en Colombia?
Las editoriales le apuestan al mercado y no siempre a la calidad. Por eso están surgiendo editoriales más pequeñas que intentan promover buena literatura, pero es difícil: los dueños deben meterse la mano al bolsillo, los mismos autores también. Es difícil, porque muchas personas están escribiendo y, como estas editoriales tienen poco dinero, deben apostarles a pocos.
Teniendo en cuenta que el libro impreso es parte de la lectura y de la apropiación del lector sobre la obra, ¿piensa que este desaparecerá?
No creo. El libro es como un fetiche. Y ha permanecido a pesar de la paradoja de la fragilidad del papel; me parece que termina siendo más frágil el libro digital, porque está sujeto a unos computadores o a unas máquinas que se actualizan. No es que uno no pueda subrayar en una kindle, pero no es lo mismo tomar nota en el mismo papel y completar los libros para tu propia lectura, incluso futura.
En aras de los celulares, ¿hoy en día se escucha al otro?
No se escucha y no se lee como quien está conversando. No nos enseñaron todo lo que dice la poesía.
¿La escritura siempre es autobiográfica?
De cierto modo sí. La biografía es la biografía y la novela implica ficción, por ejemplo. Pero toda obra es autobiográfica, porque está partiendo de la experiencia del autor: uno no puede hablar de lo que no ha leído ni de lo que no ha vivido. Está el juego entre el “yo” que conoce por experiencia propia y el “yo” que mira o escucha o lee. Dicen que la poesía es la más autobiográfica de todas, pero no, lo es tanto como la novela o el cuento. Uno no puede hablar de lo que no tiene adentro.
Le sugerimos: El sector cultural propone al Gobierno plan de salvamento para artistas y gestores
¿Por qué en un país como Colombia son importantes las representaciones y las formas de pensamiento que plantea la literatura?
Pienso que el arte, en cualquiera de sus expresiones, es tanto una forma de conocimiento como un modo de vida. Por una parte libera y por otra da conocimiento. Cuando lees, si te involucras, logras conocerte a ti misma: el placer de leer es el placer de conocer el mundo de afuera y de conocer aquello que resuena dentro de ti. En Colombia es importante que haya una educación humanística, porque esta sensibiliza mucho más. Conozco más de la historia de Colombia por la literatura que por las historias.
¿Esta pandemia cómo ha afectado su jornada y su oficio literario?
A nosotros, que tenemos la cercanía con las palabras, esta pandemia no nos coge por sorpresa, uno siempre está esperando el momento para encerrarse a leer o a escribir. Nos ha dado la oportunidad de replegarnos en nuestra propia escritura y nuestra propia lectura. La parte de salir es dura: me gusta verme con la gente, salir a las librerías, a los recitales, el café, el vino. Aunque a partir del coronavirus he podido reflexionar mucho sobre el encierro, la vida y el miedo. He pensado en el Decamerón, de Boccaccio; en la peste del olvido en Cien años de soledad; en otra peste que hubo en El amor en los tiempos del cólera; en La peste, de Camus. Nosotros hemos vivido con el miedo a la violencia, porque las pestes y los virus eran algo que ocurría en otro lugar. Estábamos acostumbrados a convivir por la muerte partidista, por el conflicto armado, guerrilleros, paramilitares o delincuencia común. Y ahora estamos con el terror de esta peste, y tanto nos estamos acostumbrando que la gente empieza a salir sin prevenciones.
Podría interesarle: Reflexiones sobre la libertad y el arte
Apelando a las monjas de clausura del siglo XVII, ¿pareciera que la libertad está en el pensamiento?
Sí. De las monjas de clausura que dedicaron su vida a Dios, algunas utilizaron el encierro para escribir, como Francisca Josefa del Castillo. No soy experta en esta literatura colonial, pero sí me he puesto a pensar que esa fue su vida de encierro y que, pienso, superaron el encierro a través de la escritura y desde ahí terminaron conociendo más del mundo. La escritura es una forma de conocimiento, de vivir