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                                                                                                                                Macondo y los perseguidos del Plan de Barranquilla

                                                                                                                                Los nexos de Raúl Leoni y Rómulo Betancourt con Aracataca se explican muy bien por una razón conocida: este municipio tenía desde comienzos del siglo XX una numerosa colonia venezolana, cuyos miembros se habían establecido allí en calidad de refugiados, pues venían huyendo precisamente de la dictadura de Juan Vicente Gómez. Aquí un texto que repasa la relación de algunos firmantes del Plan de Barranquilla con la tierra de Gabriel García Márquez.

                                                                                                                                Joaquín Mattos Omar

                                                                                                                                Hay varias razones para asociar con Aracataca, con la familia Márquez Iguarán y con Gabriel García Márquez el Plan de Barranquilla. Para empezar, los dos que se convertirían con el tiempo en los más prestigiosos de sus doce firmantes iniciales, Rómulo Betancourt y Raúl Leoni, solían visitar por aquella época a Aracataca. Es el propio García Márquez quien dará testimonio de ello en "Vivir para contarla", su libro de memorias.
                                                                                                                                Foto: AFP - ALEJANDRA VEGA
                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                Lo invitamos a leer Las cartas desconocidas que Gabriel Eligio García Martínez le escribió a Luisa Santiaga Márquez Iguarán

                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                Read more!

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                                                                                                                                Los nexos de Leoni y Betancourt con Aracataca se explican muy bien por una razón conocida: este municipio tenía ya desde comienzos del siglo XX una numerosa colonia venezolana, cuyos miembros se habían establecido allí en calidad de refugiados, pues venían huyendo precisamente de la dictadura de Juan Vicente Gómez. Todos estos expatriados tenían en Aracataca a un hombre que se encargaba de darles albergue en un caserón de madera situado donde ahora se halla la sede de la Biblioteca Municipal Remedios la Bella –según cuenta el escritor Rafael Darío Jiménez–, mientras cada uno era provisto de trabajo: el médico y boticario Alfredo Barboza, de cuyo hijo mayor fue madrina de bautizo Luisa Santiaga Márquez, madre de Gabriel García Márquez. En Vivir para contarla, el Premio Nobel dedica siete páginas a la evocación de Barboza.

                                                                                                                                Read more!
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                                                                                                                                Si le interesa leer más de Cultura, le sugerimos En Hiroshima, a un millón de grados centígrados, artículo escrito por García Márquez en El Espectador

                                                                                                                                En 1958, poco después de la caída de otra dictadura, la de Marcos Pérez Jiménez, Rómulo Betancourt y otro de los firmantes del Plan de Barranquilla, Jóvito Villalba, regresaron a Caracas, poniendo así término definitivo a su largo exilio. Allí, en ese momento, estaba García Márquez para contarlo. En efecto, el periodista y escritor colombiano llevaba dos meses en la capital venezolana, trabajando como redactor de planta de la revista Momento. En febrero de aquel año, cuando Pérez Jiménez ya se encontraba asilado en República Dominicana, García Márquez publicó en sus páginas el reportaje La generación de los perseguidos, en el que contaba el retorno a Venezuela de cuatro grandes dirigentes políticos exiliados, entre ellos Rómulo Betancourt y Jóvito Villalba. En el reportaje recordaba así la estadía de Betancourt en Barranquilla: “Allí, en compañía de otro grupo de exiliados —entre ellos Raúl Leoni y Valmore Rodríguez—, se defendió haciendo un poco de cada cosa, desde escribir en los periódicos hasta vender frutas de California. Los domingos organizaba manifestaciones contra Juan Vicente Gómez. Su clientela más entusiasta eran los chóferes de taxi, ociosos en el Paseo Bolívar”.

                                                                                                                                Los periódicos de Barranquilla en los que Rómulo Betancourt escribía y que García Márquez no mencionaba en su estupendo artículo eran La Prensa y La Nación; también colaboraba con La Novela Semanal, una revista fundada y dirigida por el dramaturgo Luis Enrique Osorio –padre de Sonia Osorio–, quien la editó en la ciudad caribeña por un par de años a partir de 1928.

                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                Hay varias razones para asociar con Aracataca, con la familia Márquez Iguarán y con Gabriel García Márquez el Plan de Barranquilla. Para empezar, los dos que se convertirían con el tiempo en los más prestigiosos de sus doce firmantes iniciales, Rómulo Betancourt y Raúl Leoni, solían visitar por aquella época a Aracataca. Es el propio García Márquez quien dará testimonio de ello en "Vivir para contarla", su libro de memorias.
                                                                                                                                Foto: AFP - ALEJANDRA VEGA
                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                Lo invitamos a leer Las cartas desconocidas que Gabriel Eligio García Martínez le escribió a Luisa Santiaga Márquez Iguarán

                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                Read more!

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                                                                                                                                Los nexos de Leoni y Betancourt con Aracataca se explican muy bien por una razón conocida: este municipio tenía ya desde comienzos del siglo XX una numerosa colonia venezolana, cuyos miembros se habían establecido allí en calidad de refugiados, pues venían huyendo precisamente de la dictadura de Juan Vicente Gómez. Todos estos expatriados tenían en Aracataca a un hombre que se encargaba de darles albergue en un caserón de madera situado donde ahora se halla la sede de la Biblioteca Municipal Remedios la Bella –según cuenta el escritor Rafael Darío Jiménez–, mientras cada uno era provisto de trabajo: el médico y boticario Alfredo Barboza, de cuyo hijo mayor fue madrina de bautizo Luisa Santiaga Márquez, madre de Gabriel García Márquez. En Vivir para contarla, el Premio Nobel dedica siete páginas a la evocación de Barboza.

                                                                                                                                Read more!
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                                                                                                                                Si le interesa leer más de Cultura, le sugerimos En Hiroshima, a un millón de grados centígrados, artículo escrito por García Márquez en El Espectador

                                                                                                                                En 1958, poco después de la caída de otra dictadura, la de Marcos Pérez Jiménez, Rómulo Betancourt y otro de los firmantes del Plan de Barranquilla, Jóvito Villalba, regresaron a Caracas, poniendo así término definitivo a su largo exilio. Allí, en ese momento, estaba García Márquez para contarlo. En efecto, el periodista y escritor colombiano llevaba dos meses en la capital venezolana, trabajando como redactor de planta de la revista Momento. En febrero de aquel año, cuando Pérez Jiménez ya se encontraba asilado en República Dominicana, García Márquez publicó en sus páginas el reportaje La generación de los perseguidos, en el que contaba el retorno a Venezuela de cuatro grandes dirigentes políticos exiliados, entre ellos Rómulo Betancourt y Jóvito Villalba. En el reportaje recordaba así la estadía de Betancourt en Barranquilla: “Allí, en compañía de otro grupo de exiliados —entre ellos Raúl Leoni y Valmore Rodríguez—, se defendió haciendo un poco de cada cosa, desde escribir en los periódicos hasta vender frutas de California. Los domingos organizaba manifestaciones contra Juan Vicente Gómez. Su clientela más entusiasta eran los chóferes de taxi, ociosos en el Paseo Bolívar”.

                                                                                                                                Los periódicos de Barranquilla en los que Rómulo Betancourt escribía y que García Márquez no mencionaba en su estupendo artículo eran La Prensa y La Nación; también colaboraba con La Novela Semanal, una revista fundada y dirigida por el dramaturgo Luis Enrique Osorio –padre de Sonia Osorio–, quien la editó en la ciudad caribeña por un par de años a partir de 1928.

                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                Por Joaquín Mattos Omar

                                                                                                                                Ver todas las noticias
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