Madame de la Fayette: entre el decoro y la pasión (Plumas transgresoras)
Fue una escritora valiente y original. La crítica se ha referido a ella como la patrona de la novela con escenarios históricos/cortesanos, así como la pionera de la prosa psicológica.
Mónica Acebedo
“Considerad lo que debéis a vuestro esposo, considerad lo que os debéis a vos misma y considerad que vais a perder la honra que habéis conquistado y que tanto os he deseado. (…). Si otras razones distintas de la virtud y de vuestro deber pudieran obligaros a lo que deseo os diría que, si algo fuese capaz de turbar la felicidad que espero al salir de este mundo, sería veros caer como las demás mujeres, pero si esta desgracia debiera aconteceros, recibo la muerte con gozo por no ser de ella testigo”. Madame de La Fayette.
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“Considerad lo que debéis a vuestro esposo, considerad lo que os debéis a vos misma y considerad que vais a perder la honra que habéis conquistado y que tanto os he deseado. (…). Si otras razones distintas de la virtud y de vuestro deber pudieran obligaros a lo que deseo os diría que, si algo fuese capaz de turbar la felicidad que espero al salir de este mundo, sería veros caer como las demás mujeres, pero si esta desgracia debiera aconteceros, recibo la muerte con gozo por no ser de ella testigo”. Madame de La Fayette.
Marie-Madeleine Pioche de la Vergne, más conocida como Madame de La Fayette (1634-1693), fue pionera de la novela psicológica. Fue una pluma transgresora, no solamente por ser mujer y escribir, cosa que ya rompía con los parámetros preestablecidos de la literatura, sino porque se metió con la descripción sutil del comportamiento de personajes en diálogo directo con construcciones socioculturales, como el decoro, el espíritu francés, la discreción y “el deber ser”. No es que la literatura no se hubiera referido a esos temas, sin embargo, lo que hizo la autora fue mostrar los comportamientos sin describirlos: una mujer casada que se enamora de otro hombre y que se debate con su propio cuerpo para no mostrar sus emociones.
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Madame de La Fayette nació en París en 1634. Su familia provenía de la nobleza baja o pequeña nobleza, que en términos generales implicaba una muy buena educación, superior a la de las mujeres contemporáneas, a la sombra de la corte. Conocía de cerca la casa Richelieu. Su madre, que había enviudado cuando ella tenía 14 años, se casó con un señor Sévigné, de quien se dice que en un principio empezó a frecuentar la residencia y Marie-Madeleine pensó que se trataba de un pretendiente suyo y tuvo una desilusión muy grande cuando el hombre expresó sus intereses por la madre. De este episodio se le atribuyó la famosa frase “El amor es incómodo”.
Fue dama de honor de la reina y estuvo en el convento Chaillot, donde vivían la viuda de Carlos I de Inglaterra y su hija Herriette. En 1655 se casó con el conde François de La Fayette. La amistad con Herriette (duquesa de Orleans y cuñada de Luis XIV) le abrió las puertas de la corte y de los salones literarios, donde conoció a personajes como el cardinal de Retz, Scarron, Ménage, Huet, Segrais, madame de Scudéry, La Fontaine y La Rochefoucauld, con quien se rumora tuvo una relación sentimental. Se dice que tuvo una salud muy débil, que se inmiscuyó en cuestiones políticas más de lo debido para una mujer y que adicionalmente fue protagonista de varios episodios de celos y rumores en la corte.
Al comienzo de su carrera como escritora sus novelas eran de corte tradicional. Arrancó con La princesa de Montpensier (1662), descriptiva, costumbrista, que tuvo mucho éxito. Luego Zaida, una historia española (1667), una obra escrita con Rochefoucauld, Segrais y Jean-Baptiste Huet. La condesa de Tende (1718) fue publicada después de su muerte, lo mismo que la biografía de su amiga Enriqueta, Historia de Enriqueta de Inglaterra (1720).
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El éxito grande y revolucionario vino con La princesa de Clèves, publicada en 1678, sin el nombre de ella como autora. Hay teorías que aseguran que se escribió incluso varios años antes de ser publicada. La novela no era un género de mucho prestigio y la labor de escritora no era digna de una mujer, como lo diría el mismo Balzac: “En una mujer, me parece que no hay nada tan repugnante como erigirse en escritor” (Introducción La princesa de Clèves, Madrid, Cátedra, 2007, p. 16) y probablemente por eso no se atrevió a publicar el texto con su nombre. La obra en momentos determinados se le atribuyó al mismo La Rochefoucault o a Segrais. Muy seguramente la obra la escribió con la colaboración de estos dos últimos. Se publicó con el nombre de Madame de La Fayette solamente hasta 1780.
Se trata de una historia que menciona datos de la guerra y de la política de la época, que en esencia son históricos mezclados con una historia de amor inventada por ella, que bien pudo ser en parte la suya (orfandad, educada por la madre, rica heredera, matrimonio por conveniencia) o la de alguien conocido, o incluso la reunión de varios episodios de la corte. Lo cierto es que deja entrever de manera evidente el concepto de pasión. La introducción de la edición de la novela en Cátedra dice: “La Princesa de Clèves es, como en las tragedias racinianas, la irrupción de una pasión fatal cuyos efectos destructores acaban con la vida de los personajes” (p. 19).
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Se relata el conflicto que atormenta a la princesa de Clèves, entre la fidelidad debida no solo a su marido, sino al decoro y a las buenas costumbres y la pasión amorosa por el duque de Nemours. La trama presenta cómo la honestidad, la virtud, la verdad y el decoro dejan de ser teorías abstractas y se plasman en ejemplos sencillos y cotidianos que, a pesar de ser sumamente ingenuos, convierten la novela en un texto psicológico donde se entrelazan el estilo de un novelístico propio de los moralistas del momento y uno posterior. A su vez, el lenguaje y en general toda la narración se hacen de una manera sencilla poco descriptiva, pero que sugieren un contenido tan profundo, justamente capaz de demostrar el vivir diario. La autora enmarca los episodios que transcurren alrededor de 1558, durante el reinado de Enrique II y, al mismo tiempo, nos presenta una pintura costumbrista de la corte. La belleza, culpabilidad y muerte, el ideal del amor, la búsqueda de la felicidad y la verdad constituyen el eje argumental de la novela.
En resumen, Madame de La Fayette fue una escritora valiente, original y transgresora. La crítica se ha referido a ella como patrona de la novela con escenarios históricos/cortesanos, así como a pionera de la prosa psicológica. En todo caso, logró poner a dialogar temas sociológicos del colectivo con las pasiones personales.