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“El dolor de un país no se puede borrar”, dice la directora y guionista, que envía a través de su cine un mensaje para “la derecha radical negacionista” que ha salido a la luz en Chile precisamente en el 50 aniversario del golpe de Estado de Pinochet.
Sin pretenderlo, asegura Alberdi (Santiago, 1993), La memoria infinita se ha convertido en “la película del 50 aniversario del golpe”, al erigirse como la producción chilena más taquillera del año y una de las diez más vistas de la historia en su país.
Tras su nominación al Óscar al mejor documental en 2020 por El agente topo, Alberdi ha conseguido entrar en la primera selección de 15 títulos que competirán este año por esa estatuilla. En España ya ha ganado el premio Forqué a la mejor película latinoamericana y compite por el Goya en la misma categoría.
La directora cree que ha conquistado a la Academia de Hollywood con un estilo que “evoca ante todo la emoción” y que no está centrado, como suele pasar con los documentales estadounidenses, en la información y los datos.
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Una historia de amor marcada por el alzheimer
Rodada a lo largo de los últimos cinco años, La memoria infinita documenta la relación, a lo largo de más de dos décadas, entre el periodista Augusto Góngora y la actriz y exministra de Cultura chilena Paulina Urrutia y cómo conviven con el alzheimer de Góngora, diagnosticado en 2014 y fallecido en mayo pasado.
La idea surgió en 2018 cuando Alberdi coincidió con Urrutia en la Universidad donde trabajaba y le llamó la atención que él la acompañara a menudo en las clases y reuniones. La cineasta acababa de rodar -en una residencia de ancianos- El agente topo y le había impactado ver a personas mayores “totalmente fuera de la sociedad”.
“Me llamó mucho la atención verlos a ellos tan enamorados y ver que lograron ser parte del mundo, ahí les invité a hacer la película y fue él quien quiso y convenció a Paulina”, explica.
El documental combina material rodado por Alberdi con imágenes de la intimidad de la pareja filmadas por Urrutia, que acabaron teniendo más importancia de la prevista debido al confinamiento por covid, que en Chile duró más de un año.
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En tercer lugar, están las imágenes del archivo de Góngora, que durante la dictadura realizó reportajes televisivos en medios opositores al régimen y ya en democracia desarrolló gran parte de su carrera en el periodismo cultural.
Un mensaje para los negacionistas
A través de la figura de Góngora, un periodista que luchó por preservar la memoria histórica, la película adquiere su dimensión simbólica, en particular cuando, en una imagen de archivo durante la presentación del libro Chile, la memoria prohibida, el reportero apela a recuperar “la memoria emocional”.
Ya aquejado por la enfermedad, no sabe lo que hizo el día anterior, pero recuerda perfectamente cómo mataron a un amigo durante la dictadura. “Ese dolor lo pudo contar hasta el último día”, sostiene Alberdi. La directora ve en ese discurso un mensaje para “la derecha radical negacionista que hemos escuchado ahora por primera vez en 50 años y que trata de justificar las violaciones a los derechos humanos”.
“Tú puedes tratar de reinterpretar los hechos, de borrar la información, pero lo que no puedes borrar es el dolor de un país, el dolor va a permanecer y eso es lo que le pasa a él, que pierde la memoria, pierde la información, pero el dolor permanece y esa es la memoria infinita”.
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Con respecto a la situación de Chile después del fracaso de la reforma constitucional, rechazada por segunda vez en referéndum en diciembre pasado, Alberdi cree que demuestra “la bipolaridad” y “el extremismo” de la sociedad chilena y apela a la búsqueda de consensos.