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¿Cómo surgieron las obras que componen la exhibición?
Este trabajo surgió en la pandemia. Yo estaba viviendo en Madrid y allá, de un momento a otro, dijeron: “Ya nadie puede salir de su casa”, y nos quedamos así cuatro meses. Todo mi trabajo se quedó en el taller y yo empecé a dibujar con mis hijos, con unos colores que les había comprado. De ahí viene la idea de aprender algo de color, porque antes todo mi trabajo era blanco y negro y escala de grises. Fue como una excusa de aprender algo en la pandemia. Yo quería aprender pintura, entonces esta es una aproximación a ella como dibujante.
Y por eso la llamó “Cuaderno de pintura”...
Esto es un intento bastante tímido, un poco ingenuo, de acercarse a la pintura, porque literalmente nunca pude con ella, me parece uno de los medios más complejos, sobre todo la de la época clásica, que tenía mucha técnica y cocina para preparar los colores y pigmentos. Abordar estos grandes referentes con la misma pintura sería bastante pretencioso. Esto es más como un juego de querer representar estas imágenes, de aprender y también de rescatar lo que en algún momento queda abandonado. Entonces esta mezcla de medios digitales le da otra mirada a estas obras clásicas.
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¿Y cómo es ese proceso de mezcla entre lo digital y la escuela clásica?
Todo empieza con un boceto. Pensar cómo modificar la hoja, cómo desplazar la cuadrícula. Después dibujé la hoja digitalmente y empecé a manipular la cuadrícula. Ya tenía un grueso de obras que había escogido mirando sus versiones digitales en las páginas de museos como el MET (Museo Metropolitano de Arte de Nueva York), la National Gallery, el Museo del Prado. Seleccioné detalles, para no enfrentar una pintura completa, pensando cómo se vería con esa alteración. Manipulo la imagen digital según la cuadrícula y después empiezo a dibujar. Básicamente trabajo con una impresión que calco y empiezo a colorear encima de la hoja.
¿Por qué el énfasis en las cuadrículas de las hojas?
Este es un comentario a las hojas de cuaderno. Yo siempre he sido dibujante, todos mis cuadernos estuvieron rayados por las últimas hojas y llenos de dibujos, pero siempre me pareció un poco limitante dibujar encima de una cuadrícula que te da unas condiciones muy específicas. Mi dibujo es, en parte, muy controlado, soy de ese tipo de estudiantes muy ñoños que dibujan dentro de las líneas. También hay un comentario ahí detrás sobre la educación, porque ya es con nostalgia que uno ve lo que era la educación con el cuaderno. Yo creo que serán sus últimos años de esta educación tradicional con este soporte. Entonces también es un comentario de la vieja escuela, tanto de la educación como de la pintura. Es volver a ver esa vieja escuela desde otro lugar.
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¿Entonces modificar la cuadrícula es romper con ese control?
Sí, y también tiene que ver con esa alteración digital de los medios que sucedió ahora. La tecnología de alguna manera rompe este soporte, entonces parece algo súper tradicional pero cuando lo miras a fondo ahí hay una construcción digital. Es una mezcla de la escuela clásica con unos recursos de nuestra época. Mucho de mi trabajo anterior tenía que ver es como esa mezcla, entonces he utilizado mucho la fotografía, el vídeo, la animación.
¿Tus hijos estudian en cuadernos?
No aún, ellos tienen tres y cinco años y su educación está más basada en el juego que en los cuadernos. Entonces es raro todavía para ellos, pero por ejemplo, mi hijo, el mayor, hace dibujos figurativos, como hacen los niños desde los cuatro. Entonces cuando me quedaban algunas hojas ya con las cuadrículas modificadas era bonito ver cómo su dibujo también se transformaba. Y en el fondo eso era lo que yo buscaba: ver que la cuadrícula afecta el contenido.
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¿Las obras tenían algún criterio de selección?
Es algo un poco más caprichoso porque yo empecé a navegar esas colecciones digitales de los museos y empecé a fijarme en las obras que a mí me gustaban. Yo entré a la academia con la idea de dibujar retratos, muchos llegamos con la idea de que eso era lo que queríamos aprender, pero ahora la academia del arte es una cosa muy diferente. Entonces yo volví a ese interés que siempre he tenido, de una manera muy caprichosa, con los rostros. En casi todos está la mirada, pues es la mirada la que construye un retrato.
Veo que las hojas están enumeradas...
Como lo estoy haciendo en forma de cuaderno literal pues las obras tienen la numeración según las he hecho. Aquí hay 27 y mi idea es completar un cuaderno de 100 hojas como era el tradicional cuadriculado, que en algún momento también lo publicaré.