Manuela Osorno: el poder educativo de la música clásica

¿Por qué nombró este concierto como “Contrastes y color”?

Lo llamé de esa manera porque siento que son las dos palabras que logran caracterizar la disparidad que existe entre los períodos musicales que están en el repertorio, desde el Barroco hasta el siglo XX con Johann Sebastian Bach, Isaac Albéniz y Serguéi Prokófiev. Bach aborda temas encaminados a la religiosidad y hace contraste con los temas de guerra sobre los que escribía Prokófiev; la música de Albéniz se posiciona como el color entre los dos compositores con el Romanticismo.

Le recomendamos: El realismo en tiempos de Rembrandt (El teatro de la historia)

¿Qué quiere transmitirle al público con sus interpretaciones?

Más allá de que sea algo estéticamente bello, me gusta darle al público algo que los impacte. Considero que con este concierto logro crear un espacio de introspección donde invito a la audiencia a tener una conexión con ellos mismos; por otro lado, los llevo a disfrutar del espectáculo con las sonoridades de la música romántica española de Albéniz y, finalmente, con la pieza de guerra de Prokófiev, los encamino a tener una mirada objetiva sobre cómo vivimos como seres humanos en tiempos de conflicto.

En cuanto a intérpretes, ¿cómo ve la escena actual de la música clásica en Colombia?

Creo que ha aumentado en el último siglo y, en la actualidad, percibo que hay más intérpretes locales de alto nivel que están ofreciendo conciertos en el país. Además de eso, hay un público que se está interesando cada vez más en asistir a estos eventos. En las grandes ciudades, como Medellín, Cali y Bogotá, se está generando una cultura cada vez más latente. Se deberían crear más espacios de diálogo para entender que la música clásica no es solo para la entretención, sino que es un medio de educación y de sensibilización, que es lo más importante al final.

No deje de leer: Nueva denuncia en Francia contra Gérard Depardieu por agresión sexual

¿Qué opina del dicho “aprender las reglas como un profesional, para romperlas como artista”?

Suena divertido. En esta profesión aprendemos muchas reglas, a mí me gustan, pero creo que al subir al escenario, hablando de los momentos musicales que son tan efímeros, aparece la magia del instante. Si bien la mayoría de los conciertos tienen un 80 % de preparación, considero que la cuota del artista está en ese “romper las reglas”, que nos mantiene atentos y es el momento en el que imprimimos nuestro sello. Al final cada ser es único e irrepetible.

¿De qué manera cree que las personas se pueden acercar más a la música clásica?

Te lo diré con un ejemplo: en este momento trabajo en un colegio instruyendo clases de piano a niños que no habían tenido antes un acercamiento a este instrumento. Creo que ellos son el puente para que sus familias también aprendan de él y de la música que se puede interpretar.

Cada jueves podrán recibir en sus correos el newsletter de El Magazín Cultural, un espacio en el que habrá reflexiones sobre nuestro presente, ensayos, reseñas de libros y películas y varias recomendaciones sobre la agenda cultural para sus fines de semana. Si desean inscribirse a nuestro newsletter, que estará disponible desde la segunda semana de marzo, puede hacerlo ingresando al siguiente link.

¿Por qué nombró este concierto como “Contrastes y color”?

Lo llamé de esa manera porque siento que son las dos palabras que logran caracterizar la disparidad que existe entre los períodos musicales que están en el repertorio, desde el Barroco hasta el siglo XX con Johann Sebastian Bach, Isaac Albéniz y Serguéi Prokófiev. Bach aborda temas encaminados a la religiosidad y hace contraste con los temas de guerra sobre los que escribía Prokófiev; la música de Albéniz se posiciona como el color entre los dos compositores con el Romanticismo.

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¿Qué quiere transmitirle al público con sus interpretaciones?

Más allá de que sea algo estéticamente bello, me gusta darle al público algo que los impacte. Considero que con este concierto logro crear un espacio de introspección donde invito a la audiencia a tener una conexión con ellos mismos; por otro lado, los llevo a disfrutar del espectáculo con las sonoridades de la música romántica española de Albéniz y, finalmente, con la pieza de guerra de Prokófiev, los encamino a tener una mirada objetiva sobre cómo vivimos como seres humanos en tiempos de conflicto.

En cuanto a intérpretes, ¿cómo ve la escena actual de la música clásica en Colombia?

Creo que ha aumentado en el último siglo y, en la actualidad, percibo que hay más intérpretes locales de alto nivel que están ofreciendo conciertos en el país. Además de eso, hay un público que se está interesando cada vez más en asistir a estos eventos. En las grandes ciudades, como Medellín, Cali y Bogotá, se está generando una cultura cada vez más latente. Se deberían crear más espacios de diálogo para entender que la música clásica no es solo para la entretención, sino que es un medio de educación y de sensibilización, que es lo más importante al final.

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¿Qué opina del dicho “aprender las reglas como un profesional, para romperlas como artista”?

Suena divertido. En esta profesión aprendemos muchas reglas, a mí me gustan, pero creo que al subir al escenario, hablando de los momentos musicales que son tan efímeros, aparece la magia del instante. Si bien la mayoría de los conciertos tienen un 80 % de preparación, considero que la cuota del artista está en ese “romper las reglas”, que nos mantiene atentos y es el momento en el que imprimimos nuestro sello. Al final cada ser es único e irrepetible.

¿De qué manera cree que las personas se pueden acercar más a la música clásica?

Te lo diré con un ejemplo: en este momento trabajo en un colegio instruyendo clases de piano a niños que no habían tenido antes un acercamiento a este instrumento. Creo que ellos son el puente para que sus familias también aprendan de él y de la música que se puede interpretar.

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