Mapas trenzados
El cortometraje “Trenzas de libertad”, realizado por estudiantes de cine en Colombia, ganó en la sección estudiantil, la categoría de mejor cinematografía del Kolkata Shorts International Film Festival (India).
María Paula Lizarazo
Una mujer negra, mayor, tejiendo. Las manos le tiemblan como su voz, que canta. Luego vemos al fondo a unos esclavos trabajando la tierra. Ellos se confunden con el paisaje, como si la mujer también los tejiera a este, así como su voz se va volviendo un eco del viento y del movimiento de sus manos. Hace sol. Están cansados. No de ese día, sino de la vida.
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Una mujer negra, mayor, tejiendo. Las manos le tiemblan como su voz, que canta. Luego vemos al fondo a unos esclavos trabajando la tierra. Ellos se confunden con el paisaje, como si la mujer también los tejiera a este, así como su voz se va volviendo un eco del viento y del movimiento de sus manos. Hace sol. Están cansados. No de ese día, sino de la vida.
Es la época colonial, que a veces no es tan lejana. No pueden hablar sus lenguas nativas. Si lo hacen, mueren. Si no, la olvidan. Escapar parece una opción que se conoce de voz a voz, pero de la que nadie habla mucho o no bajo el sol.
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El rodaje de Trenzas de libertad duró cinco días. Se hizo con $16 millones que pagaron entre ocho personas; el presupuesto inicial tuvieron que recortarlo a la mitad.
A lo largo de su carrera en la universidad, la directora Angie Blanco proponía proyectos muy distintos a los que postulaban sus compañeros, pero no se los aceptaban: que por ser proyectos de época saldrían costosos, que no conseguiría equipos para hacerlos, que no habría públicos interesados. Al parecer, algunos profesores solo les creen a las propuestas relacionadas con la época contemporánea, como trastornos emocionales o asuntos de denuncia.
Blanco dice que desde siempre le gustó la historia. En plataformas como Netflix o Primevideo lo que más ve son películas y documentales de época. Le pregunto por qué hacer cine hoy para exponer alguna temática de la época colonial y cuáles filiaciones encuentra entre ambas épocas, a lo que ella responde que “América Latina en general perdió parte importante de su historia por los procesos de colonización, pero podemos aún documentar el origen de algunas costumbres culturales. Contar esos orígenes le da más valor a la diversidad de costumbres que tenemos y ayuda a reconstruir nuestra historia fragmentada”.
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Visitando seguido el Archivo Nacional encontró documentos de la Colonia. Leyó peticiones de esclavos por la libertad o por cambio de dueño; conoció qué tenían prohibido los esclavos y cómo eran tratados y vendidos.
Una de esas veces que investigaba la Colonia encontró en internet un artículo de la Asociación de Mujeres Afrodescendientes sobre la herencia del trenzado, y lo materializó en noveno semestre. En ese entonces debía preparar el teaser de lo que sería su proyecto de grado; postuló delante de sus compañeros la idea de centrarse en la Colonia. Al juntarse, el resto del curso trabajó en grupos desde cuatro en adelante. Blanco solo trabajaba con dos compañeras.
Uno de los peros que previó el profesor sobre su propuesta fue el costo de la localía. Pero ellas enviaron correos a la Quinta de Bolívar y les salió gratis. A final del semestre, en el Festival de Cortos de la universidad, se decidía cuál proyecto de grado se trabajaría en décimo semestre.
Trenzas de libertad cuenta la historia de dos esclavas que logran escapar de su capataz español hacia tierras que luego serían nombradas como palenques. El tejido está anclado a esta práctica de perseguir la libertad, pues las mujeres trenzaban sobre el cabello los mapas con los que llegaban a las tierras libres; entre el peinado se escondían semillas con las que sobrevivirían al llegar. Según la Unesco, San Basilio de Palenque fue el primer pueblo libre de América.
Hoy en día, parte de la educación comunitaria que se imparte en departamentos como Chocó y Valle del Cauca está impulsada por enfoques étnicos, culturales, de paz y de género que se ven atravesados por la historia de prácticas como el trenzado. Incluso, este símbolo de libertad se ha utilizado para intentar derrocar estereotipos de belleza -toda vez coloniales- que rechazan los crespos e imponen el alisado sobre el cabello.
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Sin embargo, eso es allá. En Bogotá lo poco que se conoce y se trabaja del Pacífico se debe a investigaciones de universidades, pero algunas de las prácticas investigativas han estado relacionadas con la etnografía y resultan siendo invasivas y otrificadoras con las comunidades.
Una de las preguntas importantes que puso en vilo la realización del cortometraje fue ética. Cómo una mujer no afrodescendiente contaría y mostraría procesos tan dolorosos y violentos como la esclavitud. Cómo, también, abordaría una práctica propia que les otorgó la libertad a centenares de esclavos. Blanco sostuvo diálogos con integrantes de comunidades afros. Les comentó su -más que una pregunta- temor, pero aceptaron trabajar e intercambiar saberes con ella.